En la Epifan�a, los Reyes Magos vinieron por el Ni�o

By Rocio Granados - La Voz Catolica

Photography: Rocío Granados

MIAMI | En el día en que los católicos celebran la Epifanía, cuando la Virgen María presenta a su hijo Dios ante la humanidad, con la visita de los tres Reyes Magos, la Ermita de la Caridad celebró el Día del Niño.

“No hay día mejor que éste para celebrar a los niños”, dijo Sor Inés Espinoza, una de las Hijas de la Caridad que sirven en la Ermita, durante la celebración del 6 de enero.

El evento, organizado por la Ermita de la Caridad con la ayuda de muchos voluntarios, contó con varias actividades desde las 10 a.m., como la entrega de juguetes a todos los niños, juegos, cantos, rifa de bicicletas, payasos que animaron a los niños, un pesebre viviente y la visita de los tres Reyes Magos.

La Misa de mediodía fue dedicada a los niños y sus familias. Con la Epifanía del Señor se concluye la fiesta navideña.

El Papa Francisco, durante su homilía por la Epifanía en Roma, “nos enseña cuál fue el propósito del caminar de los tres Reyes Magos, desde tres distintas partes (del mundo), a la misma pequeña ciudad de Belén, donde nació el Salvador”, explicó el P. Fernando Hería, rector de la Ermita de la Caridad, durante su homilía.

“El Santo Padre dice que el primer gesto fue ver la luz que los guiaba por el camino. El segundo gesto, es el caminar hacia donde la luz les apuntaba. Y el tercer gesto fue el de ofrecer a ese Niño lo que ellos consideraban que era lo más valioso que poseían”, señaló.

“De los niños depende el futuro de nuestra Fe”, dijo el sacerdote. “Ellos son verdaderamente los feligreses de la Iglesia doméstica y les incumbe a cada uno de ustedes educarlos y transmitirles nuestra Fe”.

Esta fiesta es para festejar a los niños. “No es el día de los Reyes Magos, porque los Reyes Magos no vinieron por ellos, vinieron por el Niño, y es el día del Niño Jesús y el día del niño de nuestras familias, que en su inocencia representan a Jesús”, expuso el P. Hería.

Durante el evento se entregaron juguetes que fueron recolectados en el mismo santuario. La recolecta empezó el fin de semana de Acción de Gracias. Se colocaron en la entrada de la Ermita dos arbolitos con unos angelitos rosados y azules, con números que representaban las edades.Las personas que retiraban un angelito se comprometían a traer un juguete de esa edad para niño o niña, según el color.

“Esta ciudad se ha desbordado; creo que han traído más de 2,000 juguetes. Todavía anoche estaban trayendo juguetes en la Misa de las 8 p.m.” dijo Sor Inés.

“Las personas han respondido generosamente, como generosamente todos hemos recibido al llegar a este país”, acotó la religiosa.

Los niños fueron los que escogieron sus juguetes, pero además recibieron unos angelitos de papel con la oración del Ángel de la Guarda, figuritas y caramelos, que fueron donados por una feligresa anónima de la Ermita.

“Los trajo el viernes; más de 200 angelitos en bolsitas ya preparadas”, dijo Jeannette Marrero, miembro del movimiento Matrimonios en Victoria de la parroquia Our Lady of Lourdes, en Kendall y voluntaria del evento.

Su esposo y ella, junto con otros 15 matrimonios y sus hijos del movimiento se dedicaron voluntariamente a entregar los juguetes, los boletos, ayudar en los juegos, e incluso a representar a la Virgen María y a José en el pesebre viviente.

“¿Qué mejor que un matrimonio, que es la sagrada familia, para servir a otra familia? Y el Señor así nos pone la creatividad y el sentimiento en el corazón”, indicó Marrero.

Los juguetes que sobraron serán enviados a Haití, Cuba y Puerto Rico, indicó el P. Hería.

El dar regalos a los niños en la fiesta de la Epifanía del Señor “es una tradición mediterránea, podríamos decir”, dijo el P. Hería.

Actualmente, los niños en Estados Unidos no entienden bien esta tradición, porque se ha comercializado el regalar el día de Navidad. “Regresemos a nuestras raíces, que es el día en que la humanidad le dio su tesoro a Jesús, y Jesús no lo rechaza”, agregó.

El sacerdote recordó que en la Navidad de Cuba, cuando era él niño, su familia, de procedencia española, regalaba a los niños un pan dulce. “La fiesta grande era la de los Reyes Magos; allí era donde recibían el regalo grande, porque era el Niño vivo entre nosotros”.

“Eso tenemos que enseñarlo, para que los niños entiendan que el tesoro más grande que poseen no viene de las tiendas; viene de Dios, que es la vida, el amor y la misericordia”, indicó el sacerdote.

En St. Brendan, en donde el P. Hería fue párroco durante 14 años, los regalos que se recolectaban eran llevados por los niños de la escuela con sus padres a las parroquias con más necesidades, como Corpus Christi; St. Francis Xavier —ahora parte de Gesu—, ambas en Miami; la misión Santa Ana, en Naranja; St. Martin de Porres, en Leisure City, y la Catedral St. Mary, cerca de Little Haiti.

“Siempre insistí en que los tenían que llevar los niños y sus padres, porque el pobre tiene cara y es hijo de Dios”, indicó el sacerdote.

“El ejemplo lo vemos en los Reyes Magos, tres reyes, tres astrólogos, tres hombres sabios; ellos llevaron sus tesoros al Niño Jesús. Nosotros tenemos una obligación de llevar el regalo de Dios, que es todo lo que somos, y todo lo que poseemos, y compartirlo con los hermanos necesitados, pero cara a cara, no en la sombra”, afirmó.