Abogado galardonado personifica el camino hacia la redención

By Jim Davis - Florida Catholic

MIAMI | “¡Primer pellizco!”, exclamó William Castro después de que un amigo lo pellizcara. Castro había invitado a todos a darle un pellizco a modo de juego, después de recibir el máximo honor otorgado por el Gremio de Abogados Católicos de Miami (Miami Catholic Lawyers Guild).

Su selección provocó asombro en la Misa Roja anual del gremio el 1º de diciembre de 2022. La mayoría de los galardonados con el Premio Lex Christi, Lex Amoris (La Ley de Cristo, la Ley del Amor) han sido jueces respetados, no abogados desaforados ni delincuentes convictos.

Pero eso es lo que querían los miembros de la junta del gremio. El ascenso de Castro a la fama, su caída en medio del escándalo, y su camino hacia la redención lo convirtieron en un modelo de cómo Dios puede sanar y restaurar a través de la Iglesia.

“Necesitaba perdón y redención, y lo obtuvo”, dijo Francis X. Sexton, presidente del gremio de 300 abogados, después de la Misa en la iglesia Gesu. “Esta es la esencia de la fe católica”.

“Redención” fue una palabra muy utilizada durante y después de la Misa. Castro y otros fueron sinceros sobre los cargos de corrupción por los que cumplió casi tres años en una prisión federal. Pero también le elogiaron por organizar docenas de retiros de Emaús y producir programas de entrevistas para Radio Peace con el fin de llevar a los hombres de regreso a Cristo.

El tiempo tormentoso y el tráfico denso no impidieron que 150 jueces, abogados y sus familias asistieran a la Misa, que comenzó con una procesión de cinco clérigos con brillantes vestiduras rojas, entre ellos el Arzobispo Thomas Wenski. Las vestiduras representaban el fuego del Espíritu Santo, que da sabiduría y justicia a la profesión jurídica.

Los cantos fueron interpretados por miembros del coro de la iglesia St. John Neumann, en Miami. Los tres hijos adoptivos de Castro llevaron las ofrendas al altar: Nina, de 18 años, estudiante de primer año en la Universidad de La Florida; Eric, también de 18 años, estudiante de primer año en la Universidad Internacional de La Florida; y Daniel, de 16 años, estudiante de tercer año en la escuela secundaria Christopher Columbus, en Miami.

El Arzobispo Wenski aprovechó la ocasión para elogiar a los presentes por combinar la fe y la ley.

“Hoy, en esta Misa Roja anual, se reúnen como miembros de la profesión jurídica, pero también como miembros de una comunidad de fe para invocar la asistencia del Espíritu Santo”, dijo en su homilía. “Que el Espíritu Santo les conceda la ayuda de sus siete dones”.

“DESPOTISMO BLANDO”

El Arzobispo instó a los miembros del gremio a perseverar frente a la oposición creciente. Calificó el clima social actual de “despotismo blando”, no con palizas o cárcel a los cristianos, sino con burlas, ostracismo y normas destinadas a silenciarlos y neutralizarlos.

“Profesar una fe religiosa no debe convertir a una persona en un ciudadano de segunda clase”, afirmó el Arzobispo Wenski. “El derecho a la libertad religiosa tiene su fundamento en la dignidad misma de la persona humana”.

Una breve ceremonia de entrega de premios siguió a la Misa. Fue entonces cuando Castro invitó a la gente a pellizcarle “para asegurarme de que no estoy imaginando este momento”.

“Siento que recibo una gran lección de humildad”, expresó en su discurso, durante el cual la voz se le entrecortaba con frecuencia. “Hoy estoy aquí porque Dios nunca me abandonó, y nunca me permitió que yo renunciara a mí mismo”.

Una vez se consideró “el tipo más listo del tribunal penal”, con un Porsche rojo y una casa en Key Biscayne. Tenía una actitud egoísta y arrogante, confesó. “No hacía nada por nadie a menos que también me beneficiara”.

De niño asistía a la iglesia St. Brendan, en Miami, pero de joven se alejó de la fe. “Como ignoraba a Dios, era demasiado fácil justificar el decir sí a lo que sabía que no estaba bien”.

En lo que se conoció como Operación Escoba Judicial, fue condenado por sobornar a un juez estatal a cambio de asignaciones judiciales. Cumplió dos años, ocho meses y 21 días en una prisión federal a partir de 1997, y luego fue inhabilitado para ejercer como abogado en La Florida y Nueva York.

 

ES MEJOR AYUDAR A LOS DEMÁS

Sin embargo, el cambio ya estaba en marcha antes de eso. En 1992, Castro oyó hablar de un retiro de Emaús para hombres y asistió. Le conquistó el calor y la aceptación de los hombres. Y lo que es más importante, “el Espíritu Santo encendió mi corazón para servir a los demás. Descubrí que era mucho más gratificante ayudar a los demás que ayudarme a mí mismo”, aseguró.

Ese fuego impulsó a Castro a dirigir docenas de equipos en retiros de Emaús. También produjo 250 episodios sobre Emaús para Radio Peace, entonces la emisora arquidiocesana en inglés.

Le han seguido otras buenas obras: un programa anual de juguetes de Navidad para familias inmigrantes; una organización sin fines de lucro para ayudar a niños desfavorecidos; el servicio como ministro extraordinario de la Sagrada Comunión en su parroquia de St. Louis, en Pinecrest.

Castro encontró una recepción más fría en los círculos estatales. Solicitó ser readmitido como abogado, pero fue rechazado en 2012 por el Tribunal Supremo de la Florida. Esto, a pesar de 13,000 horas de servicio comunitario, y cartas de apoyo y testimonios de 132 jueces y abogados.

Con el tiempo, se convirtió en contratista independiente de un bufete de Coral Gables, donde ayudaba a abogados autorizados por La Florida. También fue aceptado en varios tribunales federales de distrito y de apelación. Y, a pesar de su rechazo en La Florida, fue readmitido en diciembre de 2021 por el Colegio de Abogados del Estado de Nueva York, aunque está obligado a trabajar junto a otro abogado aprobado en esa jurisdicción.

La historia de Castro se ganó la admiración de Raoul Cantero, ex juez de la Corte Suprema de La Florida, quien lo presentó en la Misa Roja.

“Si, como católicos, creemos en la redención, entonces no podemos dejar de admirar la lucha prolongada y fiel de Willie”, destacó Cantero, quien recibió el Premio Lex Christi, Lex Amoris en 2018.

 

LA FE EN ACCIÓN

El juez de circuito Robert Watson se mostró impresionado por la transformación de Castro. “Día tras día, tratamos con personas que han cometido delitos. Es inspirador ver a alguien que fue redimido”.

Su colega, la jueza de circuito Lodi Jean, se mostró de acuerdo. “La Biblia y la Iglesia enseñan sobre el perdón. La gente no tiene que ser definida por sus errores para siempre”.

En una conversación con amigos de la parroquia de St. Louis, Robert Torricella elogió también la decisión de premiar a Castro.

“Lo describiría como la fe en acción, nunca pasivo, siempre avanzando”, comentó Torricella, que fue invitado en 2005 al programa de radio de Castro sobre su experiencia en Emaús. “Compartió (la historia de) su pasado conmigo, y el hombre que describió claramente ya no es así”.

Annemarie Harris Block, feligresa de St. Louis que conoce a Castro desde la década de 1980, lo definió como “un ser humano increíble”. Atribuyó su transformación en gran parte a su esposa, Mari, asistente del fiscal del Estado, quien hizo la Primera Lectura en la Misa Roja.

“Ella lo acompañó en cada paso. Es una mujer con una fe fuerte”, aseguró Block. Y también humilde: Block dijo que el comité del gremio quería premiar conjuntamente a esposo y esposa, y Mari se negó. “Ella dijo que esta es la historia de él”.

El proceso de selección para el Premio Lex Christi, Lex Amoris comenzó en febrero. Los miembros de la junta consideraron media docena de candidatos, preguntándose quién había sido un ejemplo tanto como católico y como funcionario de la corte. Este año, los miembros querían una persona que no fuera juez, una persona más “común”, dijo Sexton.

Él quiere más de eso. “En el futuro, me gustaría ver a un alguacil o a un agente de la policía recibir el premio”, concluyó.