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Feature News | Saturday, September 06, 2014

Tres palabras: Mensaje del Papa a los cubanos

Francisco les escribe a los cubanos con motivo de la fiesta de la Virgen de la Caridad

La celebrarción anual de la Virgen de la Caridad tendrá lugar este lunes, 8 de septiembre, en el Bank United Center de la Universidad de Miami. Las puertas se abrirán a las 5 p.m., la imagen llegará a las 6 p.m, el rosario comenzará a las 6:30 p.m. y la Misa a las 8 p.m. Para los que no pueden asistir en persona, la celebración se podrá ver por Internet en el sitio web de la Arquidiócesis de Miami: www.miamiarch.org.

Photographer: FILE PHOTO

La celebrarci�n anual de la Virgen de la Caridad tendr� lugar este lunes, 8 de septiembre, en el Bank United Center de la Universidad de Miami. Las puertas se abrir�n a las 5 p.m., la imagen llegar� a las 6 p.m, el rosario comenzar� a las 6:30 p.m. y la Misa a las 8 p.m. Para los que no pueden asistir en persona, la celebraci�n se podr� ver por Internet en el sitio web de la Arquidi�cesis de Miami: www.miamiarch.org.

Al Excmo. Mons. Dionisio Guillermo Garc�a Ib��ez 
Arzobispo metropolitano de Santiago de Cuba
Presidente de la Conferencia de Obispos cat�licos de Cuba

Vaticano, 8 de septiembre de 2014

Querido Hermano:

Hace pocos d�as, la Venerada Imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre fue colocada en los Jardines Vaticanos. Su presencia constituye un recuerdo evocador del afecto y la vitalidad de la Iglesia que peregrina en esas luminosas tierras del Caribe, que desde hace m�s de cuatro siglos, se dirige a la Madre de Dios con ese hermoso t�tulo. Desde las monta�as de El Cobre, y ahora desde la Sede de Pedro, esa peque�a y bendita figura de Mar�a, engrandece el alma de quienes la invocan con devoci�n, pues Ella nos conduce a Jes�s, su divino Hijo.

Hoy que se celebra con fervor la fiesta de Mar�a Sant�sima, la Virgen Mambisa, me uno a todos los cubanos, que ponen sus ojos en su Inmaculado Coraz�n, para pedirle favores, encomendarle a sus seres queridos e imitarla en su humildad y entrega a Cristo, de quien fue la primera y mejor de sus disc�pulos.

Cada vez que leo la Escritura Santa, en los pasajes en que se habla de Nuestra Se�ora, me llaman la atenci�n tres verbos. Quisiera detenerme en ellos, con el prop�sito de invitar a los pastores y fieles de Cuba a ponerlos en pr�ctica.

El primero es alegrarse. Fue la primera palabra que el arc�ngel Gabriel dirigi� a la Virgen: �Al�grate, llena de gracia, el Se�or est� contigo� (Lc 1,28). La vida del que ha descubierto a Jes�s se llena de un gozo interior tan grande, que nada ni nadie puede rob�rselo. Cristo da a los suyos la fuerza necesaria para no estar tristes ni agobiarse, pensando que los problemas no tienen soluci�n. Apoyado en esta verdad, el cristiano no duda que aquello que se hace con amor, engendra una serena alegr�a, hermana de esa esperanza que rompe la barrera del miedo y abre las puertas a un futuro prometedor. �Yo soy la Virgen de la Caridad�, fue lo que leyeron los tres Juanes en la tablilla que flotaba en la Bah�a de Nipe. Qu� lindo ser�a si todo cubano, especialmente la gente joven, pudiera decir lo mismo: � Yo soy un hombre de la Caridad�: vivo para amar de veras, y as� no quedar atrapado en la espiral nociva del ojo por ojo, diente por diente. Qu� alegr�a siente el que ama aut�nticamente, con hechos diarios, y no es de los que abunda en palabras vac�as, que se lleva el viento.

El segundo verbo es levantarse. Con Jes�s en su seno, dice san Lucas que Mar�a se levant� y con prontitud fue a servir a su prima Isabel, que en su ancianidad iba a ser madre (cf. Lc 1,39-45). Ella cumpli� la voluntad de Dios poni�ndose a disposici�n de quien lo necesitaba. No pens� en s� misma, se sobrepuso a las contrariedades y se dio a los dem�s. La victoria es de aquellos que se levantan una y otra vez, sin desanimarse. Si imitamos a Mar�a, no podemos quedarnos de brazos ca�dos, lament�ndonos solamente, o tal vez escurriendo el bulto para que otros hagan lo que es responsabilidad propia. No se trata de grandes cosas, sino de hacerlo todo con ternura y misericordia. Mar�a siempre estuvo con su pueblo en favor de los peque�os. Ella conoci� la soledad, la pobreza y el exilio, y aprendi� a crear fraternidad y hacer de cualquier lugar en donde germine el bien la propia casa. A Ella le suplicamos que nos d� un alma de pobre que no tenga soberbia, un coraz�n puro que vea a Dios en el rostro de los desfavorecidos, una paciencia fuerte que no se arredre ante las dificultades de la vida.

El tercer verbo es perseverar. Mar�a, que hab�a experimentado la bondad de Dios, proclam� las grandezas que �l hab�a hecho con Ella (cf. Lc 1,46-55). Ella no confi� en sus propias fuerzas, sino en Dios, cuyo amor no tiene fin. Por eso permaneci� junto a su Hijo, al que todos hab�an abandonado; rez� sin desfallecer junto a los ap�stoles y dem�s disc�pulos, para que no perdieran el �nimo (cf. Hch 1,14). Tambi�n nosotros estamos llamados a permanecer en el amor de Dios y a permanecer amando a los dem�s. En este mundo, en el que se desechan los valores imperecederos y todo es mudable, en donde triunfa el usar y tirar, en el que parece que se tiene miedo a los compromisos de por vida, la Virgen nos alienta a ser hombres y mujeres constantes en el buen obrar, que mantienen su palabra, que son siempre fieles. Y esto porque confiamos en Dios y ponemos en �l el centro de nuestra vida y la de aquellos a quieres queremos.

Tener alegr�a y compartirla con los que nos rodean levantar el coraz�n y no sucumbir ante las adversidades, permanecer en el camino del bien, ayudando infatigablemente a los que est�n oprimidos por penas y aflicciones: he aqu� las lecciones importantes que nos ense�a la Virgen de la Caridad del Cobre, �tiles para el hoy y el ma�ana. En sus maternas manos pongo a los pastores, comunidades religiosas y fieles de Cuba, para que Ella aliente su compromiso evangelizador y su voluntad de hacer del amor, el cimiento de la sociedad. As� no faltar� alegr�a para vivir, �nimo para servir y perseverancia en las buenas obras.

A los hijos de la Iglesia en Cuba les pido, por favor, que recen por m� pues lo necesito. 

Que Jes�s los bendiga y la Virgen Santa los cuide siempre.

Fraternalmente,
FRANCISCO

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