
Y dejar que el Esp��ritu gu�e
Un d��a de emociones fuertes
Tuesday, July 23, 2013
*WYD2013 Pilgrims

Fotógrafo: COURTESY PHOTO | Frank Marrero
El Papa Francisco saluda a los jovenes despues de su llegada a Rio.

Fotógrafo: COURTESY PHOTO | Laura Lopez
Miembros del grupo de SEPI oran en la catedral de Rio por Oswaldo Paya y Harold Cepero, activistas cubanos pro derechos humanos, cuyo aniversario de muerte fue el 22 de julio.
Para comenzar, hoy 22 de julio 2013, marcó el primer aniversario de la muerte de dos valerosos católicos cubanos, ambos fuertemente comprometidos con la Iglesia, quienes perdieron sus vidas debido a su activismo pacífico a favor de la libertad y el respeto a los derechos humanos en Cuba. Con sus vidas, Harold Cepero Escalante y Oswaldo Payá Sardiñas nos dieron testimonio de entrega al Señor y al prójimo, y por eso hoy, los recordamos en oración.

Fotógrafo: COURTESY PHOTO | Laura Lopez
Vista de las calles de Rio llenas de jóvenes esperando el saludo del Papa Francisco.
A la hora de almuerzo, nos dividimos para poder hacer un trabajo misionero que estamos preparando, y esto nos permitió conocer y compartir con diversas personas. En lo personal, me tocó mucho presenciar la obra de un grupo de franciscanos quienes están atendiendo a los pobres, no solo dándoles ropa y alimento, sino ayudándoles a afeitarse y cuidando de ellos. Uno de ellos me explicó que esta es una de las formas de oración que los hace sentir más cercanos a Jesús, ya que en estos pobres, ven el rostro de Jesús, y pueden amarle a El, en ellos.

Fotógrafo: COURTESY PHOTO | Frank Marrero
Mientras esperan al papa, los jóvenes del SEPI se divierten con jóvenes de otras partes del mundo.

Fotógrafo: COURTESY PHOTO | Frank Marrero
Miembros del grupo de SEPI se retratan con un grupo de jóvenes colombianos.
¿Y qué decir de la llegada del Papa? La verdad es que no tengo palabras para describir la emoción. Es mi primera jornada y mi primera vez viendo a un Papa en persona. El Papa Francisco no nos dijo nada, pero tan solo con su mirada y dándonos su bendición, se sentía la presencia entre nosotros del sucesor de Pedro, el Vicario de Cristo, y los jóvenes respondían jubilosos ante su presencia.
Mañana será la misa de apertura en Copacabana. ¡Hasta pronto!
Permitirle al Espíritu que les guíe
Por Ronald Rivas
La semana pasada, cuando se reunía con los peregrinos de la Arquidiócesis de Miami, el arzobispo Wenski enfatizó firmemente que se visitara Río como peregrino y no como turista. Al no tener guía turístico, pero sí una gran dificultad con el idioma y sin planificar un itinerario, le hemos dado al Espíritu una oportunidad para obrar dentro de nosotros al abandonar aquellos lujos que más disfrutamos como turistas. Hoy, el Espíritu nos guió hasta la que consideramos nuestra parroquia prima en Río de Janeiro, Nuestra Señora de la Paz (nuestra parroquia en Miami es Prince of Peace, “Príncipe de Paz”).
En un principio, deseábamos visitar y hacer una corta oración antes de dirigirnos a Copacabana, donde habíamos planificado visitar algunas exhibiciones que nuestras hermanas y hermanos católicos han estado preparando para nosotros. Pero Dios tenía otros planes. Nos dijo que nos quedáramos un tiempo más.
Mientras admirábamos la arquitectura de la iglesia y comenzamos a rezar, notamos un grupo de damas. Una de ellas se dio cuenta de nuestra curiosidad y nos llamó hacia ellas. Mientras nos acercábamos, vimos un cristal que contenía un líquido parduzco.
“Recemos el rosario”.
“Toquen el cristal. Contiene la sangre de Juan Pablo II”.
Y así dio inicio nuestra peregrinación, con el Papa que comenzó la Jornada Mundial de la Juventud hace 29 años. Rezábamos en idiomas distintos, pero podíamos entendernos. Nuestra oración es que se abran y se limpien todos nuestros corazones para recibir el mensaje que nos trae el Papa Francisco: “Permítanme, pues, que llame suavemente a esa puerta. No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo”.

Fotógrafo: COURTESY PHOTO
Un peregrino de la parroquia Prince of Peace en Miami toca una reliquia con la sangre del Beato Juan Pablo II en la iglesia Nuestra Señora de la Paz en Rio de Janeiro.