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Columns | Wednesday, July 22, 2015

Jes�s nos ense�a a orar

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Más de veinte veces vemos en los Evangelios que Jesús se retiraba a orar en silencio y soledad.

Lo vemos entregado por completo a servir a todos, pero también lo vemos retirarse a orar en el silencio de la noche, en la soledad de la montaña, para encontrarse allí con el Padre, llenándose de su amor, que desborda luego a las multitudes.

Fotógrafo:

El Papa Francisco nos sirve de ejemplo: se levanta a las 5 de la mañana y hace una hora de oración; después prepara su homilía y sigue rezando hasta la Misa de 7. Durante el día acude muchas veces al Sagrario y, al terminar la tarde, pasa otra hora ante el Señor. De esa entrega a la oración saca fuerzas para todo lo que hace y dice en su vida tan ocupada. Con su testimonio nos invita a imitarlo.

En Mateo 6, Jesús nos dice: “Tú, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te premiará”. No basta con cerrar las puertas exteriores si nuestra mente es un torbellino.

Por eso, para poder orar bien, necesitamos controlar nuestras energías mentales para evitar la dispersión y podernos concentrar en nuestro interlocutor. Para lograr concentrarnos en la oración necesitamos tener método, orden y disciplina, tal como nos enseña el P. Ignacio Larrañaga, hombre de oración y fundador de los Talleres de Oración y Vida.

Les pedimos a quienes asisten a los Talleres que dediquen, al menos, media hora diaria a la oración. Le llamamos la Sagrada Media Hora.

Claro que les damos un material para emplear en esa media hora: un pasaje bíblico para refl exionar y meditar y la modalidad que se ha practicado en la sesión de esa semana.

De este Encuentro diario con el Señor saldremos con fuerzas a enfrentarnos a la vida con los criterios de Jesús.

Tenemos que ser perseverantes, dedicando, cada día, un tiempo a la oración. Recordemos que el tiempo es cuestión de prioridades.

Dedicamos tiempo a lo que damos más importancia en nuestras vidas. Tenemos que dedicar tiempo a la oración así como dedicamos tiempo a comer y a dormir.

Hay diferencia entre rezar y orar. Rezar viene del latín rezare, es decir recitar, mientras que orar viene del latín orare, que quiere decir hablar, solicitar. Para orar, basta con entrar en la intimidad con Aquel que sabemos que nos ama, sin necesidad de palabras.

Basta con quedarse en silencio en la Presencia del Señor.

Este trato afectuoso puede darse también cuando rezamos si tenemos el cuidado de no hacerlo mecánicamente, sino asumiendo las palabras que repetimos para que nos sirvan de puente para encontrarnos con Dios.

Podemos orar apoyándonos en una oración escrita. Podemos orar recitando el Padre Nuestro o cualquier oración aprendida, siempre que vayamos uniendo nuestra atención y voluntad con Aquel al que hablamos y al que escuchamos también.

Sabemos que la oración es un don de Dios pero también es arte, es decir, en ella se conjugan la gracia y la naturaleza. De nuestra parte está el preparar la naturaleza para encontrarnos receptivos cuando Dios nos dé su gracia como regalo.

Para conseguir esto, quisiera invitarles a que participen en un Taller de Oración y Vida. En un taller se aprende trabajando.

Aquí vamos a trabajar en la oración: con orden, método y disciplina aprendemos a orar, desde las más sencillas modalidades o modos de orar, hasta llegar a la contemplación.

Pero el Taller de Oración es también Taller de Vida. El tallerista va superando, paso a paso, el mundo interior de angustias y ansiedades, miedos y tristezas. Como efecto de una vivencia profunda de la Fe y el abandono, el tallerista va inundándose paulatinamente de una paz jamás imaginada. Se superan complejos y traumas, se logran estabilidad emocional y alegría de vivir.

Los Talleres se imparten en quince semanas, en sesiones de dos horas, una vez por semana. Para terminar antes de las vacaciones de verano y de Navidad, los damos dos veces al año, comenzando en la última semana de enero y de julio. Para recibir más información y saber en cuáles parroquias se impartirán, pueden llamar al 305-867-0661. No desaprovechen esta oportunidad de tener un encuentro personal y profundo con nuestro Dios y, como resultado, ser más felices.


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