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Homilies | Sunday, March 04, 2012

'Cada ser humano importa'

Mensaje del arzobispo Thomas Wenski a los Caballeros Cat�licos al comenzar de su "Semana Social", el 4 de marzo en la iglesia St. John the Apostle en Hialeah.

En varias intervenciones realizadas en los �ltimos a�os, el Papa Benedicto XVI ha ofrecido una definici�n concisa del secularismo � una laicidad radical -que amenaza a nuestra sociedad global de hoy. Dijo que la laicidad significa, simplemente, el intento de organizar a la sociedad - y vivir - como si Dios no le importara. Por supuesto, un mundo que se organizase sin Dios terminar�a por organizarse en contra de s� mismo. Tambi�n se terminar�a por ser un lugar bastante desesperado - como Benedicto dice en su enc�clica, Spe Salvi: un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza.

El reto del cristiano de hoy es dar testimonio de la esperanza - y podemos hacer esto simplemente al modelar lo que la vida puede parecer cuando se vive como Dios si importara. Y, porque Dios importa, estamos llamados a modelar una vida en la que el hombre tambi�n importa. Si Dios nos importa, el hombre debe importarnos tambi�n. Porque como dijo Juan Pablo II en Ecclesia in America, Jesucristo es el rostro humano de Dios y rostro divino del hombre. Por esta raz�n, nuestro testimonio implica necesariamente el compromiso y el trabajo por la Justicia y la Paz, para promover la vida y la dignidad del ser humano.

El Arzobispo Joseph Hurley fue el obispo visionario de San Agust�n hace m�s de 50 a�os, cuando la di�cesis de San Agust�n inclu�a  todo el estado de la Florida. �l sol�a decir: la Iglesia tiene que hacer el bien, y la Iglesia debe ser vista como haciendo el bien.

La Iglesia debe a todos los que est�n involucrados en los diversos aspectos de la pastoral social una deuda real de gratitud por su testimonio - que hace a la Iglesia lucir bien por el bien que ellos hacen en nombre de la Iglesia en avanzar la justicia y la paz, en promover los derechos del ser humano y su dignidad como criatura hecha a  imagen y semejanza de Dios. Nuestro "pan de cada d�a" es esforzarnos a hacer en el nombre de la Iglesia lo que el Papa Benedicto XVI escribe en Deus Caritas Est. En el p�rrafo 28, nos recuerda. "La Iglesia tiene el deber de ofrecer, a trav�s de la purificaci�n de la raz�n y la formaci�n �tica, su contribuci�n espec�fica, para la comprensi�n de las exigencias de la justicia y lo que sea necesario para realizarlas pol�ticamente".

Nuestro testimonio como cat�licos comprometidos debe proclamar: el hombre nos importa. La palabra �hombre� debe entenderse en su sentido m�s amplio y por lo tanto incluye tambi�n a las mujeres. "El hombre", el Beato Juan Pablo II insisti�, "es el camino de la Iglesia". Y as�, la Iglesia propiamente debe analizar los problemas del hombre en sus dimensiones sociales y morales. Lo que toca a la persona humana y su dignidad cae, sin duda, dentro del �mbito de la Iglesia que con raz�n juzga la pol�tica a la luz de los valores del Evangelio. Esto no es "meternos en la pol�tica", sino un servicio de amor - y no hablar con valent�a y coherencia ser�a una falta de esa caridad que debemos a nuestro pr�jimo.

Por supuesto, eso no quiere decir que nuestro "servicio de amor" es siempre bienvenido - o entendido por nuestros conciudadanos. Tampoco lo que ofrecemos va a agradar la preconcebida ideolog�a de nadie. Ya vemos esto en el debate actual sobre los reglamentos de la Administraci�n de Obama que pretenden forzarnos como cat�licos a violar nuestras consciencias al hacernos c�mplices en el aborto.  

En el clima pol�tico actual - con sus fuertes divisiones partidistas - los cat�licos pueden sentir - y tal vez debemos sentirnos - pol�ticamente hu�rfanos. Las palabras de GK Chesterton, al describir la situaci�n pol�tica de su pa�s natal, Inglaterra, tambi�n describen nuestro propio paisaje pol�tico actual y la dificultad de identificarnos con la plataforma o agenda de ning�n partido. �l dijo: "los progresistas (lo que hoy se describe como liberales) quieren seguir cometiendo errores y los conservadores no quieren corregir los errores ya realizados."

Nuestros cr�ticos dir�n que estamos tratando de imponer nuestros puntos de vista - pero para citar a Juan Pablo II de nuevo: la Iglesia no impone, propone. Nos involucramos en la plaza p�blica porque estamos convencidos de que tenemos algo que aportar, tenemos una propuesta que hacer sobre lo que se necesita para el florecimiento de la persona humana en la sociedad.

Tenemos algo que decir, tenemos una palabra para compartir, esa palabra - por supuesto - es Jes�s. Uno de los temas principales del Concilio Vaticano II - un tema que se desarrolla en los magisterios tanto de Juan Pablo II y ahora de Benedicto XVI - es que en Jesucristo, porque �l es verdadero Dios y verdadero hombre, encontramos no s�lo la verdad sobre qui�n es Dios, encontramos tambi�n la verdad sobre qui�n es el hombre - lo que somos - lo que es nuestra dignidad - lo que es nuestro destino.

En tres semanas, el Papa Benedicto viajar� a Cuba �como peregrino de la caridad�. En los �ltimos 16 a�os he viajado a Cuba varias veces.  Yo he ido para apoyar a la Iglesia especialmente en la labor de Caritas, el brazo de la pastoral social de la Iglesia Cat�lica en Cuba. Cuba hasta hace poco era un estado oficialmente ateo - ahora se llama un "estado laico". En Cuba, se puede ver lo que dijo Benedicto XVI sobre "un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza". Para el cubano de hoy, sobretodo el joven, la esperanza significa salir de la isla. Lo poco que de la sociedad civil existe en la Cuba de hoy existe gracias a los esfuerzos de la Iglesia Cat�lica - y de C�ritas. Y si Cuba va a encontrar su camino en la transici�n a una era post-Castro, si los j�venes van a poder realizar un futuro de esperanza, sin la emigraci�n, la Iglesia Cat�lica tendr� que jugar un papel importante. 

Juan Pablo II fue a Cuba como un mensajero de la verdad y la esperanza y la Iglesia en Cuba �como la Iglesia en cualquier lugar - tiene que ser: un mensajero de la verdad y la esperanza. Esto es el reto de la pastoral social de Ia Iglesia. De esta manera podemos cumplir con nuestro deber como ciudadanos y como fieles.

Recuerdo que, hace unos a�os, el cardenal Ortega de La Habana dio un discurso a una reuni�n de agentes pastorales en Puebla. All�,  habl� con franqueza acerca de las dificultades que la sociedad cubana enfrenta hoy en d�a. No se hac�a ilusiones de que la tan esperada "transici�n" ser�a una tarea f�cil. Se�al� que Cuba parece estar pasando de un materialismo ideol�gico - representado por el marxismo-leninismo - al materialismo pr�ctico, que conocemos bien en nuestra cultura de consumo..

Hablando de las dificultades experimentadas por la Iglesia (y que a�n las experimenta) - las limitaciones en sus derechos, la persecuci�n hist�rica (recuerden que �l mismo pas� alg�n tiempo en un "campo de reeducaci�n"), la intimidaci�n, la discriminaci�n, etc. - se�al� que el comunismo no se opuso a la Iglesia a causa de lo que ella dec�a acerca de Dios, de la Sant�sima Trinidad, la Eucarist�a, o la piedad mariana - ninguna de estas cosas realmente molestaban a los comunistas.  El problema que los comunistas ten�an con la Iglesia no se trataba de lo que ella hablaba acerca de Dios, sino de lo que dijo (y dice) del hombre, del ser humano. Y  esto no se va a cambiar por moverse de un materialismo ideol�gico hacia  a un materialismo pr�ctico.

Y este es el caso en nuestra sociedad. Cuando el New York Times critica a la Iglesia cat�lica - s�lo para ofrecerles un ejemplo - no se trata de nuestra manera de hablar de Dios, sino de nuestra manera de hablar del hombre.  Ellos no est�n de acuerdo con nosotros � no tanto por nuestras creencias de Dios (esto no les molesta porque no les interesa.) Ellos discrepan de nosotros por nuestras creencias sobre la persona humana. Sostenemos que el hombre es una criatura hecha a imagen y semejanza de Dios (la �nica criatura que Dios hizo por s� mismo para que pudiera compartir con �l la vida eterna). Que hemos sido creados para algo m�s que la muerte es la ra�z de nuestra esperanza. Creemos que el hombre est� abierto a lo infinito, que su vida y su dignidad trascienden a esta vida terrenal. Creemos que el hombre si importa.

Debido a que el hombre importa, nuestra manera de hablar del hombre es importante. Las antropolog�as reductivas  de la sociedad actual son responsables de la crisis de  esperanza que afecta al mundo moderno -y los males sociales de nuestro tiempo, ya sea que hablemos sobre el aborto, la promiscuidad, el abuso de drogas, la desintegraci�n de la familia - estos males sociales son un s�ntoma de esta crisis de  desesperanza. Como Juan Pablo dijo en Centisimus Annus, el comunismo en Europa fracas� no tanto por su econom�a ineficiente o por su anticuado ejercito. El Marxismo fracas� por su antropolog�a equivocada. No entendieron lo que es el hombre. Y nuestra sociedad, tambi�n influenciada por lo que el Papa Benedicto llama �la dictadura del relativismo� est� en camino al fracaso tambi�n por una antropolog�a err�nea. Los matrimonios �gay�, el sexo sin responsabilidad, el vivir solo por bienes materiales son manifestaciones de tal antropolog�a err�nea. Cuando usted piensa que usted o que su vecino no importan entonces �para que se preocupan por la paz y la justicia?

El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia se dedica a la propuesta de que el hombre si importa. De hecho, todo el cuerpo de la doctrina social cat�lica, inspirado por las ense�anzas de las Sagradas Escrituras pero tambi�n accesible a la raz�n humana, representa un esfuerzo de dialogar con el hombre moderno  porque creemos que el hombre nos debe importar.

Ahora bien, estas doctrinas, algunas veces, pueden parecer bastante complejas - y los argumentos muy dif�ciles. (Algunos han sugerido que la lectura de una enc�clica papal puede ser un buen remedio para el insomnio). Sin embargo, sugiero que la doctrina social de la Iglesia en su totalidad se puede resumir en una frase sencilla: ning�n hombre es un problema. Ning�n hombre es un problema. Cualquier antropolog�a que reduzca a la persona humana a ser un simple problema es defectuosa. Es una antropolog�a err�nea - indigna del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios.

Cuando nos permitimos pensar que un ser humano  es un problema, ofendemos su dignidad. Y, cuando vemos a otro ser humano como un problema, a menudo nos damos  permiso para buscar �soluciones� que por no reconocer su dignidad violan sus derechos. La tr�gica historia del siglo 20 muestra que pensando as� nos lleva a "soluciones finales".

Esta es la raz�n por la que la doctrina social cat�lica proclama una �tica positiva y coherente de la vida: ning�n hombre es un problema. Para nosotros, los cat�licos, por lo tanto, no hay tal cosa como un "problema del embarazo" - s�lo un ni�o por nacer que debe ser bienvenido a la vida y protegido por la ley. El refugiado, el migrante - aunque no tenga �papeles� - no es un problema. �l tal vez sea un extra�o, pero un extra�o que debemos abrazar como un hermano. Incluso los criminales - por todo el horror de sus cr�menes - no pierden su dignidad que Dios les dio como seres humanos. Ellos tambi�n deben ser tratados con respeto, incluso en su castigo. Esta es la raz�n porque en la ense�anza social cat�lica condenamos la tortura y trabajamos para la abolici�n de la pena de muerte.

En Cristo, para recordar lo que el Papa Juan Pablo II dijo, vemos el rostro divino del hombre y el rostro humano de Dios. Que Dios se hizo hombre en la Encarnaci�n, explica por qu� hacemos lo que hacemos en nuestra pastoral social - y por qu� lo que hacemos tiene el amplio alcance que tiene. Como el evangelio que hemos o�do en la Misa esta ma�ana nos indica: Jes�s es el cumplimiento de la ley y los profetas. En �l, nos encontramos con una esperanza que no defrauda. �l es la �ltima palabra de Dios. Esta Palabra - y no una ideolog�a o postura partidista - est� a la ra�z de nuestro ministerio social como Iglesia. Esta palabra se hizo carne de nuestra carne, sufri� y muri� en la cruz: porque cada hombre, cada ser humano importa.

Comments from readers

Susana Zirulnikoff - 03/10/2012 03:59 PM
After reading this message my body and soul were moved to tears of happiness and proud of the catholic faith. It's comforting to know that humanity can be saved after reading this powerful message; no doubt that God really existed and it's alive among us. This message saved my broken soul when I was loosing my faith in humanity; I'm very thankful to the catholic faith for rescuing my soul and for making me stronger in God's path no matter what happened around me...it's always a test after all!

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