By Cristina Cabrera Jarro -
SURFSIDE | Los capellanes que están en el lugar donde se derrumbó el condominio Champlain Towers South dicen que su función no es decir nada, sino simplemente escuchar.
“Lo único que recordarán es que estuviste con ellos”, dijo Martha Lohrstorfer, una voluntaria de la Cruz Roja que se encuentra entre varios capellanes —sacerdotes, rabinos, diáconos y laicos — que intentan consolar a los afectados por la tragedia.
“Que estés a su lado mientras lloran. No se necesitan palabras y, de hecho, si las usas, (a veces) no ayudas en absoluto”, dijo Lohrstorfer, una católica de Michigan y esposa de un diácono.
Ella estaba apostada en el muro conmemorativo para las víctimas, colocado en una valla de un campo de tenis, cerca de donde colapsó el edificio, el 24 de junio de 2021. Por días, observó cómo la gente iba a llevar flores, rezar, llorar o simplemente detenerse y mirar. Ella ejerce su ministerio escuchando y empatizando con las personas donde estén, emocional y espiritualmente.
“Eso es todo lo que estamos llamados a hacer. Es tan sencillo, pero es tan difícil porque el silencio es incómodo, y estar presente con una persona en duelo es incómodo, así que, para confortar realmente el espíritu humano, que es el objetivo de la atención espiritual en caso de catástrofe de la Cruz Roja, simplemente hay que estar presente”, dijo.
Antes de salir cada mañana, dijo que reza la Oración de Abandono escrita por el Beato Carlos de Foucauld. Comienza así: “Padre mío, me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo”.
Lohrstorfer dijo que cree que esta oración ha llevado a muchas personas angustiadas a acudir a ella, en busca de consuelo, a veces inexplicablemente.
En la Avenida Collins, unos cuantos edificios al norte del lugar del derrumbe, el diácono Thomas Hanlon, capellán del Departamento de la Policía de Miami- Dade, se encuentra apostado en el Centro Comunitario de Surfside, el lugar inicial de reunificación para los sobrevivientes y los familiares que buscaban a los desaparecidos. (Las familias han sido reubicadas en un hotel cercano, pero el centro sigue siendo un lugar donde la policía, los rescatistas y los voluntarios van a comer, reunirse y descansar).
El diácono Hanlon dijo, “nuestro rol es atender a todos. Todas las familias que están aquí”, incluidas las de St. Joseph, la iglesia más cercana al lugar del desastre.
A diferencia de Lohrstorfer, su trabajo consiste en ayudar a los funcionarios haciendo las preguntas difíciles.
“Lo que hacemos es preguntarles sobre quién ha desaparecido y hacer que hablen de la persona, y llevarles algo de consuelo, y oración”, dijo el diácono Hanlon.
Recientemente, estaba consolando a un judío cuya esposa seguía desaparecida tras el derrumbe del condominio cuando llegaron un rabino y un sacerdote.
“Lo agarré y le dije: ‘Estamos protegidos’“, recordó el diácono Hanlon.
El feligrés de St. Louis, en Pinecrest, y diácono hace 26 años, dijo que ya había trabajado en desastres, remontándose al vuelo 401 de Eastern que se estrelló en los Everglades, en diciembre de 1972, donde consoló a familiares y sobrevivientes.
“La muerte súbita es la más difícil de soportar. Es de gran magnitud”, dijo. “Hay que ser sensible a las necesidades de las personas”.
Este artículo apareció primero en la edición impresa de julio de 2021 de La Voz Católica.