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Columns | Saturday, September 20, 2014

El Rosario: Un arma de conversi�n masiva

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Octubre es el mes del Santo Rosario. Esta venerable oración ha sido una devoción popular entre los católicos durante siglos. El Papa San Juan Pablo II la consideraba su oración preferida y, poco antes de su muerte, instó a los católicos a “redescubrir” esta joya de la corona en el tesoro de las oraciones de la Iglesia. 

La fiesta del Santo Rosario se celebra cada año el 7 de octubre y conmemora la victoria de las fuerzas cristianas sobre los turcos otomanos en la famosa batalla naval de Lepanto, en 1571. (La Diócesis de Miami también se estableció en este mismo día, en 1958).

En los tiempos modernos, sin embargo, el Rosario se ha vinculado especialmente con las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima, en 1917. En aquel momento, María les dijo a los tres pastorcitos que rezaran por la paz, y predijo las convulsiones sociales y políticas que caracterizaron gran parte del siglo XX. 

Este 13 de octubre se conmemora el 97 aniversario del “Milagro del Sol”, el último en la serie de apariciones relacionadas con Fátima. Ese día, más de 70,000 personas, entre ellas periodistas y fotógrafos, se reunieron cerca de Fátima, en Cova da Iria (Portugal), en respuesta a la afirmación de los niños de que se produciría un milagro “para que todos crean”. Llovió mucho aquel día; sin embargo, un sinnúmero de observadores informaron que las nubes se abrieron, dejando que el sol se viera como un disco opaco que giraba en el cielo y que irradiaba luces de diferentes colores; a continuación, pareció que el sol se desprendía del cielo y se desplomaba sobre la tierra, acercándose con un movimiento zigzagueante; finalmente, el sol regresó a su lugar normal en el cielo, pero las ropas de la gente, que estaban empapadas hasta el momento anterior, se encontraban ahora completamente secas. 

Lucía Santos, uno de los tres niños de Fátima, murió hace tan sólo nueve años. Esta monja carmelita vivió lo suficiente como para ver a sus dos primos, Jacinta y Francisco Martos, beatificados por el Papa Juan Pablo II el 13 de mayo del año 2000. El Papa recibió un disparo el 13 de mayo de 1981 (el día de la Virgen de Fátima) y se atribuye su supervivencia a que la mano protectora de María desvió la bala del asesino, impidiendo que impactara ningún órgano vital del pontífice. El famoso “tercer secreto” de Fátima había predicho este atentado contra la vida del Papa. 

En los 97 años transcurridos desde estas apariciones, muchas otras personas, además de Juan Pablo II, ha experimentado esta mano protectora de María. El periodista estadounidense James Foley, que fue decapitado por el grupo terrorista ISIS en agosto, se volvió hacia el rosario durante un cautiverio anterior en Libia. Contando los “Ave María” con los nudillos, rezaba con sus compañeros de cautiverio, y sacó fuerzas de esta oración, que calificó como “el pegamento” que le daba libertad interior. 

En Fátima, María instó a orar por la paz y por la conversión de Rusia. Si examinamos la historia a través del lente de la fe, sería difícil no ver la conexión entre la caída del Muro de Berlín y la disolución del imperio soviético —que mantuvo seriamente amenazada la paz mundial durante gran parte del siglo XX—, y los innumerables rosarios ofrecidos por la paz, especialmente por aquellos que vivían detrás de la Cortina de Hierro. 

Durante la última mitad del siglo XX, el mundo vivió bajo la amenaza de un Armagedón nuclear. Las grandes potencias siguieron una política de MAD (sigla que en inglés significa “destrucción mutua asegurada”, y que además alude a la locura). Por supuesto, aunque la amenaza ha disminuido, el siglo XXI ha traído consigo nuevas amenazas: amenazas que han cercenado las vidas de James Foley y del periodista Steven Sotloff, de Miami, y que han diezmado comunidades cristianas en todo el Oriente Medio. Y así, aun cuando las manos que manejan las armas de destrucción masiva contra personas inocentes sean manos “no estatales”, el mensaje de Fátima no ha perdido nada de su urgencia, y el Rosario sigue siendo, para quienes hagan uso de esta poderosa oración, un “arma de conversión masiva”. 

El Rosario inspira confianza en Dios y nos ayuda a imitar a María. Nos hacemos eco de las palabras de su prima Isabel y decimos con ella: “Bendita tú entre las mujeres”. Con María, nos ponemos a disposición del Señor.

“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

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