By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami
Cuando yo era un estudiante de la escuela parroquial del Sagrado Corazón, en Lake Worth, Florida, las Hermanas nos enseñaron a escribir en la parte superior de cada composición, de cada tarea: “J.M.J.”, que significa “Jesús, María y José”. Era una manera de hacer que hasta el trabajo de la escuela funcionara como una oración: una manera de elevar nuestras mentes y corazones a Dios. Bajo esta sigla, también escribíamos: “A.M.D.G.”, una abreviación de la frase latina Ad Majorem Dei Gloria, que significa: “Para la mayor gloria de Dios”.
Siempre debemos hacer lo que hacemos para la mayor gloria de Dios. Pero dar gloria a Dios se supone que es algo que nos hace esforzarnos —que fue, creo, el punto que las hermanas estaban tratando de enfatizar cuando también nos hacían escribir “A.M.D.G.” en nuestros trabajos. Uno no le ofrece mucha gloria a Dios sin darle su mejor esfuerzo.
A lo largo de los años, el noble pueblo de nuestra Arquidiócesis ha estado ofreciendo su mejor esfuerzo —un esfuerzo de sacrificio— en apoyo de la Campaña de Caridades y Desarrollo del Arzobispo (ABCD), que financia los ministerios de nuestra Arquidiócesis por encima y más allá de lo que sucede en nuestras parroquias. Este mes de enero, una vez más, hago un llamamiento a los fieles de la Arquidiócesis de Miami para que apoyen el ABCD.
Por supuesto, sé que algunos de nuestros feligreses, cuando escuchen a su párroco pedirles que hagan una promesa de sacrificio una vez más, podrían sentirse tentados de gritar: “¡Jesús, María y José!” Pero recordemos que todo esto es Ad Majorem Dei Gloria. Lo estamos haciendo “para la mayor gloria de Dios”.
En el siglo II, San Ireneo dijo que “la gloria de Dios es el hombre plenamente vivo” (Gloria Dei vivens homo). De eso es de lo que trata el ABCD: mediante su apoyo a los muchos y transformadores ministerios de la Arquidiócesis, los fieles católicos de la Arquidiócesis de Miami quieren que la gente se haga más plenamente viva en Cristo. Y lo hacemos de muchas maneras: por medio de Caridades Católicas, por medio de nuestros programas de educación religiosa, de nuestras escuelas católicas. Lo hacemos por medio del apoyo a nuestros seminaristas y sacerdotes. Lo hacemos en nuestros programas de preparación para el matrimonio; en nuestros ministerios laicos, que forman a las personas que servirán a los afligidos, a los discapacitados, a los encarcelados.
La fe en Dios, la fe en Jesucristo, consiste en invertir en las vidas de los demás y en hacerlo con decisión y audacia. Si invertimos nuestro tiempo, talento y tesoro de esta manera, entonces, como discípulos misioneros, podemos dar mucho fruto. Y haremos de nuestro mundo un lugar mejor.
Dios nos ha dado a cada uno de nosotros enormes tesoros, talentos en Cristo Jesús, su Hijo. Estos tesoros y talentos son la moneda de nuestra Fe, que si se invierte en hacer el bien, puede producir mucho fruto. Pero la Iglesia Católica en el Sur de La Florida sólo puede hacer lo que hace gracias a la generosidad de gente como usted, personas que, a pesar de los límites de sus propios recursos económicos, mantienen el apoyo a la Iglesia en su lista de prioridades más importantes.
De hecho, las necesidades de la Iglesia son apremiantes; y para cumplir con ellas debemos estar dispuestos a esforzarnos "para la mayor gloria de Dios".
Es por todo ello que me dirijo a ustedes, los fieles de nuestra Arquidiócesis, para que apoyen una vez más las buenas obras de nuestra Iglesia local por medio de su continuo apoyo a la Campaña de Caridades y Desarrollo del Arzobispo —el ABCD. Gracias a ustedes —y a su generosidad— la Iglesia de aquí, del Sur de La Florida —Unidos en la Fe, Unidos en la Esperanza y Unidos en la Caridad— hace tanto “para la mayor gloria de Dios” y por el bien de nuestros hermanos y hermanas, siempre necesitados de la Buena Nueva.
