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Feature News | Wednesday, December 13, 2017

Los caminos de Dios: �Tuve que irme muy lejos para poder escuchar�

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El Obispo Enrique Delgado muestra el zucchetto, símbolo de su nuevo rango como obispo, y que le regaló el Arzobispo Thomas Wenski.

Fotógrafo: Jim Davis

El Obispo Enrique Delgado muestra el zucchetto, símbolo de su nuevo rango como obispo, y que le regaló el Arzobispo Thomas Wenski.

MIAMI | Para el Obispo Enrique Delgado la frase “El hombre planea, Dios se ríe”, es la historia de su vida. En el mejor momento de su carrera profesional como ingeniero industrial dejó todo para buscar el sacerdocio.

“Como ingeniero tenía todo resuelto, hasta el día en que me iba a morir, en planes”, dice sonriendo el sacerdote peruano y agrega que cuando dice algo, Dios dice otra cosa. Pero, “como siervo obediente hago lo que Dios dice, porque Él sabe lo que es mejor”, agregó refiriéndose a la aceptación de su vocación sacerdotal y a su reciente nombramiento como nuevo Obispo Auxiliar de Miami, el primero de origen peruano en Estados Unidos.

Quizás por influencia de su madre, ya fallecida, doña Carmen Arroyo, una devota católica que asistía a Misa todos los días, el Obispo Delgado siempre ha estado muy cerca de la Iglesia. De niño fue monaguillo y después catequista, ministro de la Eucaristía y ayudaba en los retiros.

“Estaba muy, muy comprometido” señala, y a pesar de que sentía que Dios lo empujaba hacia una entrega más profunda, no se animaba a seguirlo, recuerda el hasta ahora párroco de St. Katharine Drexel, en Weston.

Mientras tanto se desempeñaba exitosamente como subgerente de una corporación financiera en Lima, la capital peruana, lo que le permitió viajar a diferentes países.

En uno de sus viajes, aproximadamente en 1989, a Japón, empezó a aceptar ese llamado.

Su vuelo hizo una escala en Miami, en donde conocía a un seminarista que lo invitó a pernoctar en el seminario arquidiocesano St. John Vianney, donde vio algunos casos de “vocaciones tardías”, como se considera así mismo por entrar al seminario después de los 35 años.

Se sintió bien al ver personas de su edad. “En Perú los seminaristas son gente bastante joven”, dice su hermana Pilar Delgado.

Eso le hizo reconsiderar la posibilidad y comenzó a pensar seriamente en el sacerdocio. Pero fue en Japón donde sucedieron dos hechos importantes en su discernimiento.

El primero fue una conversación que tuvo con un sacerdote jesuita, quien le dijo que tenía que darle tiempo al Señor, y “si Dios te está llamando, todas las puertas se abrirán para ti”. El nuevo Obispo recuerda haber sentido que esas palabras “vinieron de Dios mismo”.

El segundo hecho fue el último día en Japón: después de salir de la Misa en la capilla de la Universidad de Sofía, en Tokio, vio una tienda de artículos religiosos y al ver la imagen de una cruz, sintió una gran emoción.

La imagen tenía una inscripción en japonés. Una monja que atendía el lugar le indicó el versículo en una Biblia en inglés: “Ven y te haré pescador de hombres”.

“Fue como un enorme rayo que entró desde mi cabeza a los pies; estaba petrificado”, relata el Obispo Delgado. “Dios me estaba hablando claramente y me dije a mí mismo: ‘No tengo más confusión’. Tuve que irme muy lejos para poder escuchar”.

En ese momento decidió que entraría al seminario, al menos por un año, porque ésa era la prueba y la confirmación que necesitaba, ya que, por su formación como ingeniero, “todo tiene que estar probado”.

El Obispo Enrique Delgado muestra algunos recuerdos de su viaje a Japón, entre ellos la imagen de la cruz cuya inscripción, “Ven y te haré pescador de hombres”, le motivó a seguir su llamado al sacerdocio.

Fotógrafo: JIM DAVIS | FC

El Obispo Enrique Delgado muestra algunos recuerdos de su viaje a Japón, entre ellos la imagen de la cruz cuya inscripción, “Ven y te haré pescador de hombres”, le motivó a seguir su llamado al sacerdocio.

En su viaje de regreso a Perú, nuevamente hizo escala en Miami; esta vez fue a hablar con el rector del seminario St. John Vianney de ese entonces.

El Obispo Delgado tenía la idea de estudiar en un seminario en Perú, y al mismo tiempo tenía la inquietud de regresar a Miami. Fue cuando el rector le dijo: “¿Por qué irte a Lima, si te necesitamos acá?” Le contestó que porque toda su familia estaba allá, y así terminó la conversación.

Cuando regresó a Perú, su amigo e inspirador, el P. Gabriel Genovard, le aconsejó que estudiara fuera de Perú por las muchas distracciones que podría tener, y que fuera un sacerdote franciscano como él.

El Obispo Delgado aceptó el primer consejo, mas no el segundo. “Creo que mi llamado era ser un sacerdote diocesano”, indicó.

Pero después de eso nada pasó hasta un año después, aproximadamente, cuando en un nuevo viaje a Puerto Rico asistió a una ordenación para la Arquidiócesis de Miami.

Esta vez habló con el director arquidiocesano de vocaciones de esa época. Después de una breve conversación, intercambiaron tarjetas de presentación y cuando regresó a Perú pensó que nada había pasado y que podía continuar su vida laical, pero, dos semanas después recibió un paquete con la solicitud que debía llenar para entrar al seminario.

Viajó nuevamente a Miami y acordó con el director de vocaciones que primero debía experimentar la vida parroquial en una iglesia local para saber si le gustaba y después podía entrar al seminario.

Regresó a Perú y seis meses después, en febrero de 1991, regresó a vivir formalmente en una parroquia. Primero en St. Agnes, en Key Biscayne, por un mes; luego en Our Lady Queen of Martyrs, en Fort Lauderdale, por seis meses.

Ese mismo año ingresó al seminario St. John Vianney, y luego al seminario mayor St. Vincent de Paúl, en Boynton Beach. Finalmente fue ordenado sacerdote para la Arquidiócesis de Miami, el 29 de junio de 1996, por Mons. Agustín Román, en Perú, acompañado de toda su familia y amigos.

Ése fue uno de los momentos más espirituales de su vida, recuerda el Obispo Delgado.

“En ese momento te das cuenta de que ahora no eres tú: eres un siervo de Dios. Es un momento espiritual donde te sientes muy humilde y al mismo tiempo totalmente conectado con Dios”.

En octubre pasado, después de 21 años de servicio en diferentes parroquias de Miami, el P. Delgado fue nombrado por el Papa Francisco, Obispo Auxiliar de Miami, algo que no esperaba, porque siempre, dice, se ha considerado un sacerdote de parroquia, lo que acepta con humildad.

Y reflexiona sobre el tiempo que le tomó llegar al seminario, diciendo: “Las cosas del Señor no se dan en el momento; es un desarrollo, son situaciones y cosas que vives y deseas. Yo sentía que Dios me estaba llamando”.


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