Blog Published

Blog_lent-a-time-to-fast-from-sin_S


Pasado mañana, día 14, comienza el tiempo litúrgico de Cuaresma. El evangelio del Miércoles de Ceniza (Mt 6, 1-6;16-18) exhorta a practicar más la oración, la limosna y el ayuno.

Cuando los feligreses se disponen a vivir esta estación penitencial, se preguntan de qué ayunarán. Algunos se deciden a suprimir las bebidas alcohólicas; otros proponen abstenerse de bombones o golosinas en general; y no faltan quienes prometan ayunar de tanta televisión, cine y espectáculos.

Todo eso está bien, pero el ayuno más grato a Dios es que nos abstengamos de pecar en cuanto posible. La verdad es que no podemos vivir siempre sin algo de pecado. Ya lo afirmó el Eclesiastés: “No hay nadie tan honrado en el mundo que haga el bien sin nunca haber pecado” (7,20). Hay, además, un antiguo proverbio al respecto: “El justo cae siete veces, pero se levanta” (Prov 24,16). También el Nuevo Testamento revela que la pecaminosidad nos define: “Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros” (1Jn 1,8).

Aunque no lo consigamos del todo, debemos luchar contra las tentaciones, es decir, no caer en pecado. El primer paso sea reconocer nuestra condición pecadora: “Si confesamos nuestros pecados, Él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia” (1Jn 1, 9). Nos conviene superar la soberbia de creernos inmaculados, “porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes” (Sant 4,6).

Podríamos considerar el pecado desde la óptica de las idolatrías. Se pueden resumir los ídolos bajo cuatro verbos por lo menos:

I. El ídolo TENER. Tendemos a la posesión desordenada de las criaturas que satisfacen nuestras necesidades materiales. Buscamos cimentar nuestra seguridad en el dinero o en las cosas que valoramos. Ya nos lo advirtió el Eclesiastés: “Quien ama el dinero nunca se sacia” (5,9). Lo mismo dice San Pablo con palabras más contundentes aún: “El amor al dinero es la raíz de todos los males” (1Tim 6,10).

Contra ese ídolo, Jesús predicó la pobreza evangélica, virtud que tanto laicos como consagrados por voto deben vivir aunque de manera diferente. Seamos desprendidos y solidarios. Contra avaricia, largueza.

II. El ídolo PLACER. Quede claro que los placeres pertenecen al orden de la creación divina. No son malos en sí, pero nos pueden conducir al hedonismo o culto al placer; los placeres fuera de tiempo, de lugar y de mesura envician. Hay al menos tres placeres que se prestan al desorden:

  1. El descanso es un placer que Dios nos concede. Pero puede degenerar en pereza. Podemos caer en el extremo de vivir de brazos cruzados, o como dicen los italianos, en “il dolce far niente” (el dulce no hacer nada). Aquí caben los pecados llamados de omisión; por pereza no hacemos a los demás el bien que estamos obligados a hacerles. Pues, contra pereza, diligencia.
  2. Nada más necesario y grato que comer y beber. Pero el exceso en cantidad o en refinamiento se conoce como gula. Sentados a la mesa debemos controlar el apetito. San Pablo reprende a los que convierten el estómago en un dios (Cfr. Fil 3,18). Contra gula, templanza.
  3. También el placer venéreo proviene de la voluntad del Creador: “El varón abandonará a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne” (Gen 2,24). Pero si se busca ese placer fuera del contexto matrimonial, se cae en la lujuria. Ahora se adora mucho al dios Eros.

Contra lujuria, castidad, virtud de todos. La castidad tiene su expresión matrimonial en la relación monogámica fiel. Al soltero se le pide continencia. También hay cristianos consagrados perpetuamente en la continencia mediante el voto religioso o promesa de celibato. Sobre esto último, muchas personas se preguntan si es difícil la abstinencia perpetua. Se responde que es fácil si se vive permanentemente por amor esponsal a Dios y a su pueblo; la castidad consagrada perfectamente vivida es paraíso en la tierra. Pero la castidad resulta difícil si se vive de manera intermitente, con altibajos; la castidad imperfecta lleva a la pérdida de la saludable auto-estima, debilita el dinamismo apostólico, y puede abrir las puertas a vergonzosos escándalos.

III. El ídolo PODER. Hay quienes gustan de imponerse a los demás; quieren tener la última palabra; también desean honores y que les presten pleitesía. Jesús fustigó con frecuencia a los fariseos por su altivez. Por supuesto que en toda sociedad organizada tiene que haber personas investidas de autoridad. Alguien tiene que mandar, pero debe hacerlo en espíritu de servicio. Ya dijo el Señor que no había venido “a ser servido, sino a servir” (Mc 10, 45).

IV. El ídolo SABER. La mente busca conocer. Como dice el Kempis: “Todos los hombres, naturalmente, desean saber. Pero, ¿qué aprovecha la ciencia sin el temor de Dios? Mejor es el hombre rústico humilde que sirve a Dios que el filósofo soberbio, que dejando de conocerse, considera el curso del firmamento” (Libro I, cap 2).

En tiempos de sobreabundancia de información y de conocimientos, debemos ejercitar la selectividad para decidir qué debemos saber y qué ignorar. Cada cual, según su profesión o empleo, debe cultivar ciertos conocimientos y dejar a un lado conocimientos que le resulten inútiles. Existe la vana ciencia, y el conocer por simple curiosidad o vanidad. Nos alerta Qohélet: “Vanidad de vanidades y todo vanidad” (Ecl 1,2).

De éstos y otros muchos ídolos debemos guardarnos siempre, pero especialmente en este santo tiempo de Cuaresma. Nos sirva de aliento la tajante respuesta de Jesús al tentador: “Aléjate de mí, Satanás, porque está escrito, ‘al Señor tu Dios adorarás y sólo a Él darás culto’” (Mt 4,10).

Comments from readers

RODRIGO RODRIGUEZ - 02/14/2018 11:17 PM
How about tackling Pornography, millions of people are addicted to this terrible vice. May I suggest the Archdiocese should start a program to enable these people to quit this vice entirely and the rest of us, we should pray, sacrifice and fast for all these poor addicted souls, particularly in lent. In the gospel of John 8:31 Jesus let us know that sin makes you a slave and you are thrown out of the family of God. I am sure Fr. Barrios will agree!
Ana Arcella - 02/12/2018 06:04 PM
Mi comentario es que me encanto leer este articulo fue un aprendizaje, muchas bendiciones
Mary Ann W. - 02/12/2018 10:56 AM
Thank you, Fr. Barrios! Your blogs are always so helpful!

Powered by Parish Mate | E-system

This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply