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Columns | Thursday, February 09, 2017

El Congreso debe arreglar nuestro quebrantado sistema de inmigraci�n

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Vivimos en un momento en que las instituciones y las personas que las representan (es decir, el sistema) han perdido credibilidad: esto es verdad si hablamos sobre la academia, los negocios, la prensa o la Iglesia. Esto explica, en gran parte, la explosión populista en todo el mundo occidental. El populismo de izquierda culpa a las “élites económicas”, mientras que el populismo de derecha se opone a las élites culturales e intelectuales. Un contragolpe contra la globalización y el multiculturalismo ha permitido que Donald Trump, un magnate inmobiliario y una estrella de la televisión, encabezara una insurgencia populista contra un establishment político que se percibía como "fuera de contacto", y que también se identificaba con esas élites.

En el Wall Street Journal, Peggy Noonan, al comentar sobre las ondas de choque —bienvenidas por algunos y angustiosas para otros— que la presidencia de Trump ya ha llevado a Washington, observó: "Las opiniones políticas de todo el mundo son ahora emociones, y todo el mundo expresa ahora sus emociones en sus rostros” (Wall Street Journal, 2/3/17). Esto se hizo claramente evidente en las protestas generalizadas que siguieron a las órdenes ejecutivas del Presidente Trump sobre los refugiados, y su prohibición relacionada con los viajes de éstos a Estados Unidos. La orden original suspende el programa de admisión de refugiados durante 120 días, reduce el número de refugiados admitidos de 110,000 a 50,000 y suspende el reasentamiento en Estados Unidos de los refugiados de Siria, Iraq, Irán y varios estados en conflicto de la región.

Las órdenes ejecutivas provocaron fuertes reacciones y temores. En el condado de Miami-Dade, el 1º de febrero, a raíz de las órdenes ejecutivas del presidente y del intento del alcalde de escapar a la etiqueta de "ciudad santuario", un estado cercano al pánico resultó en rumores (infundados) sobre redadas de inmigración en las calles, que se extendió como un incendio forestal entre los residentes indocumentados del condado. Las escuelas públicas reportaron un mayor absentismo, ya que los padres tenían miedo de enviar a sus hijos a clase.

Las órdenes ejecutivas fueron impugnadas en los tribunales, protestadas en las calles y criticadas fuertemente por líderes religiosos, incluyendo portavoces de los obispos católicos de los Estados Unidos, Catholic Charities y otras agencias. Y, como observó Peggy Noonan, “no hubo un republicano en Washington —ni uno—, en el Capitolio o dentro de la estructura del partido, que no calificara la orden en privado como un desastre”.

Pero, en última instancia, la culpa está en la incapacidad del Congreso para arreglar legislativamente un sistema de inmigración anticuado e inadecuado —y por lo tanto quebrantado. La reforma integral de la inmigración ha sido el asunto inconcluso del Congreso por más de 15 años. El sistema está roto. No aborda adecuadamente la necesidad de flujos laborales confiables, por lo que tenemos 11 millones de indocumentados en el país (que no duermen bajo puentes, sino que trabajan, aunque en la economía extraoficial).

Al mismo tiempo, el debido proceso para los solicitantes de asilo se ve seriamente comprometido por la sobrecarga de los expedientes y los insuficientes recursos de los abogados. Aunque algunos de los indocumentados optan por vivir al margen de la ley, la mayoría de quienes carecen de documentos adecuados en Estados Unidos, no causa daño a nadie, sino que trabaja esforzadamente para proporcionar mejores oportunidades a sus familias. Abrir un camino hacia la residencia legal y a la posible ciudadanía estadounidense para estas personas, permitiría al ICE (Immigration and Customs Enforcement) dedicar recursos a la captura de las “manzanas realmente podridas”: los criminales violentos y los terroristas, en lugar de perseguir a niñeras y trabajadores de los servicios de alimentos.

La Administración afirma que quiere implementar “un control extremo” para proteger al pueblo estadounidense. Pues que ponga en marcha cualquier “control extremo” que considere necesario. Pero el control no debe dar lugar a la intolerancia xenófoba o al nativismo. Ni tampoco el proceso de control debe demorarse: hay demasiadas vidas en peligro. Nuestro programa de reasentamiento de refugiados, por largo tiempo un ejemplo de cooperación entre el gobierno y las organizaciones confesionales, es un programa que salva las vidas de algunas de las personas más vulnerables del mundo.

Al mismo tiempo, el Congreso es responsable de nuestro quebrantado sistema de inmigración, y sólo el Congreso puede arreglarlo. Un punto de comienzo podría ser el revivir el Dream Act, que abriría un camino hacia la ciudadanía para quienes fueron traídos aquí cuando eran niños. Estos “soñadores” están ahora protegidos por DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals, o acción diferida para las llegadas en la niñez), una acción temporal de protección creada por el presidente Obama cuando el congreso no aprobó la llamada Dream Act, o Ley sobre los Soñadores. El Presidente Trump ha dicho que los “soñadores” no tienen mucho que temer. Pero en vez de confiarse en esto, el Congreso debe extender DACA con la Ley BRIDGE de inmediato, mientras se trabaja en los pasillos para darle una solución permanente y completa a nuestro quebrantado sistema de inmigración.

Comments from readers

Mimi - 02/17/2017 11:06 PM
Not all things are as viewed by everyone. The Catholic church has taken a very harsh position on our new President and his voters. Maybe due to our Pope coming from a Liberal culture. Being a Globalist is viewed by some as acceptance of everything in the world. To me there are border delienating different countries in the world that must be respected, just like there were borders in the Bible and just like the Vatican has walls and borders. Being a Globalist is perceived as acceptance of other cultures when it is not. A Globlalist doesnt believe in sovereignty of countries. The Pope has referred to Trump as a Populist and I ask arent all public figures populists? And no disrespect meant, even our Pope? Lets respect the other side of the coin and keep things that are of Religion that way. There are many Catholics that do not share the Pope's political beliefs and yet are devout Catholics. As Catholics we must supportt our President, the first President to openly support a great tenet of our church, Thou shalt not kill. Openly opposing abortion. He is not perfect but neither are most of us. Our country needs less divisiveness and more unity is what our church should be espousing. God Bless our country, our flag and all who live here. May God protect Trump and help him to help protect our Republic from all the extremist that wish to harm us and exterminate our religious beliefs and church. Pope Francis please represent and respect all the differing views of our church.. God Bless
Jon Smith - 02/15/2017 09:50 PM
When my wife went through RCIA, she was vetted by the church. One person in her group was denied entry because certain paperwork regarding a previous marriage wasn't completely to the satisfaction of the diocese. If acceptance into my faith is as narrow as the eye of a needle, then the church should also agree to that same eye as I want my countries immigration policy to be.
Fr Peter Kelleher - 02/15/2017 05:37 PM
Excellent statement, Archbishop. Best wishes to you and Richard! Fr Peter Kelleher, Diocese of Parramatta, Australia,
P. McDonald - 02/12/2017 01:28 AM
With respect, the Archbishop in particular, and the Catholic Church in the US in general, has far more pressing pastoral needs to address than to get involved in the immigration policy of the United States. To whit... poll after poll shows that 50% of the parishioners in American pews support abortion in all or most circumstances. That's 665,000 abortions per year in the US, or 1 abortion for every 5 live births. In the mean time, back on the ranch, the U.S. admitted and granted legal status to an average of over 1 million people per year between 2010-2015. The top regions that these immigrants arrived from were Mexico, India, China, Philippines, Cuba, Dominican Republic, Vietnam, South Korea, El Salvador, and Iraq. In other words, from every corner of the globe. In 2015, the immigrant population of the United States totaled over 46 million, which is 4 times the country with the next largest immigrant population (Germany at 12 million). So somehow this "broken" system has produced a far greater number of legal immigrants to the United States than any other country in the world by far, and the numbers have been increasing and accelerating steadily (and we have not even addressed the undocumented and their children who are automatically granted citizenship and not included in these numbers). Does this mean the system cannot be improved? Certainly not, but I am personally a bit weary at the perpetual sermonizing on all the flaws in our system without some balance in the discussion. The simple truth is that there is a limit to how many people we can reasonably accommodate and we have both a right and a duty to exercise control over that flow which the open borders advocates will never find tolerable no matter how many we find room for here. As to admonitions from the church, I suggest the Archbishop should spend more time worried about why half of his congregants ignore core church doctrine and less time flailing the US for not doing enough.
Steve Bowles - 02/10/2017 09:35 AM
Great piece. I just wish there was some way to hold countries accountable for making conditions so bad that whole populations, economic in Mexico and war in Syria, must flee.

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