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Columns | Friday, May 17, 2013

Se necesitan cristianos con columnas vertebrales fuertes

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Durante estas semanas despu�s de la Pascua, han ocurrido no s�lo aqu� en la arquidi�cesis, sino en todo el mundo, muchas celebraciones del sacramento de la confirmaci�n. Incluso el Papa Francisco presidi� una ceremonia de confirmaci�n recientemente en San Pedro, en el Vaticano, donde confiri� el sacramento a un grupo representativo de 44 j�venes de todo el mundo. Su mensaje no es diferente a los mensajes similares que ofrecen los obispos en ceremonias similares en todo el mundo. �Permaneced firmes en el camino de la fe, con firme esperanza en el Se�or. ��ste es el secreto de nuestro viaje! �l nos da el coraje de nadar contra la marea. Presten atenci�n, mis j�venes amigos: ir contra la corriente; esto es bueno para el coraz�n, pero necesitamos coraje para nadar contra la marea. �Jes�s nos da ese coraje!�

En muchas partes del mundo, la costumbre que antiguamente daba apoyo a la fe se ha visto erosionada por un laicismo agresivo, que pretende que la vida de la sociedad puede organizarse prescindiendo de Dios. Incluso aqu�, en los Estados Unidos, a pesar de las garant�as constitucionales de libertad religiosa, nuestra cultura popular es cada vez m�s hostil a la fe religiosa. Las instituciones p�blicas, ya sea en el gobierno o los medios de comunicaci�n, casi nunca tienen en cuenta el papel que juega la religi�n en la vida de la mayor�a de los estadounidenses, excepto para criticarlo.

En un documento que el ahora Papa Francisco ayud� a redactar, los obispos de Am�rica Latina dijeron en 2007: �una fe cat�lica reducida a un mero equipaje, a un conjunto de reglas y prohibiciones, a pr�cticas de devoci�n fragmentadas, a la adherencia selectiva y parcial a las verdades de la fe. . . (o) para moralizantes blandos o nerviosos, no puede responder a los anhelos espirituales del posmoderno siglo XXI o a su agenda de agresivo laicismo�.

Hoy en d�a, ser cat�lico confirmado no es f�cil. Para no sucumbir a la tentaci�n de la mediocridad, el recientemente confirmado y, de hecho, todos nosotros, necesitamos la valent�a de la fe, �el coraje de nadar contra la marea�. Como dijo el Beato Juan Pablo II hace unos a�os: �para todos los bautizados, es esencial pasar de la fe de la costumbre a una fe madura, que se exprese en opciones personales claras, convencidas y valientes�.

La deserci�n de miles de hispanos a las sectas protestantes, y el hecho de que muchos de nuestros j�venes abandonan la pr�ctica religiosa una vez que salen de la casa de sus padres, son indicativos de que la fuerza de la costumbre ya no es un medio eficaz para mantener a las personas leales a la Iglesia y sus ense�anzas. En el pasado, la fuerza de la costumbre dentro de una cultura que era favorable a la fe, dio lugar a un sentido de complacencia entre los sacerdotes y los fieles. Esa complacencia nos ha llevado a tolerar m�s de lo que hubi�ramos debido la inadecuada e incluso defectuosa formaci�n religiosa de nuestros j�venes.

Esto ha dejado a las generaciones futuras sin preparaci�n para nadar contra la marea de un laicismo radical que amenaza con suprimir la moral tradicional, basada en lo bueno y lo malo, y reemplazarla por otra basada en los deseos. La fragilidad de la familia, agredida diariamente por estas nuevas formas seculares, se hace cada vez m�s evidente a medida que las tasas de divorcio suben vertiginosamente y hasta las parejas del mismo sexo tratan de convertir sus uniones en parodias del matrimonio.

Como el exoesqueleto de la langosta, que la protege de los depredadores y las enfermedades, la �fe de la costumbre� proteg�a al creyente y al mismo tiempo lo �formaba� en la fe. La cultura secularista ha arrancado esa capa exterior de la costumbre que en alg�n momento dio apoyo a la pr�ctica religiosa. S�lo una fe madura �liberada de falsos miedos, segura y que no se averg�ence de s� misma� puede ser testigo convincente de la verdad del Evangelio en el mundo de hoy. Tenemos que renovar el compromiso de que todos nuestros programas de formaci�n, especialmente los que involucran a los j�venes, nos desaf�en a asumir una fe madura �que se exprese en opciones personales claras, valientes y convencidas�. En otras palabras, el Santo Padre nos est� diciendo que, como el exoesqueleto de la costumbre favorable a la religi�n se ha quebrado, para proclamar la Buena Nueva en el tercer milenio tenemos que ser cristianos con �columnas vertebrales fuertes�, pues s�lo as� tendremos el �coraje de nadar contra la marea�.

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