
Cada cual da de lo que tiene
Monday, October 17, 2022
*Msgr. Jose Luis Hernando
Vivimos en un mundo lleno de violencia, arrogancias, insultos y agresividad. Por eso vivimos en guerra y nos falta la paz. Dicen que la paz en el mundo comienza por uno mismo. Ser capaz de vivir en paz, dando y creando paz, es una linda tarea. Si nuestro corazón está en paz con Dios, con nosotros y con los demás, entonces ese corazón es limpio y transparente y también nuestras obras y palabras comunicarán paz.
Hay una historia, bastante trágica, que nos puede ayudar a pensar y cambiar ciertas actitudes. Había una vez una persona arrogante y perversa. Para humillar a un pobre hombre, le regaló el día de su aniversario una bandeja llena de basura y desperdicios. El agasajado no se sintió afectado. Mas bien disimuló y, como un gesto de agradecimiento, quiso devolver algo lindo al que trató de humillarlo. Tiró la basura en una papelera, lavó la bandeja, la cubrió de flores y se la devolvió con este mensaje: "Cada cual da de lo que tiene".
Esta historia, cruel por un lado y por otro gentil, me hace recordar lo que hace varios años leí, nunca olvidé y a veces he tenido que aplicar a mi vida personal: "La única manera digna de responder a un insultoes hacer casoomiso del mismo. Si te es difícil hacer esto, trata de superarlo y no darle demasiada importancia. Si no puedes superarlo, tómalo con humor. Si no puedes hacer nada de esto, la cosa es más grave. Sería triste pensar que quizás te merezcas tal insulto".
No te entristezcas con la actitud de algunas personas. No pierdas la paz ni la serenidad. No permitas que nadie te quite esa riqueza. Piensa que la ira no es buena para la salud. El rencor daña al hígado y el resentimiento envenena el corazón. No te iguales a la persona que te insultó. Ella no cambiará fácilmente, pero tú no dejes que ella cambie tu paz en guerra y violencia.
Dicen que la serpiente cascabel, cuando se ve acorralada por el fuego, se siente tan airada y frustrada, que en vez de buscar una salida y salvar su vida, hace lo contrario: prefiere inmolarse entregándose a las llamas. Se destruye envuelta en un doble venero: el de su cuerpo y el de sus airados sentimientos.
Es triste ver personas que van envenenando y destruyendo sus vidas. Se dejan devorar por el fuego de la ira, del rencor o los desprecios. No son personas magnánimas, es decir de corazón grande. Al contrario, su corazón es tan raquítico y egoísta que en él no hay lugar ni para el amor y mucho menos para la paz. Por eso viven en guerra con ellas mismas, con sus familiares más cercanos y con todos los demás. Se crean sus propios enemigos a su antojo y gusto.
Hemos de dominar las reacciones impulsivas y emotivas, esperando y contando hasta diez o hasta mil, y siendo dueños de nosotros mismos. No arrojemos más leña al fuego de la ira. Conviene no perder la calma. Ser capaces de pedir perdón con humildad, aceptando nuestros defectos. Hay que pensar antes de hablar, sabre todo si es para insultar, juzgar o condenar.
Recordemos las palabras de Jesus: "Sean compasivos, como compasivo es vuestro Padre. No juzguen y no serán juzgados. No condenen y no serán condenados. Perdonen y serán perdonados. Den y se les Dara. Con la misma medida que midas, serás medido" (Lucas 6, 36-38)
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