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Dos santos que caminaron con los migrantes a principios del siglo pasado pueden enseñarnos en la actualidad cómo podemos acompañar a los nuevos migrantes de hoy en su jornada hacia una nueva vida. Tanto Santa Francisca Javier Cabrini como San Juan Bautista Scalabrini han sido llamados Madre y Padre de los migrantes: Santa Cabrini cuando fue canonizada, y San Scalabrini cuando fue beatificado. Los títulos pueden ser engañosos, pero cuando a alguien se le llama madre o padre, se va mucho más allá de un simple apelativo. Se trata más bien de un término de cariño y respeto.

Ambos santos interpretaron las señales de su tiempo y se dispusieron a ayudar a sus compatriotas italianos en la gran emigración de italianos que se produjo aproximadamente entre 1890 y 1920. Los dos fundaron órdenes religiosas para atender este fenómeno pastoral, que implicaba satisfacer las necesidades sociales y educativas de estos inmigrantes. Santa Cabrini y San Scalabrini colaboraron y se animaron mutuamente en sus esfuerzos por satisfacer las necesidades de los migrantes italianos que llegaban a un país que necesitaba su mano de obra, pero que no necesariamente les acogía. Como miembros de la Iglesia, se enfrentaron incluso a la incomprensión de los líderes eclesiásticos, que a veces cedían a las presiones de su sociedad para no acoger a los recién llegados.

¿Qué podemos aprender de su esmero y sus métodos? Parece que, a lo largo de los siglos, el fenómeno migratorio no ha cambiado mucho. Los migrantes se ven impulsados y empujados por la pobreza y la agitación política. Dejan su patria en busca de una vida mejor para ellos y sus hijos. Llegar por tierra o en barco implica las mismas dificultades y peligros. Los migrantes necesitan ser acogidos y aceptados, y que sus necesidades sean atendidas y satisfechas.

Estos dos grandes santos estaban motivados por el cuidado pastoral de las almas, pero no descuidaron las necesidades corporales y sociales de los migrantes. Aunque San Scalabrini visitó los Estados Unidos y Suramérica para ver la situación por sí mismo, fue Santa Cabrini quien llegó a los Estados Unidos y viajó, incluso más extensamente, para ayudar a los migrantes de manera directa.

San Scalabrini se adelantó a su tiempo; reconoció este fenómeno sociológico antes de que la sociología fuera siquiera una ciencia. En las constituciones de su orden, dispuso que se establecieran centros de estudio sobre la migración para analizar el fenómeno migratorio, de manera que se pudiera prestar una atención pastoral y social adecuada a los migrantes. Ejemplo de ello es el Center for Migration Studies (Centro de Estudios sobre la Migración) en Nueva York.

Sin embargo, Santa Cabrini era más activista. Trató de satisfacer todas las necesidades pastorales y sociales, ya fuera mediante asistencia directa, escuelas, hospitales u orfanatos. Creó un sinfín de instituciones en los Estados Unidos y América Latina que dan fe de su genio organizativo. Atrajo a mujeres a su congregación, que no estableció por mandato eclesiástico, sino por iniciativa propia.

Estos dos pioneros del apoyo a la migración no esperaron a que alguien les dijera lo que tenían que hacer. Vieron la situación que se les presentaba y pasaron a la acción, inspirados y sostenidos por su fe en Cristo y en su Iglesia.

La historia de hace más de un siglo es similar a la que vivimos hoy, cuando comparamos la opinión pública negativa hacia la inmigración y la falta de recursos para ofrecer acompañamiento a los inmigrantes. Es alentador ver cómo la Iglesia institucional ha respondido al fenómeno de la migración.

La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos cuenta con dos oficinas dedicadas a la asistencia e integración de los migrantes: la Oficina de Migración y Servicios a los Refugiados (MRS) y el Comité sobre la Diversidad Cultural en la Iglesia. Otras agencias católicas, como la Red Legal Católica de Inmigración, Inc. (CLINIC), que ayuda con las necesidades legales de los inmigrantes, y las organizaciones diocesanas de Caridades Católicas, que patrocinan programas de inmigración y reasentamiento de refugiados, también forman parte del apoyo de la Iglesia a los inmigrantes.

En la actualidad, no sólo hay obispos que han aceptado el desafío, así como sacerdotes y religiosos consagrados, sino también muchos laicos que comprenden la enseñanza de nuestro Señor de que debemos ayudar al recién llegado. Quizás nunca sean canonizados, pero su labor es reconocida por la Iglesia y, estoy seguro, por el mismo Señor. La Madre Cabrini y el Padre Scalabrini son ejemplos brillantes para todos los católicos y otras personas de buena voluntad de que estamos llamados a "acoger al forastero". (Mt 25-35)

Comments from readers

Carmen Cueva - 01/20/2023 10:03 PM
Bishop Nicholas DiMarzio, gracias por hacernos conocer y/o rememorar a los Santos Madre Cabrini y Padre Scalabrini quienes hace mas de un siglo nos dejaron la visión y lección de vida que hoy es urgente concretar desde las mentes cristianas del mundo, para tender las manos a los hermanos migrantes actuales y próximos, ya que personifican a nuestro Redentor en su viacrucis. Pidamos juntos a Dios que nos ilumine para encontrar vías asertivas para calmar el dolor mundial que representa la migración para millones de seres humanos.
Thania Cespedes - 01/16/2023 02:19 PM
Bravi Bishop Nicholas, su articulo alimenta mi fe y mi admiración por la obra de nuestra Iglesia acogiendo a los migrantes, los pobres y marginados que Jesús ama tanto. A veces no entiendo algunas posiciones de hermanos católicos ante los inmigrantes. A qué le tenemos miedo? A compartir esta tierra hermosa a la que muchos de nosotros llegamos primero? La riqueza y prosperidad que hoy vivimos se la debemos al trabajo de muchos que han llegado antes. Estoy segura que la historia se repetirá con los que van llegando. Dios lo bendiga! 💞

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