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Columns | Monday, November 19, 2012

Jes�s, el verdadero gobernante del mundo

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El �ltimo domingo del �tiempo ordinario�, el 25 de noviembre de este a�o, se celebra la solemnidad de Cristo Rey.

A primera vista �ya que en la actualidad no somos gobernados por reyes�, podr�amos sentirnos tentados a considerar tal fiesta como una reliquia anacr�nica de una �poca remota. Sin embargo, la solemnidad de Cristo Rey �como instituci�n lit�rgica� es, en realidad, m�s bien reciente. Fue establecida no por un papa medieval, sino por uno bastante moderno, el Papa P�o XI, en 1925.

El Papa no se hab�a entregado a ning�n capricho de la fantas�a: de hecho, incorporar la fiesta de Cristo Rey fue m�s bien un recordatorio dirigido a un mundo que ya hab�a empezado a fingir que pod�a organizarse sin Dios. La Revoluci�n de Octubre de 1917 en Rusia ya se hab�a consolidado, y con ella, bajo el hechizo de ideolog�as seculares radicales, tanto de la derecha como de la izquierda, el siglo XX estaba en pleno camino de convertirse en el m�s violento y el m�s mort�fero de la historia.

Este fue el clima en el que naci� esta fiesta �y lo que tal vez motiv� al Papa a establecer esta fiesta, fue la revoluci�n de M�xico. All� se instaur� un gobierno revolucionario que persigui� a la Iglesia �y no s�lo a los obispos y los sacerdotes, sino a toda la comunidad de los bautizados� con una ferocidad paralela a lo que ya estaba ocurriendo en la Rusia sovi�tica. All�, en M�xico, miles de personas fueron asesinadas en aras de liberar al pueblo de la �superstici�n� religiosa.

Llevados ante los pelotones de fusilamiento, muchos murieron gritando: ��Viva Cristo Rey!� La Iglesia recuerda a estos m�rtires mexicanos: el d�a de la fiesta de uno de ellos, el P.  Miguel Pro, se celebra el 23 de noviembre. La historia de estos �cristeros� fue llevada recientemente a la gran pantalla en la pel�cula �For Greater Glory� (Cristiada).

Estos m�rtires, y los millones que murieron en los sucesivos holocaustos del siglo XX, nos recuerdan que cuando se pretende organizar el mundo sin referencia a Dios y su verdad, terminamos organizando el mundo contra el hombre mismo.

Si bien el establecimiento de la fiesta es reciente, el contenido de lo que celebramos es en realidad bastante antiguo: de hecho, es tan antiguo como el cristianismo. Decir que �Cristo reina� es el equivalente de lo que decimos en nuestra profesi�n de fe: �Jes�s es el Se�or�.

�Significa esto que, como cristianos, como cat�licos, nuestro objetivo debe ser establecer una teocracia �es decir, instaurar un gobierno que reconozca oficialmente a Jes�s como Se�or? Esta es, a menudo, la acusaci�n que se nos hace en respuesta a nuestros esfuerzos, como ciudadanos, para influir en las pol�ticas p�blicas en promoci�n del bien com�n. Hoy ning�n cat�lico serio argumentar�a contra el acuerdo, bastante bueno en pol�tica social, que los estadounidenses han alcanzado con la cl�usula de �no establishment�  (o separaci�n entre la Iglesia y el Estado) en la Constituci�n de los Estados Unidos. Sin embargo, el punto es que, aunque la Iglesia y el Estado se mantienen acertadamente separados, no debe haber separaci�n entre la religi�n y la sociedad, entre los valores personales y la conducta p�blica.

Seg�n San Pablo, hay dos maneras posibles de vivir: �ya sea para uno mismo o para el Se�or� (cf. Romanos 14: 7-9). Vivir �para uno mismo� significa vivir como si uno tuviera en s� mismo su propio comienzo y su propio final. Ello indica una existencia cerrada sobre s� misma, orientada s�lo a la propia satisfacci�n y gloria, sin perspectiva alguna de eternidad. Hoy en d�a, podemos ver a individuos y a sociedades enteras de personas que de hecho han optado por vivir para �s� mismas�.

Ante una presi�n tan grande a favor de vivir para uno mismo �a favor de pensar que todo gira alrededor de m�, y s�lo de m� hacemos bien, al final del a�o lit�rgico, en acordarnos de que Jes�s es verdaderamente Dios, y de que vivir �para el Se�or� significa vivir con �l a la vista, para su gloria y por su reino.

Y as�, cuando muchos pensaban que Dios deb�a ser desterrado de los asuntos del mundo �o al menos marginado hasta el punto de que en realidad no importara�, el Papa P�o XI, al establecer este d�a de fiesta, quiso recordarnos que Jes�s es el verdadero gobernante y juez del mundo.

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