Article Published

Article_12416165637334

Columns | Tuesday, April 17, 2012

�Quien es la piedra angular?

Sacerdotes que trabajaron muy de cerca con Mons. Agustín Román acompañan su cuerpo al entrar en la catedral de St. Mary para la misa fúnebre. De izquierda: Mons. Oscar Castañeda, el P. Juan Sosa, el P. Juan Rumin Dominguez, el P. Carlos Cespedes-Serrano, el P. Jose Luis Menendez y Mons. Pedro Garcia.

Photographer: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC

Sacerdotes que trabajaron muy de cerca con Mons. Agustín Román acompañan su cuerpo al entrar en la catedral de St. Mary para la misa fúnebre. De izquierda: Mons. Oscar Castañeda, el P. Juan Sosa, el P. Juan Rumin Dominguez, el P. Carlos Cespedes-Serrano, el P. Jose Luis Menendez y Mons. Pedro Garcia.

MIAMI - Concelebrando la Misa de 12 del mediodía el pasado viernes 13, y durante las visitas continuas de fieles que visitaban el féretro de Mons. Agustín Román, me preguntaba: Si me piden que diga algo, ¿qué puedo decir de este hombre, de este cristiano, de este sacerdote-obispo que siempre me recibió con una sonrisa y siempre me motivó al estudio, a la música y a la enseñanza?

Cuando escuché el Salmo del día, propio de la semana de Pascua, me di cuenta de que el Salmista proclamaba el Salmo 117 y nosotros repetíamos: “La piedra que desecharon los arquitectos es la piedra angular, Aleluya”.  Evidentemente, en este Tiempo de Pascua, dicho texto, en nuestro ambiente cristiano, se refiere a Jesucristo, como lo destacaría el mismo  San Pedro en su primera Carta (2,7);  sobre esa ‘piedra’ se ha construido la Iglesia.

Desde ese contexto bíblico y ante la muerte de tan querido padre y hermano, se me ocurre describir la vida y muerte de Monseñor con el símbolo de la “piedra”, utilizando cada letra de esta palabra para describir las grandes pasiones que, en mi opinión, llenaban la vida del ilustre Obispo:

“P” – Monseñor amaba ardientemente la Palabra de Dios y siempre quiso que la misión de la Ermita de la Caridad, establecida desde finales de los 60, fuese la de promover la Palabra de Dios por medio de la Santísima Virgen María de la Caridad.  Me decía “no creo que haya otro Santuario con esta misma intención, ya que María guardó la palabra en su corazón”.

“I” – Monseñor Román amaba a la Iglesia, de cuyos escritos e instrucciones se nutría continuamente y compartía con alegría con nosotros, especialmente las Cartas o Exhortaciones de los Papas.  Recuerdo su entusiasmo en 1974 ante el documento de Pablo VI sobre la “Evangelización en el mundo contemporáneo.  ‘Ya tenemos nombre para la religiosidad popular,” me decía, “por primera vez la trata la Iglesia en esta Exhortación como ‘piedad popular’”.  Así comencé a utilizar el texto y los nuevos términos en mis cursos en los Seminarios.

Padre Juan Sosa

Photographer: FILE PHOTO

Padre Juan Sosa

“e” – Monseñor Román vivía apasionado por la evangelización de todos, especialmente de los que no conocían ni a Cristo ni a la Iglesia.  Su pasión de misionero contagiaba a los miembros de los movimientos pastorales y a muchos sacerdotes.  Por ello, cuando le consulté sobre qué tópico debía escribir para mi tesis de Teología, me dijo claramente, “la Santería”…y después me pidió fuera a estudiar Antropología, y me insistió después que fuera a África….y así lo hice, ¿quién le podía decir que no?

“d” – Para Monseñor todo venía de Dios y se dirigía a Dios.  Había que conocer al único Dios en tres personas que nos regala la salvación y que se revela en la Palabra.  Junto con Monseñor Boza Masvidal, quien había fundado la Fraternidad del Clero y Religiosos de Cuba en la Diáspora, trabajó arduamente por extender el Reino de Dios en la comunidad Cubana en el Exilio y en todos aquellos con quienes visitaba como obispo auxiliar de Miami.  La promoción y diseminación del Catecismo sobre el Dios que nos ama y nos redime en Jesucristo, que hiciera en la Fiesta de la Virgen hace unos años, es un ejemplo clásico del su celo apostólico lo consumía para todos los seres humanos conocieran y amaran a Dios.

“r” – Monseñor estaba lleno de recuerdos gratos que compartía con todos, en muchas ocasiones con gran humor.  A mí siempre me recordaba el “dulce de coco” de Sor Francisca, único entre todas las recetas… “pero ahora no puede, tienes que bajar de peso, como estabas antes cuando jugabas tennis”.  Evidentemente, este es un consejo que ahora debo de seguir con mayor seriedad, aunque él no me lo pueda decir en persona.  Incluso cuando compartió con el clero y los religiosos de Cuba su experiencia de expulsión de la Isla en septiembre de 1961, lo hizo con mucha serenidad;  puede haber sido un recuerdo angustioso para él, que Dios y la Iglesia ya había sanado, pero el recuerdo era importante para los sacerdotes y religiosos más jóvenes que no conocían tal acontecimiento de los labios de un testigo vivencial.  Mi gran revelación fue la de escuchar de sus labios, que la expulsión en los labios de Monseñor Boza Masvidal, se convirtió en un retiro espiritual.  Monseñor Román nos recordó las palabras de Monseñor Boza durante aquellos días tan críticos para la Iglesia: “Dios quiere, por alguna razón, que ahora como Iglesia de Cuba seamos misioneros en el mundo”.

“a” – Monseñor Román vivió su sacerdocio a plenitud “a” los pies de la Virgen de la Caridad, a través de cuya imagen mostraba la historia del pueblo y tejía para sus oyentes el rol que la Iglesia Cubana había jugado en esa historia, algo que la mayoría de los fieles desconocía.  A los pies de la Virgen, y desde el Santuario Nacional, recibió a muchos otros fieles de América y de Europa para mostrar con pocas palabras, pero con una didáctica magistral, que la Virgen es el camino hacia Jesús y que todo lo que le ofrecemos, “flores blancas y amarillas”, nos muestran, por medio de la Virgen, nuestro amor a la Iglesia…"como la bandera del Papa”.

¡Qué más podemos decir!  Muchos otros ya lo han hecho y lo seguirán diciendo o escribiendo.  Yo también creo que hemos tenido un santo entre nosotros, algo que él negaría a plenitud.  “Todos estamos llamados a ser santos y el día más feliz de nuestra vida no fue el día en que nacimos, sino el día en que nos bautizaron”.  En otra ocasión declaraba, “los santos son los que viven el evangelio, se han convertido en el evangelio ‘vivido’”.

La piedra angular es Jesucristo.  Aleluya.  Monseñor Román ha sido para todos un reflejo de esa piedra, una roca, sobre la cual se ha edificado la Iglesia del Sur de la Florida, en comunión con sus Pastores, y un motor que ha despertado el amor a la nueva evangelización en todos sus fieles.  ¡Descansa en paz e intercede por nosotros!

Powered by Parish Mate | E-system

This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply