By Araceli Cantero - Holguin Catolico

Fotógrafo: COURTESY | Araceli Cantero
Mons. Alfredo Petit durante una entrevista en la Casa Sacerdotal de La Habana. Nació el 24 de julio de 1936; fue ordenado el 21 de diciembre de 1961; fue ordenado obispo el 12 de enero de 1992; falleció el 7 de agosto de 2021.
LA HABANA, Cuba | En las redes sociales, los mensajes de condolencias son numerosos recordando la figura del obispo auxiliar emérito de La Habana, Mons. Alfredo Victor Petit Vergel, fallecido en la noche del 7 de agosto, en La Habana. Lo califican de hombre bueno, sacerdote dedicado, gran intelectual y maestro de sacerdotes.
“En paz descanse tan dedicado hombre de Dios, sacerdote intachable y un verdadero ejemplo de vida, testimonio fiel de una Iglesia de que supo mantenerse en tiempos duros y supo ser testigo con gran sabiduría y entrega”, escribió Mercedes Betancourt Echemendia en Facebook.
“Nos deja uno de los grandes de nuestra fe... Tocó las vidas y los corazones de muchos durante sus 60 años de sacerdocio. Fue un héroe genuino de la Iglesia cubana en un contexto de limitaciones y prejuicios” añadía Carlos R. Molina Rodríguez.
Para Ofelia Riverón, Mons. Petit ha sido “testimonio de una Iglesia que supo prevalecer en la persecución y el sufrimiento de sus hijos más fieles y supo guiar generaciones a Cristo con sabiduría y amor. Gracias por su vida”.
Leticia Fernandez Sopeña recuerda “las tertulias tan amenas en nuestra casa con él unos días antes de caer enfermo, pues con su férrea voluntad hacia porque lo trajeran aunque bajaba del carro con muchísima dificultad”.
Los testimonios van desbozando aspectos de este sacerdote, ordenado el 23 de diciembre de 1961, en Roma, en donde a partir de 1959 y durante tres años, hasta 1963, estudió teología en la Pontificia Universidad Gregoriana.
Nació el 24 de julio de 1936 y había ingresado en el seminario El Buen Pastor de Arroyo Aremas en 1954, en donde cursó la Filosofía y el primer año de Teología.
El pasado 2 de julio de 2020, el P. Toni Rodríguez publicó su biografía en la Revista Palabra Nueva de la Arquidiócesis de la Habana, que contiene detalles de su estancia, en 1966, en la UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), junto a dos sacerdotes y a presos comunes y en donde realizaba su labor pastoral, celebrando misas clandestinas en un cañaveral y la liturgia de la Palabra en horas de la noche —además de cercar el campamento con alambradas de púas que le destrozaban las manos. Por una orden militar en los inicios de 1967, el P. Petit y los dos sacerdotes dejaron el campamento.
Poco después, el arzobispo Mons. Evelio Díaz le nombró párroco de El Salvador del Mundo, en el Cerro. Y en febrero de 1970 el nuevo arzobispo Mons. Francisco Oves le nombró canciller, cargo que mantuvo hasta 1975. En 1976 fue nombrado por el Papa Pablo VI “capellán de honor” con el título de monseñor. Cuando Mons. Oves se enfermó, Mons. Pedro Meurice fue nombrado, en febrero de 1980, administrador apostólico y Mons. Petit fue de nuevo nombrado canciller.
En 1981, la Conferencia de Obispos le pide ser Rector del Seminario San Carlos y San Ambrosio. Todos estos años como párroco en el Cerro hasta que el nuevo arzobispo, Mons. Jaime Ortega Alamino, le confía la parroquia de San Francisco de Paula en la Víbora.
Para el obispo Silvano Pedroso Montalvo el encuentro con Mons. Petit en aquellos años “fue algo que cambió mi vida”. Asi lo contó días antes de ser ordenado obispo de Guantánamo-Baracoa
El padre Petit “se interesó por mí. Es el primer sacerdote que he conocido de tú a tú”, dijo entonces. “Su ejemplo ha sido decisivo en mi vida”. Dijo que “le admiraba mucho y él mismo se decía: Es un hombre inteligente, podría ser cualquier cosa en esta vida, y tener éxito, pero es un sacerdote con una vida sencilla, su casa está abierta a los jóvenes que entran y salen”, y esto le hizo pensar en su propia vida.
En La Víbora estaba el P. Petit cuando, el 5 de noviembre de 1991, fue nombrado obispo auxiliar de la Habana.
Como obispo, mantuvo numerosas encomiendas: vicario general con la vicaría que abarca La Víbora, Calabazar, Santiago de las Vegas, Rincón, el centro sur habanero y la Isla de la Juventud. Estaba al frente de la Comisión Episcopal de Ecumenismo, daba clases de Derecho Canónico en el seminario de La Habana, era vicario judicial y hasta 2019 impartió clases de gestión parroquial en el seminario.
En 2016, por motivos de edad, el Papa Francisco aceptó su renuncia convirtiéndose en obispo emérito. Permaneció en la Iglesia de Paula, que en sus terrenos alberga una residencia de sacerdotes mayores. El 27 de agosto de 2017 cesó como párroco de San Francisco de Paula.

Fotógrafo: ANA RODRIGUEZ-SOTO| FC
Durante una visita de la Orden de Malta en el 2011, el entonces Obispo Auxiliar de La Habana, Mons. Alfredo Petit, el Arzobispo Thomas Wenski y la Hermana Nadiezca Almeida de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, caminan por el patio del hogar para ancianas en los terrenos de la Parroquia San Francisco de Paula en la sección de La Víbora de La Habana.
El presidente de la Conferencia de Obispos Cubanos, Mons. Emilio Aranguren Echeverría. envió una carta al arzobispo de La Habana, Mons. Juan García Rodríguez, en la que le pide “coloques sobre el ataúd una rosa blanca que, de acuerdo a los versos martianos, cultivan aquellos quienes, como Mons. Petit, han sido capaces de poner la otra mejilla y siempre tender la mano con sinceridad y amor”.
Al dar la noticia de su muerte, la Parroquia de San Julián de los Güines, ubicada en el municipio Güines de Artemisa, recuerda los 60 años de sacerdocio de Mons. Petit y su servicio de 30 años como obispo. El escrito no lleva firma pero revela que el autor, posiblemente su párroco, el sacerdote Alfredo San Juan, fue alumno suyo en el seminario y por ello puede decir: “Quienes tuvimos la dicha de contarlo entre sus profesores nos hacemos eco de su profesionalidad y alto vuelo cultural. En cada turno de clases se daban la mano la educación y la instrucción, un caudal de sabiduría que de forma magistral y amena penetraba no solo en el conocimiento de los seminaristas sino también en el corazón de los futuros pastores”.
El autor ofrece notas sobre su modo de enseñar y su persona: “Su peculiar tono de voz grave, sus expresivos gestos, sus refranes, dicharachos y las ocurrentes anécdotas propias de quien ha vivido mucho”, se unían a las reflexiones más elevadas en torno a los cánones del Derecho Canónico; materia que impartía y que al decir de algunos: el Derecho con él no se hacía “cansón”. Y añade, “si bien algunos recuerdan al maestro, muchos no olvidamos su testimonio de buen pastor”.
La salud de obispo Petit se fue deteriorando en los últimos años y acudía a los encuentros diocesanos en silla de ruedas. A esta etapa alude el escrito:
“Así le hemos visto en estos últimos años, junto a la Cruz de Jesús, aguardando con alegre esperanza el día glorioso del encuentro con el Padre. Hoy ha llegado ese día y doy gracias por el regalo que ha hecho a la Iglesia en Cuba con su vida y obra y de modo particular a mi persona”.
Mons. Petit fue enterrado el 8 de agosto en el Cementerio de Colón en La Habana.
Este artículo salió publicado el 8 de agosto de 2021 en Holguín Católico, revista de la Diócesis de Holguín, Cuba.
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