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Feature News | Monday, February 20, 2017

Dos anulaciones y una boda

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Los recién casados Jeannette Marrero y Daniel Colon pasan a través de la Puerta Santa, en la Catedral St. Mary después de su boda sacramental, en julio pasado. Después de un largo proceso para anular cada uno de sus matrimonios anteriores, los dos finalmente se casaron por la Iglesia.

Fotógrafo: COURTESY PHOTO

Los recién casados Jeannette Marrero y Daniel Colon pasan a través de la Puerta Santa, en la Catedral St. Mary después de su boda sacramental, en julio pasado. Después de un largo proceso para anular cada uno de sus matrimonios anteriores, los dos finalmente se casaron por la Iglesia.

MIAMI | Cuando los hijos de Jeannette Marrero conocieron a los hijos de Daniel Colón, formaron un vínculo que sus padres nunca imaginaron.

“Sus edades eran tan similares, que estaban felices de ver que la familia crecía en un instante”, dijo Marrero. “Ellos dijeron: ‘Unidos, jamás seremos vencidos’”. Fue una profecía que quedó probada una y otra vez, especialmente durante la prolongada búsqueda de anulaciones para los matrimonios anteriores de Colón y Marrero.

Por lo civil, han estado casados por 23 años. Pero a los ojos de la Iglesia, son recién casados que profesaron sus votos ante Dios el 30 de julio del año pasado en la Catedral de St. Mary. Entre los testigos de su unión sacramental: sus cinco hijos, ahora adultos, que presagiaron el momento hace años.

Marrero y Colón se conocieron en Puerto Rico. El matrimonio de cada uno terminó en menos de cinco años. Salir como jóvenes divorciados con niños no era una tarea fácil para ninguno. Pero se conocieron de una manera alegre: bailando.

“Una noche, el Señor lo puso en mi camino”, dijo Marrero. “Por lo que vio desde arriba, Papá Dios dijo: ‘Espérate un momento: aquí hay un muchacho solo y una muchacha sola. Tienen que unirse. Esto es lo que quiero: la pareja perfecta’”.

Jeannette Marrero y Daniel Colón posan en la puerta principal de la Catedral St. Mary después de su unión sacramental, el 30 de julio.

Fotógrafo: COURTESY PHOTO

Jeannette Marrero y Daniel Colón posan en la puerta principal de la Catedral St. Mary después de su unión sacramental, el 30 de julio.

Con el tiempo, su relación floreció, y el vínculo de sus hijos hizo que todo fuera más fácil. Al final, se casaron y vivieron nueve años en Puerto Rico antes de que el trabajo de Colón lo transfiriera a Miami.

 

La soledad y una plática con Dios

La Ciudad Mágica representó un choque cultural para la familia. La transición se atenuó cuando Colón comenzó su nuevo trabajo y los niños comenzaron la escuela.

Pero Marrero, que en aquel momento no trabajaba, se sentía sola. Entonces decidió tener una conversación seria con Dios. “La historia de una familia comienza en momentos difíciles. Es verdad que a veces tambaleas, y me agarré del Señor”, dijo Marrero.

“Hay ocasiones en que necesitas decirle a Dios cómo son las cosas”, agregó. “En aquella conversación, le dije que tenía miedo. No quería estar sola. Le pedí que mirara mis manos, porque Él conocía mis talentos y capacidades. Le conté todo entre lágrimas”.

Marrero se dio cuenta de que le faltaba un apoyo muy importante: una familia espiritual.

“Le dije al Señor, ‘Quiero una familia, pero una familia que Tú escojas para nosotros; una que te sirva, y a tu reino”, recordó.

En Puerto Rico, había asistido a Misa con sus hijos, pero su participación no había sido muy activa. Decidió que era hora de que ella y su familia se involucraran en la Iglesia para encontrar esa familia espiritual. La familia se inscribió en la parroquia de St. Agatha, en Miami, y pronto participó en el grupo de oración y adoración, el ministerio laico y los retiros de Emaús. Durante una confesión en un retiro de Emaús, Marrero reveló a su confesor que estaba divorciada, pero vuelta a casar por lo civil.

“El sacerdote me dijo que vivía en pecado, que no podía confesarme, que no podía recibir la Comunión. Obviamente, por ignorancia, la había recibido. Sentía que había construido una casa y un matrimonio feliz”, dijo.

Aunque decepcionada, otra oportunidad que cruzó su camino ayudó a que su matrimonio creciera espiritualmente. Oyó hablar de Matrimonios en Victoria, un movimiento internacional dirigido a fortalecer la fe y la relación de las parejas a través de retiros y reuniones semanales.

Como se acercaba su cumpleaños y Colón trabajaba siete días a la semana, ella le dijo que el retiro sería un regalo ideal para ambos. La experiencia les inspiró a iniciar el proceso de anulación para poder casarse con libertad en la Iglesia.

Por un mensaje de texto, Jeannette Marrero y Daniel Colón enviaron esta fotografía de sus manos sobre la puerta de la Catedral St. Mary para anunciar que finalmente se casaron por la Iglesia. Ataron el nudo sacramental, el 30 de julio.

Fotógrafo: COURTESY PHOTO

Por un mensaje de texto, Jeannette Marrero y Daniel Colón enviaron esta fotografía de sus manos sobre la puerta de la Catedral St. Mary para anunciar que finalmente se casaron por la Iglesia. Ataron el nudo sacramental, el 30 de julio.

 

La anulación y el “silencio de María”

Una anulación, formalmente conocida como “declaración de nulidad”, es una declaración por parte de un tribunal eclesiástico de que un matrimonio, aunque parezca válido de acuerdo con la ley de la Iglesia, en realidad falló en “al menos uno de los elementos esenciales requeridos para una unión vinculante”. No es lo mismo que un divorcio.

En 2007, Marrero y Colón se reunieron y llenaron los papeles necesarios con la ayuda de un defensor del Tribunal Metropolitano de la Arquidiócesis. Enviaron los documentos a su diócesis anterior en Arecibo, Puerto Rico.

Marrero llamaba con frecuencia, con la esperanza de que el proceso avanzara. Cuando visitaba a su familia allá, acostumbraba ir a las oficinas del Tribunal en la diócesis de Arecibo. Se enteró de que los papeles de su esposo habían sido trasladados a la diócesis de Ponce y Mayagüez porque allí se había casado.

Marrero persistió, pero los años pasaban. “Para el Señor, es una cuestión de perseverancia”, dijo. “No hay mucho trabajo, y no hay mucho problema. Sólo tienes que hacer el trabajo y seguir y perseverar”.

Una amiga le sugirió que escribiera una carta al Papa Francisco y explicara su situación. Aunque se resistió al principio, dijo sentirse inspirada porque “éste es un Papa que llama, escribe y da seguimiento”.

En marzo de 2015, la carta viajó a Roma con un amigo y fue entregada a una monja que la envió a las autoridades superiores. Alguien importante debió haberla visto, porque un mes más tarde recibió noticias de la diócesis de Puerto Rico.

“Les molestó que yo enviara la carta al Papa porque pasé sobre ellos y acudí a una autoridad superior”, dijo Marrero. Desde entonces, adoptó “el silencio de María” y no llamó más a la diócesis.

Otro acontecimiento ayudó su caso. En septiembre de 2015, el Papa Francisco publicó dos documentos destinados a agilizar el proceso de anulación. Uno de los cambios permite que las personas que se casaron en países o regiones fuera de su residencia actual inicien una anulación en la diócesis donde residen, en lugar de las diócesis donde se casaron.

Para mayo de 2016, tanto Marrero como su esposo habían recibido sus anulaciones. “Lo más importante es permanecer en comunidad”, dijo Colón mientras reflexionaba sobre la jornada emprendida con su esposa. “Si no estás en comunidad, olvídalo. No puedes hacerlo solo.

 

Una boda en la Catedral

Aunque St. Agatha es su parroquia de origen, Marrero dijo que Dios le puso en su corazón que pasara con sus dos familias — física y espiritual— a través de las Puertas Santas del Año de la Misericordia en la Catedral St. Mary.

Ese mismo mes recibieron sus anulaciones, se reunieron con el P. Christopher Marino, rector de la catedral, y el coordinador matrimonial Alfonso Balmaceda para llenar la solicitud de matrimonio. La fecha disponible más cercana era en julio.

“Nos dijeron: ‘Éstas son las mejores bodas. Son personas maduras y comprometidas’”, recordó Marrero.

Balmaceda y el P. Marino le explicaron cada momento de la ceremonia, e incluso tomaron tiempo para llevarlos por la catedral.

“Imagina que, a estas dos personas que tienen 23 años sin confesarse, sin recibir la Comunión, se les dé un recibimiento de esa manera”, dijo Marrero.  Ellos esperan que su historia inspire a otros en situaciones similares a buscar el matrimonio sacramental y continúen alimentando su relación.

“No ha sido fácil debido a toda la espera”, dijo Colón. “En la espera uno se desespera y comienza a dudar. Pero lo más importante fue que continuamos educándonos en la Fe. Si no fuera por eso, no estuviéramos en este proceso. Ahora, con el favor de Dios, queremos ayudar a otros matrimonios y parejas a pasar por esta misma experiencia”.


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Los recién casados Jeannette Marrero y Daniel Colon posan para la foto rodeados de amigos y familiares que los ayudaron durante su viaje espiritual. Su familia espiritual incluye a compañeros participantes en los retiros de Emaús, miembros de Matrimonios en Victoria, y como ellos, feligreses de la iglesia St. Agatha, en Miami.

Fotógrafo: COURTESY PHOTO

Los recién casados Jeannette Marrero y Daniel Colon posan para la foto rodeados de amigos y familiares que los ayudaron durante su viaje espiritual. Su familia espiritual incluye a compañeros participantes en los retiros de Emaús, miembros de Matrimonios en Victoria, y como ellos, feligreses de la iglesia St. Agatha, en Miami.

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