By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami
Octubre es el mes del Santo Rosario. Esta venerable oraci�n ha sido una devoci�n popular entre los cat�licos durante siglos. El Papa San Juan Pablo II la consideraba su oraci�n preferida y, poco antes de su muerte, inst� a los cat�licos a �redescubrir� esta joya de la corona en el tesoro de las oraciones de la Iglesia.La fiesta del Santo Rosario se celebra cada a�o el 7 de octubre y conmemora la victoria de las fuerzas cristianas sobre los turcos otomanos en la famosa batalla naval de Lepanto, en 1571. (La Di�cesis de Miami tambi�n se estableci� en este mismo d�a, en 1958).
En los tiempos modernos, sin embargo, el Rosario se ha vinculado especialmente con las apariciones de la Sant�sima Virgen en F�tima, en 1917. En aquel momento, Mar�a les dijo a los tres pastorcitos que rezaran por la paz, y predijo las convulsiones sociales y pol�ticas que caracterizaron gran parte del siglo XX.
Este 13 de octubre se conmemora el 97 aniversario del �Milagro del Sol�, el �ltimo en la serie de apariciones relacionadas con F�tima. Ese d�a, m�s de 70,000 personas, entre ellas periodistas y fot�grafos, se reunieron cerca de F�tima, en Cova da Iria (Portugal), en respuesta a la afirmaci�n de los ni�os de que se producir�a un milagro �para que todos crean�. Llovi� mucho aquel d�a; sin embargo, un sinn�mero de observadores informaron que las nubes se abrieron, dejando que el sol se viera como un disco opaco que giraba en el cielo y que irradiaba luces de diferentes colores; a continuaci�n, pareci� que el sol se desprend�a del cielo y se desplomaba sobre la tierra, acerc�ndose con un movimiento zigzagueante; finalmente, el sol regres� a su lugar normal en el cielo, pero las ropas de la gente, que estaban empapadas hasta el momento anterior, se encontraban ahora completamente secas.
Luc�a Santos, uno de los tres ni�os de F�tima, muri� hace tan s�lo nueve a�os. Esta monja carmelita vivi� lo suficiente como para ver a sus dos primos, Jacinta y Francisco Martos, beatificados por el Papa Juan Pablo II el 13 de mayo del a�o 2000. El Papa recibi� un disparo el 13 de mayo de 1981 (el d�a de la Virgen de F�tima) y se atribuye su supervivencia a que la mano protectora de Mar�a desvi� la bala del asesino, impidiendo que impactara ning�n �rgano vital del pont�fice. El famoso �tercer secreto� de F�tima hab�a predicho este atentado contra la vida del Papa.
En los 97 a�os transcurridos desde estas apariciones, muchas otras personas, adem�s de Juan Pablo II, ha experimentado esta mano protectora de Mar�a. El periodista estadounidense James Foley, que fue decapitado por el grupo terrorista ISIS en agosto, se volvi� hacia el rosario durante un cautiverio anterior en Libia. Contando los �Ave Mar�a� con los nudillos, rezaba con sus compa�eros de cautiverio, y sac� fuerzas de esta oraci�n, que calific� como �el pegamento� que le daba libertad interior.
En F�tima, Mar�a inst� a orar por la paz y por la conversi�n de Rusia. Si examinamos la historia a trav�s del lente de la fe, ser�a dif�cil no ver la conexi�n entre la ca�da del Muro de Berl�n y la disoluci�n del imperio sovi�tico �que mantuvo seriamente amenazada la paz mundial durante gran parte del siglo XX�, y los innumerables rosarios ofrecidos por la paz, especialmente por aquellos que viv�an detr�s de la Cortina de Hierro.
Durante la �ltima mitad del siglo XX, el mundo vivi� bajo la amenaza de un Armaged�n nuclear. Las grandes potencias siguieron una pol�tica de MAD (sigla que en ingl�s significa �destrucci�n mutua asegurada�, y que adem�s alude a la locura). Por supuesto, aunque la amenaza ha disminuido, el siglo XXI ha tra�do consigo nuevas amenazas: amenazas que han cercenado las vidas de James Foley y del periodista Steven Sotloff, de Miami, y que han diezmado comunidades cristianas en todo el Oriente Medio. Y as�, aun cuando las manos que manejan las armas de destrucci�n masiva contra personas inocentes sean manos �no estatales�, el mensaje de F�tima no ha perdido nada de su urgencia, y el Rosario sigue siendo, para quienes hagan uso de esta poderosa oraci�n, un �arma de conversi�n masiva�.
El Rosario inspira confianza en Dios y nos ayuda a imitar a Mar�a. Nos hacemos eco de las palabras de su prima Isabel y decimos con ella: �Bendita t� entre las mujeres�. Con Mar�a, nos ponemos a disposici�n del Se�or.
�Santa Mar�a, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Am�n�.