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Homilies | Saturday, June 17, 2017

'Contin�en tendiendo puentes'

El Arzobispo Thomas Wenski predicó esta homilía en la celebración Eucarística por el 30 aniversario de la dedicación de la parroquia Santa Bárbara en Hialeah, el sábado 17 de junio de 2017.

Queridos hermanos y hermanas, hace ya 30 años, en 1987, un grupo de hermanos en la fe se unieron en la aventura de establecer una comunidad católica en un área en creciente desarrollo de Hialeah Gardens. La nueva parroquia, que había sido erigida por el Arzobispo Edward McCarthy bajo la protección de Santa Bárbara,necesitaba no sólo del lugar físico donde pudiera cada domingo celebrarse la Santa Misa, sino, y lo que era más importante, necesitaba de personas generosas con el deseo de formar una familia de fe, unida en el amor y el compromiso de anunciar la Buena Nueva de Jesucristo a tantos que poco a poco se iban estableciendo en esta porción de nuestra Arquidiócesis.

Con el liderazgo del P. Rafael Pedroso fue posible encontrar y acondicionar un almacén donde comenzaron a reunirse en comunidad para dar gloria a Dios, compartir la Palabra, transmitir la doctrina cristiana, dispensar los sacramentos y especialmente, celebrar la Eucaristía. El 25 de noviembre del mismo 1987 aquel edificio, convertido en Casa de Oración, fue bendecido por el siempre recordado obispo, Mons. Agustín Aleido Román. Y fuimos testigos del rápido crecimiento de una comunidad que aquel primer Domingo de Adviento de 1987 contó con la asistencia de 190 personas, mientras que al año siguiente ya asistían a Misa alrededor de 420 feligreses. Cursillos de Cristiandad, Caballeros de Colón, la Renovación Carismática y otros ministerios, fueron animando y enriqueciendo con los dones del Espíritu Santo la nueva parroquia dedicada a una santa mártir que se caracterizó por su confianza en Dios y la fortaleza de su testimonio. Es precisamente en el día de su fiesta, 12 años después, que el Arzobispo John Clement Favalora bendice el nuevo salón parroquial donde hoy estamos celebramos esta Eucaristía.

Es una ocasión propicia para recordar con profundo agradecimiento a todos los que pusieron alma, vida y corazón en la realización de este esfuerzo; especialmente a los que ya viven en la casa del Padre Celestial y hoy se unen a nosotros en esta fiesta. Y por supuesto, también a los que continúan  trabajando hoy por el crecimiento de esta comunidad de fe, y para ver realizado en un futuro no muy lejano el sueño de la construcción de un templo parroquial dedicado a su patrona. De más está agradecer también a los sacerdotes que han guiado esta porción del Pueblo de Dios a lo largo de estos 30 años: el P. Rafael Pedroso, el P. Miguel Gómez, y el P. Álvaro Huertas, actual párroco. Gracias a la misión realizada, la Parroquia de Santa Bárbara cuenta actualmente con 800 familias, alrededor de 20 ministerios en activo y una floreciente catequesis con un aproximado de 300 niños. 

Hermanos y hermanas, en el Evangelio hemos escuchado al Señor Jesús recordándonos que él es el pan vivo que ha bajado del cielo. Pan de vida eterna que quiere saciar nuestra ansia de plenitud y felicidad verdadera; alimento que prolonga en nosotros su obra salvadora, nos infunde su Espíritu y nos lanza a saciar el hambre del mundo. Por eso, al celebrar hoy la fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor no podemos olvidar que la Eucaristía, al igual que para los primeros discípulos de Jesús, ha sido también para los fieles de esta parroquia la fuente continua de comunión y de caridad fraterna con la que se ha ido cimentando la nueva familia de fe.En torno al altar se han reunido cada domingo para compartir el pan único y partido, de manera que, mucho antes de hacer realidad un anhelado templo material, han sabido darse a la tarea – y con éxito – de construir el templo espiritual; una comunidad de piedras vivas, de hermanos y hermanas unidos a Jesucristo, la piedra angular, la roca firme que sostiene la vida de la Iglesia, y nuestras propias vidas. 

Porque la Eucaristía edifica a la Iglesia. Porque fue a través de su propio Cuerpo y Sangre que quiso permanecer el Señor en medio de su pueblo – el pueblo de la Nueva Alianza – para ser alimento de inmortalidad en el camino de nuestra existencia terrenal, para ser fortaleza de los débiles y alegría del que sufre, para darnos vida y vida en abundancia, para comprometernos a transmitir a todos esa salvación que desde el altar eucarístico cada día nos ofrece; para ayudarnos a vivir en comunión con El y con nuestros hermanos.

En efecto, compartiendo el Pan de Vida nos vamos haciendo más hermanos, fortaleciendo los lazos de unión fraterna, superando en el amor todas las diferencias, y poniendo en común nuestra diversidad cultural convertida en incalculable riqueza para la construcción del Reino de Dios. Como nos recuerda el texto de la Carta a los Corintios que ha sido hoy proclamado: "El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan".

Que Santa Bárbara, virgen y mártir, que nos muestra en su mano derecha el cáliz eucarístico – fortaleza en el martirio y recuerdo del sacrificio que nos dio la Vida – continúe intercediendo por esta querida comunidad, para que alimentada siempre por el mismo Cristo no deje de crecer en comunión con Dios y con los hermanos, y continúe tendiendo puentes en medio de un pueblo que tiene verdadera hambre y sed del Dios vivo. Amen.

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