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Feature News | Wednesday, June 17, 2020

La 'nueva normalidad' nos convoca a protegernos unos a otros

Las nuevas funciones de los ujieres son mejorar la seguridad y la protección de los feligreses durante el COVID-19

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La parroquia St. Joseph, en Miami Beach puso señales en el piso y en las bancas para indicar a los feligreses donde pueden sentarse, de acuerdo a las normas de distanciamiento social establecidas para la reapertura de las iglesias.

Fotógrafo: DIANELYS RODRIGUEZ | LVC

La parroquia St. Joseph, en Miami Beach puso señales en el piso y en las bancas para indicar a los feligreses donde pueden sentarse, de acuerdo a las normas de distanciamiento social establecidas para la reapertura de las iglesias.

MIAMI | Más allá de la sonrisa de bienvenida de los ujieres en la iglesia, hay en cada uno de ellos una gran responsabilidad y trabajo previo de organización para garantizar el deseado regreso a la casa de Dios.

El fin de semana del 30 y 31 de mayo, el Arzobispo Thomas Wenski autorizó la celebración de las Misas con público, pero con restricciones, tras la larga cuarentena que nos impuso el COVID-19.

Gipsy Lodos, quien organiza las actividades de la nueva normalidad en la parroquia St. Joseph, en Miami Beach, da la bienvenida a los feligreses, el domingo 7 de junio, con desinfectante para manos, según las nuevas normas para la reapertura de las iglesias.

Fotógrafo: DIANELYS RODRIGUEZ | LVC

Gipsy Lodos, quien organiza las actividades de la nueva normalidad en la parroquia St. Joseph, en Miami Beach, da la bienvenida a los feligreses, el domingo 7 de junio, con desinfectante para manos, según las nuevas normas para la reapertura de las iglesias.

Al finalizar cada misa los ujieres de la parroquia St. Joseph, en Miami Beach, desinfectan la iglesia con los productos indicados por las nuevas normativas, para la reapertura de las iglesias.

Fotógrafo: DIANELYS RODRIGUEZ | LVC

Al finalizar cada misa los ujieres de la parroquia St. Joseph, en Miami Beach, desinfectan la iglesia con los productos indicados por las nuevas normativas, para la reapertura de las iglesias.

En la parroquia St. Joseph, en Miami Beach, las cruces verdes en el piso indican los lugares que deben ser ocupados en las bancas, de acuerdo a las normas establecidas para la reapertura de las iglesias.

Fotógrafo: DIANELYS RODRIGUEZ | LVC

En la parroquia St. Joseph, en Miami Beach, las cruces verdes en el piso indican los lugares que deben ser ocupados en las bancas, de acuerdo a las normas establecidas para la reapertura de las iglesias.

Los ujieres, como buenos anfitriones por excelencia, se han visto en la necesidad de replantear sus funciones tradicionales dentro de la iglesia y prepararse para asumir otros roles de apoyo para un ambiente más seguro en todos los servicios, siguiendo las normas establecidas por el Arzobispo.

En las primeras misas dominicales, tras la reapertura de la iglesia St. Joseph, en Miami Beach, La Voz Católica entrevistó a las coordinadoras del trabajo de estos ministros de la hospitalidad.

Caridad Barillas, asistente pastoral y coordinadora de todos los ministerios, incluyendo el de los ujieres, dijo que con las nuevas normativas de seguridad “los ujieres como siempre, les dan la bienvenida a las personas o a las familias que llegan a la iglesia, pero ahora deben, en la puerta de entrada, aplicar a todos el gel desinfectante para las manos y verificar que cada uno esté usando el cubreboca o máscara”.

Cuando los visitantes pasan al vestíbulo, dos ujieres les asignan la ubicación desde donde participarán en la Misa, y después otros dos los guían a sus asientos de acuerdo a la distribución señalizada para respetar el distanciamiento social.

“En el momento de la Comunión a los participantes se les dirige por una línea establecida que mantiene los 6 pies de distancia entre ellos, mientras esperan su turno para comulgar y se les indica la vía de retorno a sus asientos, para evitar el menor contacto con otros asistentes. Al terminar la Misa los ujieres conducen a todos poco a poco hacia las puertas laterales de salida obligatoria”, dijo Barillas.

Para la nueva normalidad, “los sacerdotes se reunieron con nosotros para hacernos saber las nuevas normativas. Se diseñó un plan de acción y pronto comenzamos a prepararnos para reabrir en estas circunstancias especiales, donde la labor de los ujieres es imprescindible para poder guiar a los feligreses dentro de la parroquia y dar cumplimiento a las regulaciones que exigen la Arquidiócesis de Miami, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC, y la ciudad de Miami Beach”, indicó Barillas.

“En cada Misa necesitamos de 8 a 10 ujieres, por lo que solicitamos el apoyo de muchos voluntarios que han sido capacitados y guiados por los ujieres habituales de más experiencia”, agregó Barillas. Estos voluntarios se comprometieron para servir por seis semanas. De todos hemos tenido excelente respuesta.

Gipsy Lodos, quien en la iglesia St. Joseph dirige temporalmente el esfuerzo para la organización de la nueva normalidad y condiciones especiales, dijo que después de cada Misa se organiza y se desinfecta todo.

“Hemos tenido que comprar productos para limpiar las bancas, el piso, productos específicos para las diferentes superficies, para todo lo que contenga telas, se lavan los protectores de los micrófonos, debemos hacer énfasis en esos lugares por donde usualmente se pasan las manos. La limpieza y desinfección de la iglesia es trabajosa y a veces hay que hacerla con muy poco tiempo entre las Misas”, dijo Lodos.

Con respecto a la afluencia de la gente, “las normas de distanciamiento social señalan que el número de personas que pueden participar en el culto es limitado, de un 25 a un 30 por ciento, aunque lo hemos podido manejar bien por el momento”.

La afluencia ha sido moderada, pero en caso de que más feligreses decidan incorporarse, la capilla y el salón parroquial están preparados para que todos puedan participar de las Misas.

La respuesta de los feligreses a esta nueva realidad ha sido “en general muy buena. A veces las personas quieren sentarse donde lo han hecho siempre, otros se han acostumbrado a sus bancos de toda la vida, y esto se ha tenido que ajustar. Están todavía asimilando los cambios e incorporándolos, nosotros nos esmeramos en ser atentos, amables, cariñosos y comprensivos, pero debemos hacer que respeten las indicaciones de protección, por los demás y por ellos mismos”, dijo Lodos.

Estos días están siendo difíciles para todos, enfrentados a una situación inédita, “pero estamos convencidos de que las medidas dictadas por las autoridades son las necesarias para frenar los contagios y muertes que provoca el coronavirus”, agregó.

Readaptarse a los nuevos protocolos y exigencias del momento es “un gran reto. Sencillamente estamos aprendiendo todos los días. En cada Misa nos salta a los ojos algo nuevo que podemos hacer para mejorar la seguridad y protección de los feligreses que vienen a la parroquia cuando todavía el COVID-19 sigue siendo una amenaza real. Los ujieres tenemos la misión y la responsabilidad de hacerlos sentir protegidos, que son bienvenidos, aceptados y amados en nuestra comunidad católica”, indicó Lodos.

Históricamente, los ujieres han ido readaptando sus funciones a través del tiempo. Es el ministerio laico más antiguo de la Iglesia Católica, y en sus inicios eran conocidos como “Guardianes del Templo”. 

Lodos dijo que “la nueva normalidad que impone convivir con una pandemia los convoca a protegernos ahora de nosotros mismos en la ceremonia de reverencia, devoción y alegría del encuentro con Dios”.

La señalización en el piso establece la distancia de seis pies que debe ser respetada mientras se espera para recibir la comunión, en la parroquia St. Joseph, en Miami Beach.

Fotógrafo: DIANELYS RODRIGUEZ | LVC

La señalización en el piso establece la distancia de seis pies que debe ser respetada mientras se espera para recibir la comunión, en la parroquia St. Joseph, en Miami Beach.


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