Delegados de Miami hacen balance de la Convocatoria 2017

By Tom Tracy - Florida Catholic

ORLANDO | Una reunión nacional de la Iglesia, tan grande y sin precedentes, estaba destinada a evocar risa, lágrimas, debate intelectual, lenguaje directo y lenguaje motivacional, así como encuentros fortuitos y llenos de gracia entre laicos, clérigos, presentadores y un pequeño ejército de personal para el acontecimiento.

A las casi 40 personas de la Arquidiócesis de Miami que asistieron a la Convocatoria de Líderes Católicos 2017, uno de los mayores contingentes diocesanos de todo el país, les tomará algún tiempo desvelar y compartir en su totalidad en sus parroquias la reunión que tuvo lugar del 1 al 4 de julio.

La “Convocatoria de Líderes Católicos: La Alegría del Evangelio en Estados Unidos” fue una actividad exclusiva que convocó a unos 3,500 líderes católicos de Estados Unidos a pasar el fin de semana del 4 de julio para buscar, entre otras cuestiones, cómo identificar y evangelizar mejor las “periferias” sobre las que escribe el Papa Francisco.

El evento se realizó en el Hyatt Regency Orlando y el Centro de Convenciones del Condado de Orange.

Tan pronto finalizó la cumbre, el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, se reunió en privado con la delegación de Miami, y le pidió sus primeras impresiones, opiniones y lo que obtuvo del evento, además de que estableciera varias metas iniciales para la Iglesia en el Sur de la Florida.

El arzobispo Wenski también aportó sus propias reflexiones sobre cómo la gran cantidad de ponentes, presentaciones, sesiones de intercambio y conversaciones de la Convocatoria podría aplicarse a la región de Miami, que cuenta con muchas “periferias” únicas y “grupos invisibles” que representan un desafío para la evangelización.

El Arzobispo mencionó las zonas de escasos recursos económicos, los numerosos grupos culturales-nacionales latinoamericanos, los obreros, los estudiantes universitarios y las personas solteras que aparentemente se encuentran fuera de alcance y que tampoco pueden “hallar la Iglesia” o “ser encontrados por la Iglesia” sin un esfuerzo organizado, o alguien o algo que posibilite un acercamiento. 

 

Feligreses invisibles

“¿Podemos ir a buscar a los feligreses invisibles y descubrir quién es invisible para nosotros?”, preguntó el Arzobispo. “Hay mucha gente invisible para nosotros en Miami. ¿Cuántos no son hallados por la Iglesia y cuáles no hallan la Iglesia? Así es como defino a las ‘periferias’”.

La Madre Adela Galindo, fundadora de la comunidad religiosa de las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María, en Miami, participó en dos mesas redondas en Orlando. Dijo que la Convocatoria le reveló cuánto la Iglesia en su conjunto es como una clase de familia.

Dijo que, como hispana de origen centroamericano, nunca se ha sentido como miembro de una periferia en Miami. Pero la Iglesia necesita observar cuidadosamente quién está siendo excluido de la vida eclesial en el Sur de la Florida.

“Escuchamos mucho sobre las periferias, pero debemos ser muy específicos sobre las que tenemos en Miami, con un proceso de verdadero discernimiento y no solo con una reacción inmediata”, dijo la Madre Adela. “Esta Convocatoria nos permitió conocer la verdadera identidad de nuestra Iglesia para que seamos un ejemplo para la familia doméstica”.

La Hermana Ana Margarita Lanzas, también religiosa de las Siervas de los Corazones Traspasados y directora de religiosos de la Arquidiócesis, expresó: “Tenemos gente maravillosa en la Arquidiócesis de Miami y debemos llegar a ella e involucrarla”.

Agregó que, debido a las tendencias migratorias, la comunidad de Miami siempre ha tenido un gran corazón y una disposición abierta hacia los demás.

“La gente puede observarnos para ver cómo podemos acogernos mutuamente”, dijo la Hermana Lanzas. Considera útil la formación continua para el personal de la parroquia y de la Iglesia con el fin de reforzar la necesidad de contactos respetuosos y compasivos con el público en general.

Mons. Chanel Jeanty, vicario general de la Arquidiócesis, dijo que la Convocatoria desafía a todos a ser una Iglesia que “capacita discípulos, ofrece testimonio y sana a todo el equipo humano que tenemos”, dijo.

Dijo que se sintió muy conmovido por la charla final del obispo auxiliar de Los Ángeles, Robert Barron.

“La conversión de los corazones en la que trabajamos como Iglesia implica que debo confiar en mi vocación sacerdotal y en cada lugar y capacidad a la que me llama el Señor”, expresó Mons. Jeanty.

 

Los descorazonados

El P. Reginald Jean-Mary, párroco de Notre Dame d’Haiti Mission, en Miami, indicó que se sintió revitalizado por la Convocatoria. “Me parece que esto ha sido muy refrescante y me dio una sensación de renovación como Iglesia, animado como sacerdote y párroco”.

“Necesitamos evangelizar de una manera muy real y humana, donde los ‘descorazonados’ puedan hablar con otros ‘descorazonados’, porque la gracia está construida sobre la humanidad y no debemos temerlo”, añadió, y dijo que en particular se necesita llegar hasta donde los jóvenes se encuentran.

María Victoria Cimadevilla, miembro de la parroquia de Little Flower, en Coral Gables y quien llegó a la Convocatoria con una pequeña delegación de Coral Ga­bles llamada los Discípulos Cató­licos en la Plaza Pública, dijo que salió de la reunión con un mensaje sobre la necesidad de unidad en la Iglesia, “y la importancia de la educación católica y la doctrina católica, y cómo podemos com­partir la misión”.

José Juara, otro miembro de Little Flower y de Discípulos Católicos, dijo que esperaba que la Convocatoria tratara más directamente con las tensiones sociales y políticas evidentes en el mundo de hoy, y en particular durante las recientes elecciones presidenciales en los Estados Unidos.

“La preocupación que tenemos es un sentido de la visión en la Iglesia y las divisiones a lo largo de las líneas políticas, y eso se trató directamente”, dijo Juara, y agregó que los miembros de su grupo sienten la necesidad de una continuación más específica sobre la Convocatoria al regresar a sus hogares. “Si vamos a revitalizar nuestra Iglesia, todo el mundo necesita estar involucrado. Si lo logramos, habrá mucha esperanza para la Iglesia”.

Joan Crown, directora de la Oficina arquidiocesana del Respeto a la Vida, dijo que participar con la delegación de 40 personas puso de manifiesto la necesidad de conocer mejor a los compañeros de trabajo y los líderes católicos locales, además de solicitar apoyo a través de las líneas ministeriales.

“No quiero estar sola en el ministerio y a veces necesitas que la ‘familia’ te acoja”, expresó Crown.

El obispo auxiliar de Miami, Peter Baldacchino, recordó a los delegados que “el Espíritu Santo es quien nos hace un instrumento de evangelización” y el Espíritu Santo es quien ayuda a los individuos a superar sus propios temores e inseguridades para ser discípulos misioneros efectivos.

 

Cultura de encuentro

Otros delegados mencionaron los méritos de la amplia gama de sesiones de grupos que se presentaban dos veces al día y presentaciones muy equilibradas para diversos ministerios y temas de la Convocatoria.

“Me ha impresionado la ‘cultura de encuentro’ que se promueve en la Convocatoria y la articulación de los desafíos (evangelización y vida de la Iglesia) que ahora están sobre la mesa”, dijo el P. Elvis González, director de vocaciones de la Arquidiócesis. “Esos temas surgieron en las sesiones plena­rias, las conferencias principales y las sesiones de trabajo”.

El sacerdote dijo que llegó a Orlando con un interés especial en los temas que fomentan el desarrollo de los apostolados universitario y de jóvenes adultos, los que naturalmente se relacionan con el discernimiento vocacional, en un momento en el que parece cada vez más desafiante involu­crar a estudiantes universitarios distraídos por las redes sociales y una cultura bulliciosa.

“En los recintos universitarios hay tantos estudiantes que son católicos y que todavía no participan en los sacramentos”, expresó. “Algunos (delegados y oradores) dijeron que realizan viajes misioneros y programas misioneros como una manera de involucrar a los jóvenes, quienes regresan revitalizados y con una nueva perspectiva (de fe)”.

“Esta es una generación que quiere servir, dar y tener vocaciones significativas”, añadió el P. González.

Dijo que también disfrutó ponerse al día con antiguos contactos y colegas durante la Convocatoria.

Katie Blanco, presi­denta de la Corporación de Desa­rrollo de la Arquidiócesis, dijo que fue una de los pocos profesionales del área de recaudación de fondos y mayordomía o administración en la Convocatoria.

Indicó que asistió a una sesión titulada “The Feminine Ge­nius: The Role of Women in the Church” (El Genio Femenino: El Rol de las Mujeres en la Iglesia), donde “trataron el impacto de las mujeres en la Iglesia y cómo debemos trabajar para elevar a las mujeres dentro de su rol en la Iglesia, y evangelizar especial­mente a las mujeres jóvenes”.

Sin embargo, ninguna sesión abordó en específico la administración y la recaudación de fondos, aunque aclaró que casi todos los temas cubiertos se relacionan de alguna manera con el desarrollo.

“Es sorprendente que no haya una categoría para el desarrollo y la administración, porque la recaudación de fondos incluye un llamado a la conversión y es un ministerio en sí mismo”, señaló Blanco.

“En general, todo lo que la Iglesia hace se relaciona con la mayordomía: llegar a las periferias, el matrimonio y la vida familiar, la juventud, educar a la comunidad y promover el diezmo a la Iglesia. Todos están relacionados”, explicó Blanco.

 

Encarcelamiento

El diácono Edgardo Farías, que dirige el Ministerio arquidiocesano de Detención, formó parte de un panel de discusión el 3 de julio llamado “Reaching Out to Individuals and Families Affected by Incarceration” (Para Llegar a las Personas y las Familias Afectadas por el Encarcelamiento) durante el cual compartió algunas estadísticas reveladoras:

• En la actualidad, hay 2.4 mil­lones de personas encarceladas en los EE.UU.
• 5 millones de personas están bajo libertad condicional.
• 2.7 millones de niños tienen un padre encarcelado.
• Alrededor de 11 millones de personas se encuentran sin estado legal en los en Estados Unidos y temen ser deportadas o encarceladas.

El diácono dijo que informó a los delegados de la Convocatoria sobre la necesidad de pasar a un sistema penal que esté más en armonía con la justicia restaurativa que con la justicia punitiva, lo que no ayuda a las personas encarceladas.

“Me agradó participar en esto porque es una oportunidad para dialogar y cambiar nuestra cultura a una de vida y dignidad”, dijo, y añadió que estaba preocupado por el hecho de que en todo el país hay iglesias que son blanco de agentes de la ley que buscan personas para deportarlas.

Su esposa Mónica Farias, direc­tora del Programa para Menores Refugiados Sin Acompañamiento, de Caridades Católicas, se hizo eco de esa preocupación. Mani­festó que es crucial que la Iglesia mantenga su integridad como un lugar de acogida y seguridad. Dijo que asistió a una sesión el 3 de julio llamada “Renewing Hope, Seeking Justice: Understanding Migrants and Refugees” (Renovar la Esperanza, Buscar Justicia: Para Entender a los Migrantes y Refugiados).

“La parte interesante de la Convocatoria fue que me permitió establecer contacto con otras agencias para refugiados, obispos y diversos líderes”, dijo Farias, y agregó que pensaba regresar a casa con un mensaje para la comunidad católica en general.

“Tenemos que convertir la actitud de nuestras parroquias para que den la bienvenida y apoyen a los refugiados. Necesitamos educar a la gente”.

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