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Blog_Christmas and the humbling of the wise men_S


Pareciera que todo lo que pudiera haberse dicho, ya se ha dicho sobre los pastores, los Magos y el Niño Jesús. Pero esa es una de las maravillas de la Escritura: la historia en desarrollo de la Iglesia se origina en las alegorías e imágenes inspiradas en la Palabra de Dios que no fueron reconocidas anteriormente. Por eso la historia familiar de la Navidad y su reconocido elenco de personajes arrojan luz sobre un año en el que la Iglesia se ha visto agitada por la contienda entre los pastores y los magos de nuestros días; entre aquellos que hoy escuchan ángeles cantando y aquellos cuya experiencia de la fe ha sido “desmitificada” e intelectualizada exhaustivamente. 

Conocemos a los pastores: campesinos pobres que, a pesar del temor inicial, hicieron lo que les ordenó el ángel. ¿Y los Magos? Eran científicos, intelectuales que debían superar muchos obstáculos para llegar a su destino en Belén, y para comprender lo que allí les sucedió. 

Estaba el obstáculo de la distancia, pues eran, como nos lo indica Mateo, hombres sabios “de Oriente”. (El mosaiquista que decoró la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, lo interpretó como Persia, y dio a los Magos radiantes vestiduras con lunares.) Independientemente de su procedencia, el asunto es que “llegaron de lejos”, algo que no era fácil de lograr en aquellos días, aun por científicos que seguían un GPS celestial. 

Pero el mayor obstáculo para los Magos fue su sabiduría o, mejor dicho, el orgullo intelectual que es una tentación constante para quienes viven sus vidas profesionales dentro de sus mentes. 

Como expresó Hans Urs von Balthasar en una homilía de Navidad, aquellos que son ricos en conocimiento deben tener gran agudeza mental para liberarse de sus limpios y ordenados conceptos, opiniones, perspectivas, experiencias y visión del mundo, antes de poder acercarse con humilde fe “a la tierra desnuda donde el Niño duerme en la cuna”. Luego, ante la cuna, deben ofrecer sus “riquezas intelectuales … a la santa pobreza”, al aceptar “la pobreza interior de todo el conocimiento humano (para poder encontrar) el camino hacia la pobreza divina”. 

Al empobrecerse a sí mismos ofreciendo sus dones y abandonando su orgullo intelectual, los Magos “se redujeron al nivel de los pastores, y por eso de estos dos grupos se puede formar una primera comunidad cristiana”. Y así ha sido desde entonces: todos nosotros debemos “llegar al nivel adoptado por Dios mismo en su Encarnación – el nivel de pobreza, cuna, huida…” Pero al llegar a la humildad que asumió el mismo Dios al asumir una naturaleza humana, permanecemos como somos: algunos son superdotados intelectualmente y ricos en los bienes del mundo; otros son pobres de varias maneras. Pero todos podemos ser uno en Cristo Jesús, como lo enseña san Pablo, porque todos hemos sido investidos por el poder del Señor para convertir nuestras vidas en un regalo a los demás. 

¿Qué tiene esto que ver con el pasado año en la vida de la Iglesia? Al menos lo siguiente: 

De acuerdo con la tradición, las reliquias de los Magos, aquellos intelectuales humildes, descansan en la catedral de Colonia, en Alemania. Eso ahora parece bastante providencial. Ninguna iglesia local ha invertido más en la vida intelectual durante los pasados dos siglos, que la iglesia alemana; de hecho, en la introducción de los comentarios críticos sobre la encíclica Veritatis Splendor, de Juan Pablo II, un teólogo alemán reclamó que Alemania asumía una responsabilidad especial por la teología católica. 

Sin embargo, el catolicismo alemán es esclerótico, y sus inmensas iglesias están prácticamente vacías. Es obvio que falta algo. Me parece que ese “algo” es la fe vibrante al estilo del Nuevo Testamento que se encuentra en la Iglesia Católica de África, cuyos líderes desafiaron a los líderes del catolicismo alemán en el Sínodo de 2014 para que permanecieran firmes en “la fe transmitida a los santos de una vez para siempre” (Judas 1:3). 

Los africanos parecen haber estado reviviendo el papel de los pastores de la Navidad cuando se regocijaron en la Buena Nueva. Sobre los Magos de nuestros días, pues los líderes alemanes católicos debieran reflexionar esta Weinacht (Navidad) en  las lecciones sobre la humildad intelectual que enseñaron los eruditos, cuyas reliquias se veneran en una de las grandiosas catedrales de Alemania. De igual manera debiéramos hacerlo todos los que nos dedicamos al negocio de las ideas. 

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