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Feature News | Friday, September 06, 2019

Donen, pero no ropa

Donar dinero a las víctimas de sastres es mejor, dice un experto

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MIAMI | Cuando ocurre un desastre, la generosidad de las personas brilla. La gente verdaderamente quiere ayudar.

Esta semana, les tocó a los vecinos de La Florida en las Bahamas, que durante 36 horas soportaron la furia del segundo huracán más potente del Atlántico desde 1950. Hace dos años, amigos y familiares en Puerto Rico sufrieron los embates de María, otra tormenta de categoría 5. Hace nueve años, fue el siempre afligido pueblo haitiano, golpeado por un terremoto de 7.0 grados en la escala de Richter.

Pero según los expertos en ayuda en casos de desastre, vaciar nuestros armarios de ropa y zapatos, suéteres y mantas sin usar puede ser contraproducente. Incluso donar cajas de agua embotellada y toallas de papel, ciertamente necesarias y algo encomiable, puede que no sea la manera más eï¬ciente de ayudar a las víctimas de los desastres naturales.

La mejor manera es con donaciones monetarias. El dinero se puede usar para comprar suministros a granel y entregarlos de inmediato. El dinero se puede utilizar para reactivar la economía local, lo que permite que las comunidades se puedan poner de nuevo en pie. El dinero garantiza que los artículos enviados en realidad sean los necesarios, no sólo inmediatamente después de la catástrofe, sino meses más tarde, cuando la recuperación esté en curso.

“Las agencias que brindan ayuda en el lugar son las que realmente saben lo que es necesario. Por eso es mejor darles los recursos para que puedan adquirir lo que se necesita a nivel local. Ayuda a que las empresas vuelvan a funcionar en el territorio”, declaró Peter Routsis-Arroyo, director de Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Miami.

Explicó que para organizar, empacar y enviar los artículos donados se necesita una “enorme cantidad de mano de obra” y fondos de la agencia. “Si sólo se les envía el dinero, no hay necesidad de esos gastos”. Y ni mencionar que algunos artículos sólo pueden ser necesarios los primeros días.

“Durante los dos primeros días, tal vez necesitan alimentos listos para comer, eso es todo”, indicó. Cuando comience la reconstrucción, surgirán otras necesidades, proceso que pudiera llevar años en lugares tan afectados como las Bahamas y Puerto Rico. Los que sufrieron a Andrew en el sur de Dade pueden dar fe de ello.

Sin embargo, cuando ocurre un desastre en cualquier parte del mundo, la iglesia Católica tiene una clara ventaja para ayudar: una red de iglesias y agencias con profundas raíces y vasto conocimiento de las comunidades afectadas. Tienen “botas sobre el terreno”, como se dice, que ya están organizadas porque han ayudado a la gente mucho antes de que ocurriera el desastre, y continuarán haciéndolo mucho después de que desaparezca de los titulares.

En el caso especíï¬co de la trayectoria destructiva de Dorian a través de las Bahamas, la Arquidiócesis de Miami tiene muchos vínculos con la Arquidiócesis de Nassau. Hace una década, los sacerdotes del Tribunal Metropolitano de Miami ayudaron a Nassau a establecer su Tribunal. Durante años, miembros de la Cofradía de Damas de las Bahamas se han unido a miembros del Consejo Arquidiocesano de Mujeres Católicas de Miami en su convención anual, acompañadas en ocasiones por el Arzobispo de Nassau, Mons. Patrick Pinder.

“Hemos estado en comunicación constante con el Arzobispo Pinder”, informó RoutsisArroyo, y añadió que lo que el líder católico enfrenta “es abrumador”.

“Nos envía una lista de lo que necesita, y para nosotros es más fácil recolectar dinero, comprar al por mayor, no tener que pagar impuestos ni nada. Tenemos amigos de la agencia que lo enviarán de manera gratuita, y él sabe cómo hacerlo llegar a quienes conoce allá”, explicó el director de Caridades Católicas.

Esos “amigos” incluyen compañías navieras y personas adineradas que ofrecen cubrir los costos o entregar los productos sin cargo alguno.

Por lo regular, el trabajo de ayuda en un país extranjero es realizado por Catholic Relief Services, la agencia de los obispos estadounidenses para dar ayuda en el exterior. Pero Routsis-Arroyo explicó que CRS no tiene oï¬cinas en las Bahamas, “por lo que trabajan con el arzobispo y Cáritas a nivel local”.

Cáritas es como se llama a Caridades Católicas en muchos países. Es la palabra latina para “caridad”.

Sin embargo, a muchas personas no les gusta dar dinero, porque no saben cómo se gastará o si realmente ayudará a las personas que más lo necesitan. Pero lo mismo se puede decir sobre los artículos donados.

“Cuando se ayuda a Caridades Católicas, el ciento por ciento se destina a los esfuerzos de auxilio. Nada se destina a la administración”, aseguró RoutsisArroyo.

Encontró un lado positivo en el hecho de que La Florida y muchas islas del Caribe se salvaron de cualquier daño de Dorian.

“Nos podemos concentrar en las Bahamas”, sostuvo. “Dios sabe que ahora tienen que reconstruir la mitad de su economía”.

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