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Feature News | Friday, July 07, 2017

La Iglesia-Museo La Merced: La mejor embajada andina en el Sur de La Florida

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MIAMI | Impresionado por el arte colonial y arquitectónico de la Iglesia Santa María Magdalena, en Lima, Perú, el P. José Luis Menéndez, párroco de la iglesia Corpus Christi, en Miami pensó en construir un legado cultural de los inmigrantes peruanos en el Sur de La Florida.

Hace más de 12 años el sacerdote, de origen cubano, viajó a Lima, Perú, para trabajar con la Hermandad del Señor de los Milagros, una devoción muy arraigada en ese país, que se ha extendido al Sur de La Florida con la llegada de los inmigrantes peruanos.

Imagen de Santa Rosa de Lima, una santa peruana, pertenece a la escuela de pintura Cuzqueña, surgida en Perú en la época Virreinal. La imagen está colocada en uno de los altares pequeños ya con pan de oro.

Fotógrafo: ROCIO GRANADOS | LVC

Imagen de Santa Rosa de Lima, una santa peruana, pertenece a la escuela de pintura Cuzqueña, surgida en Perú en la época Virreinal. La imagen está colocada en uno de los altares pequeños ya con pan de oro.

En su viaje llegó a una iglesia que por fuera no es muy atractiva, pero, por dentro, le llamó mucho la atención el arte colonial y la decoración con cuadros de la escuela de pintura Cuzqueña, surgida en Perú en la época virreinal, y los altares tallados en madera y bañados en oro.

“Si esto lo tuviésemos en Miami. ¡No es una iglesia vieja! ¡No! ¡Mira ese palacio!”, recuerda haber pensado el sacerdote al entrar en la iglesia, construida en 1557.

Ulises Acosta explica el proceso de preparación de la madera para colocar el pan de oro. Acosta es uno de los tres especialistas que están colocando pan de oro en los altares de la Iglesia-Museo La Merced, de la parroquia Corpus Christi, en Miami.

Fotógrafo: ROCIO GRANADOS | LVC

Ulises Acosta explica el proceso de preparación de la madera para colocar el pan de oro. Acosta es uno de los tres especialistas que están colocando pan de oro en los altares de la Iglesia-Museo La Merced, de la parroquia Corpus Christi, en Miami.

Ulises Acosta muestra cómo se coloca la lámina de oro en una columna de madera de cedro tallada. Acosta es uno de los tres especialistas que están colocando pan de oro en los altares de la Iglesia-Museo La Merced, de la parroquia Corpus Christi, en Miami.

Fotógrafo: ROCIO GRANADOS | LVC

Ulises Acosta muestra cómo se coloca la lámina de oro en una columna de madera de cedro tallada. Acosta es uno de los tres especialistas que están colocando pan de oro en los altares de la Iglesia-Museo La Merced, de la parroquia Corpus Christi, en Miami.

Al regresar a Miami quiso traer un poquito de esa riqueza a territorio estadounidense y dejar un legado de los hispanos en este país que nos acogió a todos. “Los hispanos no pensamos en el legado”, expresó el P. Menéndez.

La comunidad cubana que es la más sobresaliente en esta parte del país: “Va a dejar la Ermita de la Caridad. Y ¿qué han hecho los peruanos en Miami?”, se preguntó.

De allí surgió la idea de construir la Iglesia-Museo Perú. La construcción empezó hace más de 11 años en los terrenos de la parroquia Corpus Christi. Al principio, con la colaboración de la comunidad peruana de la parroquia, se logró construir la mayor parte del edificio. Pero, por ser un proyecto muy ambicioso, se tuvo que pedir ayuda a las demás comunidades parroquiales, y lo que comenzó como Iglesia-Museo Perú, se convirtió en Iglesia La Merced.

La iglesia, aún por terminar, contiene pinturas, esculturas y documentos históricos. “Alberga la colección más grande de pintura virreinal de los Estados Unidos. Cuando se termine vamos a tener la iglesia más bonita, colonial, barroca de los Estados Unidos”, indicó el P. Menéndez.

El laminado

Ya desde 2013, en la iglesia se han realizado conciertos y otras actividades culturales.

Originalmente se había considerado sólo barnizar los altares: cuatro pequeños y el altar mayor, tallados en madera de cedro a mano por maestros ebanistas bolivianos, que recrean el periodo barroco sudamericano, entre los siglos XVII y XVIII.

Pero, en febrero del 2015, se empezó el laminado en oro de los altares con la técnica de la policromía, por tres especialistas cubanos.

Laminar cada altar pequeño tomó alrededor de cuatro meses. “Al principio hubo piezas a las que se les tuvo que retirar el barniz. Esa madera estaba saturada, porque absorbió varias capas de aceite de resina, y a la hora de hacer el tratamiento a base de agua (para el laminado) fue más complicado”, dijo Alexis Caser, especialista en colocar pan de oro.

Ahora se está trabajando en el altar mayor, a cuyas columnas se tiene pensado darles un fondo de color ocre “para darles una claridad mayor; que se vea más luminoso, más resplandeciente que los otros altares pequeños, porque allí van a estar las piezas más importantes, las imágenes religiosas con mayor valor dentro de la iglesia”, dijo Ulises Acosta, especialista en colocar pan de oro.

El laminado en oro auténtico logra una belleza final que no se consigue con la imitación del oro ni con otras técnicas que son poco costosas.

El pan de oro que se está colocando es oro de 23 quilates y medio.

“El problema de las iglesias virreinales bonitas es que están hechas con una belleza que es cara”, dijo el P. Menéndez, y añadió: “Estamos haciendo esto para que dure 300 años, estamos trabajando para dejar un legado”.

“El oro es un metal muy noble, no se oxida y dura muchos años si tiene un buen trabajo de conservacon y curaduría”, indicó Acosta.

El proceso

La técnica que se está utilizando para colocar el pan de oro es de dorado tradicional con productos naturales. Se empieza colocando a la madera un pegamento orgánico que crea una película que va a agarrar las demás capas de preparación.

“Las bases de preparación ayudan a que cuando se coloque el oro y se pulimente, quede con brillantes y no se desprenda toda la base”, dijo Acosta. Luego se cubre con bol de Armenia y se empieza con el laminado, que “es colocar las láminas de oro, despacito. A pedacitos se va cubriendo la superficie que se quiere laminar. En este caso los relieves de la madera. El fondo se deja plano, sin laminación, para que con colores se le dé los efectos de profundidad”, explicó Acosta.

Las láminas de oro se pegan con una cola “siempre calientita, para que reblandezca los pasos anteriores que tuvo la pieza que se va a dorar. Se toma la grasa del rostro y se pega la lámina”, dijo Elizabeth Campillo, especialista en laminado en oro.

Cuando se pega el oro se debe pulimentar con piedras especiales: “Éstas le sacan la brillantez al metal; se frota hasta sacar el efecto que se desea lograr. El acabado es un proceso muy tedioso”, indicó Acosta, quien junto con Campillo y Caser trabajaron en la conservación y la restauración del patrimonio cultural en la Oficina del Historiador de La Habana, en Cuba.

Elizabeth Campillo, especialista en laminado en oro coloca las láminas de este metal en una columna de madera de cedro tallada. Campillo de origen cubano trabajó en la Oficina del Historiador de La Habana, en la conservación y la restauración del patrimonio cultural.

Fotógrafo: ROCIO GRANADOS | LVC

Elizabeth Campillo, especialista en laminado en oro coloca las láminas de este metal en una columna de madera de cedro tallada. Campillo de origen cubano trabajó en la Oficina del Historiador de La Habana, en la conservación y la restauración del patrimonio cultural.

Parte de una columna del altar mayor con pan de oro, de la Iglesia-Museo La Merced, de la parroquia Corpus Christi, en Miami.

Fotógrafo: ROCIO GRANADOS | LVC

Parte de una columna del altar mayor con pan de oro, de la Iglesia-Museo La Merced, de la parroquia Corpus Christi, en Miami.

Campillo y Acosta aprendieron de Caser la técnica del laminado en oro cuando llegaron a Miami y empezaron el proyecto en la Iglesia-Museo.

Caser estudió en el Instituto Superior de Arte, en Cuba, y obtuvo una licenciatura de Conservación y Restauración de los Bienes Museables; luego trabajó en la Oficina del Historiador de La Habana, y por su trabajo conoció Varsovia, Cracovia y el Museo Del Prado, en España.

En La Habana trabajaba restaurando piezas, documentos en papel y lienzos. Así conoció a una persona que le dijo que en Estados Unidos apreciarían su trabajo, y cuando llegó a Miami lo puso en contacto con la parroquia Corpus Christi.

“No teníamos idea de este proyecto; lo hemos ido conociendo con el P. Menéndez y con Ray Zamora (el director del proyecto para el Museo)”, contó Caser. Lo importante de este proyecto es que “acá en Miami este tipo de iglesia es muy atípica. Las iglesias son muy sobrias, vacías, como muy frías”, dijo Caser.

La grandeza del laminado en oro es que no se hace hoy en día. “Las iglesias y capillas se construyen con materiales y técnicas modernas. Esto es recrear el período barroco latinoamericano acá en los Estados Unidos. Creo que es la única iglesia con estas características en el país y mostraría a los norteamericanos lo que tenemos en nuestros países latinoamericanos.

Y es algo que también sería patrimonio de esta nación”, indicó Acosta.

“A esta plaza donde está la iglesia le deberían poner Plaza América”, señaló Caser.

Aunque el techo se va a quedar de color madera, aún falta laminar las lámparas; van a trabajar en las puertas de la entrada, también se va a cambiar los marcos de las obras que se van a quedar, para darle una uniformidad; probablemente el revestimiento se termine en dos años o un poco más.

Revestir la iglesia es muy costoso; quienes hasta ahora han ayudado “han sido el pueblo sencillo, los devotos del Señor de los Milagros, pero aún falta un millón y medio por terminar”, indicó el P. Menéndez.

Falta terminar los dos campanarios, la capilla y un pabellón que albergue otras obras de arte que el P. Menéndez ha ido coleccionando a lo largo de los años.

Pero cuando se termine, el P. Menéndez quiere colocar una placa con parte del texto que tiene la placa de la Estatua de la Libertad:

El P. José Luis Menéndez, párroco de Corpus Christi observa como Alexis Caser, especialista en pan de oro coloca las láminas de oro en una columna de madera de cedro tallada, en la Iglesia-Museo La Merced.

Fotógrafo: ROCIO GRANADOS | LVC

El P. José Luis Menéndez, párroco de Corpus Christi observa como Alexis Caser, especialista en pan de oro coloca las láminas de oro en una columna de madera de cedro tallada, en la Iglesia-Museo La Merced.

¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres
Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad
El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas.
Enviadme a éstos, los desamparados, sacudidos por las tempestades.
¡Yo elevo mi faro detrás de la puerta dorada!

“Eso se ha olvidado, y hoy ser inmigrante es casi un pecado. Este país está hecho por inmigrantes”, indicó el sacerdote, y agregó:

“Para nosotros, terminar esta iglesia es como un regalo para este país, que nos permitió empezar nuestras vidas de nuevo. Y que sea un recuerdo para los estadounidenses de que no solamente somos delincuentes. Nosotros somos también gente trabajadora que lucha por enriquecer a este país”.

Cuando se termine la iglesia La Merced, dijo el P. Menéndez, los países andinos van a tener la mejor embajada, una iglesia-museo, y se convertirá en la iglesia de las bodas.

Y lo más valioso que alberga la iglesia “es el amor con que se está haciendo; lo demás es material”, agregó.

Fachada de la Iglesia-Museo La Merced, construida con la colaboración de todas las comunidades que integran la parroquia Corpus Christi.

Fotógrafo: ROCIO GRANADOS | LVC

Fachada de la Iglesia-Museo La Merced, construida con la colaboración de todas las comunidades que integran la parroquia Corpus Christi.


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