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Article_Allow Jesus� loving gaze to transform you during Year of Mercy_S

Columns | Monday, November 30, 2015

Dejemos que la mirada amorosa de Jes�s nos transforme durante el A�o de la Misericordia

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Miserando atque Elegendo: Éste es el lema del Papa Francisco. Fue tomado del Evangelio de Mateo, y recuerda la vocación de Mateo. Mateo era un despreciado recaudador de impuestos y, sin embargo, Jesús lo vio con los ojos de la misericordia y lo eligió, diciéndole: “Sígueme”.

En su homilía en la fiesta de San Mateo, en Holguín, Cuba, Francisco dijo: “... (Jesús) lo miró con ojos de misericordia; lo miró como nadie lo había mirado antes. Y esta mirada abrió su corazón, lo hizo libre, lo sanó, le dio una esperanza, una nueva vida como a Zaqueo, a Bartimeo, a María Magdalena, a Pedro y también a cada uno de nosotros. Aunque no nos atrevamos a levantar los ojos al Señor, Él nos mira primero. Es nuestra historia personal; al igual que muchos otros, cada uno de nosotros puede decir: yo también soy un pecador en el que Jesús puso su Mirada”.

El 8 de diciembre, fecha que conmemorará el 50º aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II, iniciaremos el Año Jubilar extraordinario de la Misericordia. El pasado Domingo de la Misericordia, el Papa explicó sus razones para convocar este Año Santo. Él dijo: “¿Por qué hoy un Jubileo de la Misericordia? Simplemente porque la Iglesia, en este momento de grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer con mayor intensidad los signos de la presencia y de la cercanía de Dios”.

El encuentro con Jesús y su amor misericordioso transformó a Mateo. El Año de la Misericordia es también una invitación que se nos hace para que permitamos que la mirada misericordiosa de Jesús nos transforme. Su sentido no es el de recibir una especie de “salvoconducto gratuito para salir de la cárcel” del pecado, lo que sería dispensar una “gracia barata”. La gracia barata es la predicación del perdón sin requerir el arrepentimiento, el bautismo sin disciplina, la comunión sin confesión, la absolución sin la conversión personal.

Este Año Santo de la Misericordia no se trata de negar el pecado o la gravedad de sus consecuencias. Si no hay tal cosa como el pecado, entonces la misericordia es sólo un sentimentalismo más bien vacío y superficial. La Misericordia, para ser misericordia, debe ser siempre “el amor en la verdad”. El sentido del Año Santo de la Misericordia debe ser el de recordarnos que la misericordia de Dios es siempre más grande que nuestros pecados. Como alguien dijo una vez: “Cada santo tiene un pasado y todo pecador tiene un futuro”. La misericordia nos abre ese futuro.

El permitir que Jesús mire adentro de nosotros con sus “ojos de misericordia”, es negarnos a definirnos por nuestros pecados; también significa que nosotros, los que hemos experimentado su misericordia, no debemos definir a los demás por sus pecados. Permitir que Jesús nos vea a través de sus “ojos de misericordia”, significa que debemos transformarnos y escucharlo cuando nos dice, también a nosotros: “Sígueme”.

Como dijo Francisco en la conclusión del reciente Sínodo sobre la Familia, “El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios, de llamar a la conversión y de conducir a todos los hombres a la salvación del Señor”.

Dios no nos ama sólo cuando somos buenos o porque somos buenos. Él nos ama a pesar de nuestros pecados y fracasos; y es su amor, su amor misericordioso, lo que nos puede transformar y ayudarnos a descubrir la alegría del servicio.

El Año Santo de la Misericordia es una invitación que se nos hace para que experimentemos la presencia y la cercanía de Dios en nuestras vidas. Miserando atque elegendo, Jesús llama a los pecadores. Si la Iglesia fuera a publicar un “anuncio” en busca de nuevos miembros, ese anuncio podría decir: “Sólo los pecadores deben presentarse”.

Como dijo el Santo Padre en Holguín, hablando de San Mateo: “Es nuestra historia personal; al igual que muchos otros, cada uno de nosotros puede decir: yo también soy un pecador en el que Jesús puso su Mirada”.

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