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En el día de Navidad, la Antigua Promesa se cumple; el tiempo de la espera termina, y la Virgen da a luz al Mesías.

En el día de Navidad, Jesús nace para una humanidad que está en busca de libertad y de paz.

Nace para todos los seres humanos abrumados por el pecado, necesitados de salvación y sedientos de esperanza.

Aquella Nochebuena — cuando, en el silencio de la oscuridad y la pobreza, nació Cristo — ha iniciado un Nuevo Día, lleno de la luz de una esperanza inquebrantable, que disipa las tinieblas impuestas a los corazones humanos por el miedo y la desesperación.

A lo largo de los siglos, la gente ha clamado: ¡Ven, Señor, sálvanos! Dios ha escuchado, y responde con una sola palabra, su Verbo eterno. Esta Palabra, dicha al principio de los tiempos, trajo consigo la creación de todas las cosas, visibles e invisibles. Ahora bien, esta Palabra, ésta última Palabra, dicha en el tiempo, ha asumido nuestra carne mortal para que en Él, y con Él, y por Él, toda gloria y honor sean  dados, una vez más, a su Padre Eterno. Sí, el amor de la Palabra de Dios por su creación, ha entrado en el tiempo y el lugar de la criatura. Emanuel, “Dios con nosotros”, ha nacido.

En el evangelio de Lucas, el ángel les dice a los pastores: “Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Y así, en el día de Navidad, nuestra atención se dirige hacia el pesebre. En miles de iglesias — desde grandes basílicas hasta humildes capillas rurales — un pesebre realza la decoración litúrgica habitual. El pesebre, incorporado a la piedad popular católica por San Francisco de Asís, es la representación icónica del misterio de la Navidad, pues los íconos, en el arte de la Iglesia, están concebidos de tal manera que digan la Palabra de Dios por medio de los signos y los símbolos representados en el ícono.

Estamos invitados a contemplar este “ícono” de la Navidad. Vemos a los animales, a los pastores pobres, vemos a la madre que acaba de dar a luz. Vemos al asombrado pero protector José. Y vemos al bebé, acomodado en su cuna: un pesebre.

¿Quién podría imaginar que este pequeño bebé es el Hijo del Altísimo? Sólo ella: su madre. Ella sabe la verdad y guarda el misterio. La fiesta de la Navidad invita a cada uno de nosotros a participar de su mirada, y a mirar a este niño a través de sus ojos — a través de los ojos de la fe sencilla y firme —, para así reconocer en este niño el rostro humano de Dios.

Contemplar al Cristo Niño a través de los ojos de María, su primera discípula, hace de la Navidad una verdadera escuela de fe y vida, un campo de entrenamiento para que todos, por nuestra parte, asumamos los riesgos y las alegrías del discipulado, para llegar a ser como María, que fue bendecida porque escuchó la Palabra y la obedeció. En esta escuela de fe y de vida que es la Navidad, también nosotros, con la Virgen Madre, conocemos la verdad y nos convertimos en guardianes del misterio.

Dios ha cumplido su promesa. Dios ha hablado. Él nos ha dado su Palabra. Su Palabra es nuestra paz. Su Palabra es nuestra esperanza. Su Palabra es la misericordia. Su Palabra es Jesús.

Comments from readers

Sr. Lidia Valli - 12/29/2011 12:35 AM
Thank you Archbishop Wensky for your message. Our students and clients at the Marian Center had made a living and beautiful icon of the creche. Through them God continues to speak to us. Deo gratias.
MANUEL PEL�EZ,MA - 12/27/2011 04:37 PM
what a powerful message from our Archbishop. Jesus, is the maximun revelation of God the father. In Christ, revelation has been fullfiled and has been completed. Blessings. M+
Martha A. Rodriguez - 12/27/2011 02:52 PM
A beautiful message of Archbishop Thomas, he always touch my heart with his writtings. . I am bless I meet him when he was a Deacon at Immaculate Conception and even then his talks were inspiring. God Bless Him. We live in Ga. now but I enjoy receiving your articles.

Thanks and a Blees New Year
Richard Angulo - 12/27/2011 01:51 PM
Great post - God does keep His promises, He speaks to us today through the Holy Spirit, His Words are a live and will bring peace and hope to those of us who take make and time to read and or listen; but we must have 'one walk' in and with Jesus if we are to bring about continuity in change, and it starts with a heart likened to His.

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