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Homilies | Sunday, January 14, 2018

Permanezcan atentos a la voz del Señor

Homilía del Arzobispo Wenski en Misa con miembros de Movimientos Apostólicos Hispanos

Homilía del Arzobispo Thomas Wenski en la Eucaristía celebrada con los Movimientos Apostólicos Hispanos de la Arquidiócesis de Miami. Segundo Domingo del Tiempo Ordinario. Seminario St. John Vianney, 14 de enero de 2018.

Queridos hermanos y hermanas,

Nos reunimos para celebrar el maravilloso don del amor de Dios que es la Eucaristía, dando gracias al Señor por todos sus beneficios; pidiéndole que ilumine nuestras vidas con su Palabra y que fortalezca nuestro espíritu con el alimento que da la vida eterna.

Fue la intención del Señor Jesús en su última cena permanecer en medio de nosotros como Pan de Vida, y como centro de comunión del pueblo de la Nueva Alianza, sellada con su sacrificio en la cruz. Unidos en la celebración de este misterio que edifica a la Iglesia, pidamos al Señor que fortalezca nuestros lazos de comunión, dando gracias a su Santo Espíritu por la pluralidad de carismas presentes en nuestra comunidad de fe. Por eso es un motivo de especial acción de gracias celebrar este domingo la Eucaristía con todos ustedes, representantes de los grupos y ministerios que conforman los Movimientos Apostólicos Hispanos en nuestra Arquidiócesis de Miami, y que tan claramente expresan esa diversidad de dones del Espíritu, puestos en función de la evangelización de nuestro pueblo.

Aprovecho así la ocasión de saludarles con todo mi afecto, conciente de que estamos ya conmemorando 42 años de los inicios del Equipo de Pastoral Hispana, creado en 1976 bajo la dirección de nuestro querido Monseñor Agustín Román. Un meritorio esfuerzo de trabajo en equipo, conservando los carismas particulares, y en favor de la misión de la Iglesia en el Sur de la Florida. No puedo más que agradecerles de todo corazón por la importante labor realizada hasta hoy, así como animarles en el compromiso de permanecer atentos a la voz del Señor, y seguir proclamando el mensaje cristiano en medio de nuestro pueblo y en esas periferias existenciales de nuestra sociedad a las que hace referencia el Papa Francisco en su Exhortación, La Alegría del Evangelio. “Todos somos invitados -nos dice el Papa- a aceptar un llamado: salir de la propia comodidad y atrevernos a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (Exhortación Apostólica La Alegría del Evangelio, 24 Noviembre, 2013).

La liturgia de la Palabra en este segundo domingo del tiempo ordinario, nos invita a mantenernos siempre a la escucha de la voz de Dios. La primera lectura nos narra la vocación de Samuel. Como hombre de fe, Samuel permanecía día y noche a la escucha de la llamada de Dios, condición necesaria de quien quiera estar a su servicio. Pero a veces no nos resulta fácil distinguir la voz de Dios en medio de tantas voces de nuestro mundo, y de todo el ruido que nos rodea. Sólo a la cuarta vez pudo Samuel reconocer que efectivamente era Dios quien le llamaba, y quien exigía su disponibilidad para recibir la misión de ser su enviado en medio del pueblo. Y no puede Samuel responder de otro modo que exclamando: "Habla, Señor, que tu siervo escucha" (I Samuel 3, 10). Palabras de fe que cada uno de nosotros, sintiéndonos llamados a ser profetas de nuestro tiempo, deberíamos repetir continuamente en nuestra oración personal, y refrendar con el testimonio de la propia vida, dando a conocer a todos el mensaje de Jesús.

Pero no podemos dar razón de lo que no conocemos; no podemos anunciar el mensaje de Jesucristo a nuestros hermanos si no hemos recorrido antes el camino del discipulado; si no hemos experimentado el encuentro con el Maestro, dejándonos enseñar por El. El Evangelio proclamado nos narra la invitación de Jesús a aquellos discípulos de Juan el Bautista que quieren conocer sobre El: “Vengan y vean” (Jn 1, 35). ¿Qué experiencia tan definitiva vivieron aquellos hombres y qué mensaje recibieron de Jesús, que inmediatamente tuvieron que comunicarlo a otros, y proclamarlo en lo adelante hasta derramar la propia sangre? Ellos fueron a ver, y se quedaron para siempre con Jesús. Ellos aceptaron su invitación, y se convirtieron en discípulos misioneros, testigos del amor de Dios.

Hermanos y hermanas, ¿no es precisamente eso lo que nos está pidiendo hoy Jesús a través de su Iglesia? La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, reunida en Aparecida, nos exhorta a ser parte activa dentro de la urgente misión evangelizadora que nuestro continente necesita. Resulta necesario responder a la llamada que Dios nos hace en medio de nuestro tiempo, con las mismas palabras que hoy hemos repetido con el Salmo 39: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.

Los movimientos apostólicos – entre ellos los que están representado aquí hoy – constituyen sin duda uno de los rasgos más característicos y esperanzadores de la Iglesia después del Concilio. Son los frutos que el Espíritu Santo ha producido en los últimos años. El Concilio fue el concilio del laicado – pues hizo hincapié en esa vocación universal de cada cristiano – que es propio de su bautismo – a la santidad. Y ustedes, gracias a estos movimientos, han descubierto esta vocación y a través de las obras apostólicas de sus grupos ustedes han profundizado su amistad con Jesús.

Y, no cabe duda, que hoy en día la mayor parte de las conversiones se dan en los movimientos.  Gracias a los movimientos la Iglesia tiene un rostro renovado – y gracias a los movimientos hoy la Iglesia se ve más cercana al pueblo. Cristo no nos salva a solas – quiere que vivamos en familia, en comunión. Y los movimientos deben esforzarse en ser “escuelas” de comunión donde uno aprende a vivir no por su cuenta sino por los demás.

Y aquí en los Estados Unidos – como en la arquidiócesis de Miami, los movimientos apostólicos – han dado a los hispanos un espacio importante en la Iglesia, un espacio donde han podido ejercer un protagonismo que a veces ellos no han podido hacer en las parroquias. Les agradezco su participación en las preparativas que se ha dado para el Quinto Encuentro. Ya hemos celebrado el encuentro arquidiocesano; nos falta el encuentro regional que vamos celebrar en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en el Doral y más tarde, en Septiembre, el Encuentro nacional en Dallas, Texas.

Cuento una vez más con su apoyo necesario para lograr que estos importantes eventos sean un verdadero impulso a la misión de la Iglesia y como nos decía el Santo Padre en su mensaje al V Encuentro, una ayuda eficiente para “responder mejor a la creciente presencia, a los dones y al potencial de la comunidad hispana” en los Estados Unidos (Papa Francisco, Mensaje al V Encuentro, 15 de noviembre de 2016).

Que el mismo Jesús, que hoy nos sigue llamando y nos renueva en el sacramento eucarístico, nos conceda la disponibilidad del profeta Samuel, así como la valentía y el ardor misionero de los primeros discípulos, para dar testimonio de la verdad en medio del mundo y de la propia familia.

María, Estrella de la Nueva Evangelización, anímanos con tu ejemplo y ruega por nosotros. Amen.

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