By Jim Davis - Florida Catholic
FORT LAUDERDALE | Es la primera vez que la asamblea, de una semana de duración, de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por su sigla en inglés) se reúne en la Arquidiócesis de Miami. El Arzobispo de Miami, Thomas Wenski, anfitrión de la conferencia, se permitió disfrutar de la victoria.
Dijo que había invitado a la USCCB al Sur de La Florida hace años. Los obispos se reúnen cada otoño en el mismo lugar, Baltimore, pero su reunión de primavera puede ser en cualquier lugar. Este año, fue el turno del Sur de La Florida.
“Es agradable traerlos aquí y ponerlos un poco celosos”, dijo el Arzobispo Wenski, con una ligera sonrisa, el miércoles frente al salón de convenciones del Hotel Marriott Harbor Beach. Luego, recordando el clima de aquella tarde, añadió: “Pero ahora está lloviendo mucho”.
El Arzobispo Donald Wuerl, de Washington, D.C., fue filosófico sobre el clima. “Hay mucho en el programa, así que a menudo no podemos ver la iglesia local mientras estamos aquí”.
Pero no hay de qué preocuparse: la Iglesia local mostró su hospitalidad. Los miembros de la Oficina arquidiocesana de Culto entregaron bolsas de regalo con los temas de los dos aniversarios de la Arquidiócesis: el 50 y el 60. Dentro había barras de granola y “mariquitas”.
Las bolsas también tenían copias de los periódicos arquidiocesanos, tanto en español como en inglés, además de las revistas del Seminario St. John Vianney, en Miami, y el Seminario Regional St. Vincent de Paúl, en Boynton Beach. Por último, cada bolsa tenía una copia de “I Will Give You Shepherds” (Te daré pastores), un CD producido por el coro del Seminario St. Vincent de Paúl.
Para el Arzobispo William Skurla, de Pittsburgh, la visita desencadenó cierta nostalgia. Dijo que ha visitado Fort Lauderdale varias veces después de su graduación de la escuela secundaria en 1973.
“Ha perdido un poco su encanto”, dijo el Arzobispo, un prelado católico bizantino. Añadió con ironía: “No he visto a Annette Funicello o a Frankie Avalon”.
Pero más que eso, les esperaba a los obispos una Misa por la tarde, en la parroquia St. Pius X, a unas cuatro millas al norte del hotel.
El Libro de Liturgia era un volumen de 40 páginas, a todo color, que estaba claramente destinado a convertirse en un recuerdo. Alternando con la música y las lecturas había citas e imágenes de San Antonio de Padua, el santo del día. En las últimas 12 páginas había fotos con frases que relataban las seis décadas de la Arquidiócesis.
El director musical de la Arquidiócesis, Gustavo Zayas, dirigió un coro de 35 voces provenientes de iglesias de los condados de Broward y Miami-Dade. Los cantantes y los cinco instrumentistas guiaron a la congregación en clásicos como un Mozart y un canto gregoriano.
Pero esa era sólo una faceta de la Arquidiócesis. En un momento, un solista cantó un himno español, acompañado por una guitarra acústica. Y durante la ofrenda de regalos, algunas mujeres de la iglesia Notre Dame d’Haiti, de Miami, bailaron en el pasillo, con sus vestidos de carabela haciendo círculos.
“Es bueno ver la cultura y el arte”, dijo el Arzobispo Skurla.