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Feature News | Monday, May 09, 2022

Aguchita, mártir asesinada por terroristas en la Amazonía peruana, ya es beata

Religiosa María Agustina Rivas López murió por ayudar a los pobres

ACI Prensa

Hermana María Agustina Rivas López, de la congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, conocida como “Aguchita” fue asesinada por terroristas de Sendero Luminoso en 1990.

Fotógrafo: Courtesy

Hermana María Agustina Rivas López, de la congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, conocida como “Aguchita” fue asesinada por terroristas de Sendero Luminoso en 1990.

El Cardenal venezolano Baltazar Porras Cardoso, enviado del Papa Francisco, presidió este sábado 7 de mayo la Misa de beatificación de la religiosa María Agustina Rivas López, religiosa de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor conocida como “Aguchita”, asesinada por terroristas comunistas de Sendero Luminoso en 1990.

La Misa se celebró en el mismo parque donde una joven de 17 años mató a la religiosa de cinco disparos el 27 de septiembre de 1990. Participaron alrededor de 20 obispos del Perú y alrededor de tres mil fieles.

La Eucaristía se ofició frente la iglesia de Santa Rosa de Lima, en la localidad de La Florida, distrito de Perené y provincia de Chanchamayo, en la zona amazónica del departamento de Junín.

En su homilía, el Cardenal Porras resaltó que “el martirio de la hermana Aguchita tiene varias caras que merece tener en cuenta: en primer lugar el sinsentido de la violencia, el crimen, la injusticia, lo nefasto de las ideologías para quienes la vida humana no cuenta”.

El Purpurado venezolano destacó asimismo que “el uso indiscriminado de las armas solo deja muerte y desolación, no soluciona los problemas reales de la convivencia humana”.

A continuación, el Cardenal que es Arzobispo de Mérida y Administrador Apostólico de Caracas, hizo votos para que “la guerrilla y la guerra desaparezcan para siempre del mundo entero y que en esta bendita tierra de la selva amazónica seamos capaces de sanar el dolor y el desprecio, asegurando, construyendo lentamente la globalización de la solidaridad sin dejar a nadie al margen”.

El Cardenal Porras hizo luego “un recuerdo y una oración por las miles de víctimas del terrorismo en el Perú y de manera especial por los que fueron vilmente asesinados en La Florida. A sus familiares y amigos asegurarles que son parte de la aureola de Aguchita en estos momentos”.

El martirio de la Beata Aguchita selló el amor a su vocación

“En ella el martirio no fue una improvisación, sino el holocausto final del amor a su vocación”, subrayó.

El Purpurado venezolano resaltó luego la vida mística de Aguchita, cómo unión la acción a la contemplación, y que en ella "se hizo presente el Evangelio del Buen Pastor proclamado este día. Como buena pastora dio la vida por sus ovejas”.

“Hoy celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte y asumimos el reto pascual de ser discípulos y misioneros apasionados por aprender y enseñar a vivir”.

Tras afirmar que “Aguchita se convierte con su muerte en el mejor regalo a los desvelos del Papa Francisco para ayudar a despertar el afecto por la tierra amazónica, que es también nuestra”, el Cardenal dijo que “la hermana María Agustina merece ser patrona de esta porción del mundo para bien de toda la humanidad”.

Al final de la Misa, el Obispo del Vicariato Apostólico de San Ramón, Mons. Gerardo Zerdín, estableció que, desde hoy, la iglesia ante la que se celebró la Misa de beatificación será en adelante el Santuario Vicarial de Santa Rosa de Lima y Beata Agustina Mártir.

 

BIOGRAFÍA DE LA BEATA AGUCHITA

La Beata Aguchita, religiosa de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, nació el 13 de junio de 1920 en Coracora, en la región de Ayacucho en la sierra sur del Perú.

La religiosa peruana, la mayor de 11 hermanos, tuvo una vida familiar marcada por la fe. Tras un acercamiento a la Congregación del Buen Pastor a los 18 años en Lima, capital del país, discernió su vocación e hizo sus votos a los 25 años.

Su hermano César había discernido por el orden sacerdotal años atrás.

Desplegó su labor misionera durante muchos años en la zona de Barrios Altos, en el centro de Lima. En las memorias recogidas por sus hermanas de la congregación, recuerdan que un sacerdote le decía “Aguchita, tú vives con un pie en el cielo”.

En 1987 se traslada a la localidad de La Florida, en la región Junín en la selva central del Perú. Eran tiempos de gran violencia generada en todo el país, especialmente en la sierra, por el grupo terrorista Sendero Luminoso.

El Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, una de las más sanguinarias organizaciones terroristas del siglo XX, comenzó su ola de violencia en 1980 y causó decenas de miles de muertes en todo el Perú.

Con frecuencia, miembros del grupo terrorista ingresaban a los pueblos y realizaban “juicios populares”, en los que sus miembros decidían qué habitantes debían ser asesinados sin defensa posible. Además, secuestraban a los niños para entrenarlos, ideologizarlos e incorporarlos a su grupo de muerte.


EL MARTIRIO

El 27 de septiembre de 1990, cuando Aguchita tenía 70 años, un grupo de Sendero Luminoso ingresó a La Florida y organizó una de estas jornadas de asesinatos.

En esa ocasión, la lista tenía seis nombres. Uno de ellos era el de la Hermana Luisa. Al no encontrarla, le dijeron a Aguchita que ella tomaría su lugar.

La acusación fue hablar con los asháninkas, una comunidad nativa que rechazaba a Sendero Luminoso, y ayudar a los pobres de la localidad.

Aguchita trató de arrodillarse y rezar, pero sus piernas le flaquearon. Con cinco balazos, una joven integrante de Sendero Luminoso, de solo 17 años, la mató.

Oración escrita por la Hermana Aguchita:

"Señor, que ves, que puedes,
haz de tu miserable lo que tú quieras soy tuya,
quema mis pecados, mis fallas y miserias,
levanta mi alma de mis caídas y recibe mis dolores y sacrificios y lágrimas
por mis sacerdotes de Cuba, de mi patria, por los míos en particular.
Soy cobarde Señor, enséñame a sonreír en el dolor,
a esconder y disimular mis angustias, que sepa yo sorber las lágrimas.
Tú lo sabes y ves la intención mía, soy capaz de tantas calamidades,
sostenme Padre mío de la mano.
De todos estoy tan decepcionada, de mis trabajos, mis fracasos,
la falta de organización, solo Tú lo puedes arreglar.
Señor, hoy pasé junto a ti, bajo la sombra del amor y misericordia,
has aliviado mis heridas hondas,
comprendo que pides más santidad a mi alma,
quien sino vos puede realizar este ideal en mí, mísera y ruin criatura”.

Beata María Agustina, ruega e intercede por tu pueblo.





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