By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami
Estas son las palabras del Arzobispo Thomas Wenski al concluir la Misa anual por la fiesta de la Virgen de la Caridad, el 7 de septiembre de 2024, en Miami.
En esta noche, nos hemos reunido en solidaridad y en comunión fraternal con nuestros hermanos y hermanas en Cuba. Nuestra Señora de la Caridad nos une: el pueblo cubano sigue siendo un solo pueblo a pesar de triste y amargas divisiones. Rezamos con y por la Iglesia en Cuba que acompaña al pueblo en la Isla. Es una iglesia pobre, pero es una iglesia viva y unida, una iglesia que sufre con su pueblo, y desde su pobreza quiere seguir sirviéndolo – sin oro, sin medios, pero con la riqueza del Evangelio de Jesucristo.
En Miami, en la Pequeña Habana, en un pequeño parque, hay un mapa del relieve de Cuba donde aparecen estas palabras tan emotivas del Apóstol de Cuba, José Martí: “La patria es agonía y deber”.
Delante de esta agonía, los obispos y los fieles de Cuba quieren cumplir con su deber. Por eso, por la Isla, han rezado y siguen rezando a Dios diciendo: “¡Necesitamos tu ayuda, consuelo y fortaleza! Solos no podemos encontrar caminos de armonía y convivencia fraterna. Necesitamos de tu Espíritu Santo para que nos asista en esos empeños y para buscar soluciones sabias y verdaderas a los graves y urgentes problemas que nos afligen como pueblo, de modo que cambien nuestras condiciones de vida”.
El Papa Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi dijo: “Un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza; un mundo sin Dios es un mundo sin futuro”.
Que esta fiesta de la Virgen nos renueve, y fortalezca la fe en Dios de todo el pueblo cubano para que no crea que Cuba está sin Dios. Que la luz de Cristo que la Virgen lleva en sus brazos asegure a este pueblo sufrido que, sí hay esperanza, que, sí hay futuro.
Como el mismo Papa Benedicto pidió en su discurso de despedida en marzo de 2012, que “Cuba sea la casa de todos y para todos los cubanos, donde convivan la justicia y la libertad, en un clima de serena fraternidad. El respeto y cultivo de la libertad que late en el corazón de todo hombre es imprescindible para responder adecuadamente a las exigencias fundamentales de su dignidad, y construir así una sociedad en la que cada uno se sienta protagonista indispensable del futuro de su vida, su familia y su patria”.
¡Virgen de la Caridad, reza por nosotros!
¡Virgen de la Caridad, salva a Cuba!