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Feature News | Monday, May 13, 2019

Historias de la ordenación

Los amigos de quinto grado y las madres de los nuevos sacerdotes hablan sobre la 'asombrosa' ceremonia

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Vea también las historias que acompañan, fotografías y videos:

Los estudiantes de quinto grado de la escuela St. Bonaventure sostienen una pancarta que hicieron para su seminarista "adoptado", el P. José Enrique López, después de presenciar su ordenación, el 11 de mayo, en la Catedral St. Mary.

Fotógrafo: CRISTINA CABRERA JARRO | FC

Los estudiantes de quinto grado de la escuela St. Bonaventure sostienen una pancarta que hicieron para su seminarista "adoptado", el P. José Enrique López, después de presenciar su ordenación, el 11 de mayo, en la Catedral St. Mary.

MIAMI | Nueve estudiantes de quinto grado de la escuela St. Bonaventure, en Davie estuvieron entre las más de 1,000 personas que llenaron la Catedral St. Mary, el 11 de mayo, para ver y apoyar mientras el Arzobispo Thomas Wenski ordenaba a cinco nuevos sacerdotes para Miami.

Los alumnos de quinto grado habían adoptado a uno de esos nuevos sacerdotes – el P. José Enrique López – durante su año de diaconado. Mientras terminaba sus estudios, ellos rezaban por él, enviándole saludos en video y buenos deseos. También los visitó en persona. Los sacramentos, incluyendo las órdenes consagradas,  es el tema que se trata en la clase de religión de quinto grado.

Este es el segundo año que los alumnos de quinto grado de St. Bonaventure adoptan a un seminarista, y el segundo año que un pequeño grupo de la clase asiste a la ordenación – llevando, por supuesto, un gran cartel proclamando sus buenos deseos para su sacerdote adoptado.

"Es increíble. Los niños aprenden mucho. En lugar de enseñarles con un libro, pueden ver como es", dijo su profesora, Rosie DiLella.

La mayoría de sus alumnos, cuando se les preguntó, dijeron que habían visto bautismos y primeras comuniones. Algunos habían estado en bodas y confirmaciones. Ninguno había presenciado una ordenación – lo cual probablemente le sucede a la mayoría de los católicos.

"Ni siquiera saben lo que es una monja. No tenemos monjas en la parroquia. Es muy triste. (Pero) es maravilloso que nos dejen hacer esto", dijo DiLella, quien describió la ceremonia como una experiencia "asombrosa".

 

Carmen Amanda Acosta, madre del P. Yonhatan A. Londoño, se seca las lágrimas durante la ceremonia.

Fotógrafo: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC

Carmen Amanda Acosta, madre del P. Yonhatan A. Londoño, se seca las lágrimas durante la ceremonia.

Después de graduarse de la escuela secundaria en su Colombia natal, el hijo de Carmen Amanda Acosta tuvo que tomar una decisión: el sacerdocio o la medicina.

"Le gustó más ser sacerdote", dijo la madre del P. Yonhatan Londoño.

Está claro que ella alentó esa inclinación. Él recuerda que la acompañaba los domingos, cuando era niño, a entregan comidas caseras a los párrocos de iglesias cercanas. También sigue llevando la Comunión a los enfermos, visitándolos y compartiendo con ellos. Y lleva comida a los necesitados.

Incluso antes de casarse, recuerda que pensaba: "Si tengo un bebé, qué bonito sería que se hiciera sacerdote".

Cuando se casó y quedó embarazada, rezaba en las Misas diarias: "Oh, mi Señor, por favor, dame el regalo de un hijo que sea sacerdote." O una hija que entre a la vida religiosa.

"Él me envió un hijo amoroso", dijo Acosta, su único hijo. Ahora esta es su oración: "Que sea una persona santa. Que la Santísima Madre lo cuide por mí y lo proteja".

 

Mientras el recién ordenado P. Reynold Brevil da las bendiciones, posa con Ketty Descardes, la segunda desde la derecha, la mujer "que lo comenzó todo", su sacerdocio en la Arquidiócesis de Miami. También en la foto, su esposo, Francois, y otra amiga, Morosi Lila Louis.

Fotógrafo: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC

Mientras el recién ordenado P. Reynold Brevil da las bendiciones, posa con Ketty Descardes, la segunda desde la derecha, la mujer "que lo comenzó todo", su sacerdocio en la Arquidiócesis de Miami. También en la foto, su esposo, Francois, y otra amiga, Morosi Lila Louis.

Se describe a sí misma como la que "empezó todo". Ketty Descardes es la haitiana que acogió a Reynold Brevil cuando su vida tocó fondo. Después de nueve años de formación, incluyendo los votos temporales con los Redentoristas en su Haití natal, dejó la orden a punto de ser ordenado.

Vino al Sur de La Florida para asistir al funeral de su sobrino, el hijo de su hermana mayor, quien lo había criado desde los 6 años de edad. Descardes y su hermano lo encontraron orando intensamente ante el Santísimo Sacramento, en la iglesia St. Elizabeth Ann Seton, en Coral Springs. Pensaron que algo andaba mal: los hombres haitianos no pasan mucho tiempo en adoración.

El segundo día que lo vieron, decidieron hablar con él y escuchar su historia. Defraudada una vez por tratar de ayudar a un compañero haitiano, Descardes superó su escepticismo y le dio la bienvenida a Brevil a su casa. Ella le ayudó con los trámites de inmigración. Lo conectó con los sacerdotes arquidiocesanos y con el director de vocaciones, y le ayudó a llenar formularios y solicitudes.

Después de un año, entró al seminario de la Arquidiócesis de Miami, preparado para otros nueve años de estudio. Afortunadamente, sólo fueron cinco. Ella y su esposo, François, le ayudaron a mudarse al seminario, como los padres ayudan a sus hijos a mudarse a una residencia universitaria.

En la Misa de ordenación, Descardes llevó los regalos del ofertorio junto a las madres de los otros sacerdotes.

"Creo que el Señor quería algo más grande para él", dijo después de la ceremonia. "Le llevó 18 años llegar a este día. Su perseverancia es fuera de lo común".

 

El P. Elkin Sierra toma un descanso de dar bendiciones para posar con su familia, desde la izquierda: su hermana Ana, su madre Stella, uno de sus sobrinos Vincent, de 18 años, y su hermano Luis, que también es bombero/paramédico.

Fotógrafo: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC

El P. Elkin Sierra toma un descanso de dar bendiciones para posar con su familia, desde la izquierda: su hermana Ana, su madre Stella, uno de sus sobrinos Vincent, de 18 años, y su hermano Luis, que también es bombero/paramédico.

La perseverancia también marcó el camino del P. Elkin Sierra hacia el sacerdocio.

"Nunca he visto a alguien perseguir un sueño con tanta concentración", dijo su hermano, Luis Sierra, quien siguió a su hermano mayor en la carrera de bombero/paramédico. El P. Sierra dejó esa tan satisfactoria profesión por el sacerdocio, a sólo cuatro años de poder jubilarse con una pensión completa.

Uno de sus compañeros de trabajo dijo que no estaba sorprendido. "Sabíamos que vendría", dijo Humberto Quintela, quien trabajó en el Cuerpo de Bomberos de Miami-Dade con el P. Sierra durante 17 años. "Porque hablada de ello, de vez en cuando, durante años".

 

Aunque el P. José Enrique López es su único hijo, su madre, Lissette Álvarez, ve su ordenación desde una perspectiva de fe. "Dios me lo quitó", dijo ella. "Si es él, está bien".

El recién ordenado P. José Enrique López bendice a un estudiante de quinto grado de la escuela St. Bonaventure, en Davie. La clase de quinto grado lo "adoptó" el año pasado como parte de sus lecciones sobre los sacramentos que incluye las órdenes consagradas. Esta fue la primera ordenación que vieron los nueve niños que asistieron. "Es increíble", dijo su maestra, Rosie DiLella (en la parte trasera). "Los niños realmente aprenden mucho. En lugar de estudiar los libros, pueden verlo directamente".

Fotógrafo: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC

El recién ordenado P. José Enrique López bendice a un estudiante de quinto grado de la escuela St. Bonaventure, en Davie. La clase de quinto grado lo "adoptó" el año pasado como parte de sus lecciones sobre los sacramentos que incluye las órdenes consagradas. Esta fue la primera ordenación que vieron los nueve niños que asistieron. "Es increíble", dijo su maestra, Rosie DiLella (en la parte trasera). "Los niños realmente aprenden mucho. En lugar de estudiar los libros, pueden verlo directamente".



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