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Feature News | Friday, January 12, 2018

Culturas y personas se re�nen en la Misa de la Migraci�n

Apostolados culturales, inmigrantes y refugiados celebran y comparten sus historias

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MIAMI | La Misa anual de la Migración, que marca la fiesta de la Epifanía y el inicio de la Semana Nacional de la Migración, muestra la variedad de idiomas y dialectos, colores y trajes, cocina y tradiciones presentes en el Sur de La Florida.

La celebración del 7 de enero, en la Catedral St. Mary, no fue diferente. Los participantes incluyeron a nativos de la China, Filipinas, India, Vietnam, Jamaica, Brasil, Corea, Polonia, Haití, Nigeria y más.

Y como lo expresó el Arzobispo Thomas Wenski en su homilía, el objetivo de la Misa y de la semana es destacar la unidad de todos los pueblos.

“Cuando Jesús nació como hombre en Belén, no vino por un solo pueblo, sino por todos los pueblos, todas las razas, de todos los tiempos y lugares”, dijo el Arzobispo.

“Es impresionante ver reunidas a todas las diferentes culturas en un mismo lugar y rezando en su propio idioma”, dijo John Villaflores, un feligrés filipino de la iglesia St. Maximilian Kolbe, en Pembroke Pines. “Rezar el Padre Nuestro es especialmente hermoso porque suena como si todos estuviéramos hablando en ‘lenguas’”.

Esa positividad contrasta con el negativismo que actualmente rodea a los inmigrantes en Estados Unidos, ya que cientos de miles —los llamados “soñadores” protegidos por DACA y los haitianos y centroamericanos con el Estatus de Protección Temporal— enfrentan una posible deportación.

El Papa Francisco llamó al mundo a hablar en nombre de los migrantes y refugiados cuando lanzó la campaña Compartir el Viaje, en septiembre pasado. En ese espíritu, compartimos las historias —#ShareJourney — de algunos de nuestros vecinos del Sur de La Florida.

 

Jóvenes miembros del apostolado de la India se preparan para realizar un baile tradicional en la recepción que siguió a la Misa de Migración.

Fotógrafo: MARLENE QUARONI | FC

Jóvenes miembros del apostolado de la India se preparan para realizar un baile tradicional en la recepción que siguió a la Misa de Migración.

100 elefantes y tambores

Alrededor de 100 invitados indios asistieron a la Misa de la Migración, muchas mujeres vestidas con saris tradicionales y hombres en trajes de kurta.

La India es una nación predominantemente hindú. Pero eso no significa que no haya católicos. De hecho, uno de los apóstoles de Jesús llegó tan al este para evangelizar: Tomás.

“Tenemos una porción aleatoria de católicos en nuestro país”, dijo Dixie Shanu, una feligresa de Our Lady of Health (Nuestra Señora de la Salud), o Velamkanni Matha Church, en Coral Springs.

La iglesia forma parte de la diócesis Syro-Malabar de Chicago, uno de los ritos orientales que forman la Iglesia universal. Our Lady of Health comenzó en 1984 con seis familias, y fue reconocida como una misión de la Arquidiócesis en 1986. Hoy en día, más de 400 familias hindúes de todo el Sur de la Florida asisten allí.

La feligresa Prety Devasia entregó un precioso regalo durante el ofertorio: la figura de un elefante completamente adornado. Los elefantes son considerados sagrados en la cultura india. Simbolizan intelecto, sabiduría, divinidad, suerte e incluso paz. En la fe hindú, también están vinculados con deidades como el Señor Ganesha.

“Es una pequeña réplica, pero en la parte más meridional de la India, hay 100 elefantes adornados en las calles con sus jinetes, y los tambores están sonando mientras celebramos”, dijo Devasia.

 

Laurie Bruno, sostiene la bandera en primer plano, y otros miembros del apostolado de Haití, se preparan para la procesión de entrada al inicio de la Misa.

Fotógrafo: MARLENE QUARONI | FC

Laurie Bruno, sostiene la bandera en primer plano, y otros miembros del apostolado de Haití, se preparan para la procesión de entrada al inicio de la Misa.

 

El atuendo significa unidad

El vestido de carabella haitiana es típicamente usado por las mujeres el 1º. De enero, día de la independencia de Haití, y el 18 de mayo, día de la bandera. Pero el traje puede usarse cualquier día que se celebre el orgullo haitiano.

“Este atuendo para nosotros significa unidad”, dijo Emma François, una feligresa de la misión Notre Dame D’Haiti, en Miami. “Significa fuerza y cada vez que nos vestimos de la misma manera, sentimos que hay unidad entre nosotros”.

François describió los colores del vestido tradicional: azul por el cielo, amarillo por el sol, rojo por la sangre derramada en los campos de batalla y verde por la esperanza. Es importante compartir esos detalles con las generaciones más jóvenes.

“Los jóvenes necesitan conocer la cultura”, dijo François. “Porque nacieron aquí, y nunca estuvieron en Haití, necesitamos transferirles la cultura para que cuando no estemos aquí, ellos mantengan la tradición”.

Sobre todo, quiere recordarles que: “Siempre luchen por la libertad, la fraternidad y la igualdad”.

 

Oby Okani, del apostolado de Nigeria, toca un tambor tradicional al final de la Misa de la Migración.

Fotógrafo: MARLENE QUARONI | FC

Oby Okani, del apostolado de Nigeria, toca un tambor tradicional al final de la Misa de la Migración.

 

Los nombres cuentan la historia

Nigeria se compone de numerosos Estados, con gente que habla varios idiomas incluyendo el Hausa, Igbo y Yoruba. Debido a la diversidad, el inglés es el idioma oficial del país, como lo fue durante la época colonial.

“Un nigeriano que vive en Miami puede decir algo y un nigeriano que vive en Broward puede que no lo entienda”, dijo Simon Okonor, un feligrés de la Catedral St. Mary, en Miami, que emigró a Estados Unidos hace 30 años, en busca de una educación superior.

Aunque las lenguas difieren, los nigerianos pueden identificar de dónde vienen otros nigerianos por sus nombres, que a menudo son dados en alabanza a Dios. Timilehin, por ejemplo, es Yoruba por “Dios está contigo”. “Onyinyechi” significa “regalo de Dios” en Igbo.

“Cada nombre que es nigeriano tiene un significado, no sólo es un nombre dado”, dijo Irene Okonor, la esposa de Simon.

Su consejo a sus compatriotas inmigrantes es: “Conserven la cultura. Preserva tu propia cultura porque no quieres extinguirla. Quieres que perdure y te sientas orgulloso de ella”.

 

Jindie Lin del apostolado chino sostiene a su hijo, Kenny Jiang, de 13 meses, durante la Misa.

Fotógrafo: MARLENE QUARONI | FC

Jindie Lin del apostolado chino sostiene a su hijo, Kenny Jiang, de 13 meses, durante la Misa.

 

Tener una oportunidad

Bernandette Chik emigró a Estados Unidos con su esposo y sus dos hijos en 1996, de donde ella describió como “un Hong Kong sobrepoblado”. En ese momento, el gobierno estaba pasando del dominio británico a las manos de la China comunista.

“No me preocupaba quién iba a tomar el control, más bien me preocupaba que Dios estuviera con nosotros a donde fuéramos”, dijo Chik. “Tuvimos la oportunidad de venir aquí, así que vinimos aquí”.

Pudieron haberse mudado a Nueva York o San Francisco, hogar de las dos comunidades chinas más grandes en Estados Unidos. En vez de eso, eligieron Miami, donde definitivamente eran una minoría. Pero Chik creyó que Dios los guiaba hasta aquí, y unos meses después de que se mudaron, la Arquidiócesis estableció un apostolado chino.

“Poco a poco luchamos y trabajamos, y cada semana ahora hay Misa en chino”, dijo Chik. Las Misas se celebran todos los domingos en la parroquia St. Jerome, en Fort Lauderdale, y una vez al mes en la Universidad St. Thomas, en Miami Gardens.

Chik y su familia miran hacia atrás y se ven bendecidos por haberse establecido en Estados Unidos. Pero, cuando ve a otros inmigrantes chinos luchando por obtener un estatus legal, ella recuerda las preocupaciones de sus suegros.

“Se preocuparon porque vendimos todo lo que teníamos en Hong Kong para venir aquí, y después vinimos, y si fuéramos deportados, no tendríamos nada en casa tampoco”, dijo Chik. “No nos preocupamos, porque pensábamos que si Dios quiso que viniéramos y nos quedáramos, encontraríamos la forma”.

 

Los miembros del apostolado polaco bailan el Polonez, en la recepción después de la Misa.

Fotógrafo: MARLENE QUARONI | FC

Los miembros del apostolado polaco bailan el Polonez, en la recepción después de la Misa.

 

“Bendecida” en polaco

Beata significa bendecida en polaco. Es el nombre de Beata Redlicki, una feligresa de la misión polaca Our Lady of Czestochowa, en Pompano Beach.

“Me siento bendecida por la oportunidad de conocer a tantas personas diferentes y maravillosas”, dijo sobre su asistencia a la Misa de la Migración. “Conocer diferentes culturas, ver diferentes tipos de comida y ver diferentes tipos de entretenimiento. Es realmente maravilloso que podamos integrarnos entre nosotros”.

En enero de 2018, cumplió 27 años de haber emigrado a Chicago para trabajar como fisioterapeuta. Sus dos hijos nacieron allí, y por ser talentosos jugando tenis, la familia se mudó a Boca Ratón.

En la celebración cultural que siguió a la Misa de la Migración, Redlicki ayudó a distribuir platos llenos de kielbasa, pan, ensalada de papa y donuts polacas (todo donado por Krakus Deli y Euro Deli, o cocinados por miembros de la misión polaca). También compartió algunos chistes y estereotipos, cortesía de sus hijos, sobre cómo es crecer en medio de la cultura polaca.

“Es como decir ‘necesitas tomar sopa caliente’, incluso cuando es un día caluroso en La Florida”, dijo Redlicki. “Y uno que enloqueció a mis hijos fue: “Una B+ es terrible”.

Redlicki cree que esas normas educativas, por encima de la media, empujaron a sus hijos a las universidades UCLA y Duke. Se enorgullece de que hablen, escriban y lean polaco con fluidez. Ellos mantienen su cultura celebrando una Navidad polaca, una Pascua polaca y asistiendo a los cultos religiosos polacos.

 

Khoa Nguyen posa con su familia en la recepción que siguió a la Misa de la Migración: su esposa Doan, su hijo Kenneth y su hija Lindsey.

Fotógrafo: MARLENE QUARONI | FC

Khoa Nguyen posa con su familia en la recepción que siguió a la Misa de la Migración: su esposa Doan, su hijo Kenneth y su hija Lindsey.

 

Escapó del comunismo

Khoa Mguyem dejó su hogar en Vietnam en 1988. Escapó en barco y vivió en Tailandia por casi dos años. En 1990, se le presentó la oportunidad de venir a los Estados Unidos y la aceptó, aunque eso significaba dejar a sus familiares.

“Nos tuvimos que adaptar de muchas y diferentes maneras, desde la comida hasta el idioma. Pero lo intentamos y estamos muy agradecidos”, dijo Mguyem.

Ahora sirve en el apostolado vietnamita, que se reúne en la misión Our Lady of La Vang, en Hallandale Beach. Los domingos enseña en vietnamita, porque cree que es una forma de preservar su cultura. “A la manera vietnamita decimos: ‘Si pierdes tu idioma, pierdes tu país’”, dijo Mguyem.

Les recuerda a sus dos hijos nacidos en Estados Unidos quiénes son, de dónde vienen y cuán bendecidos son. “Estamos agradecidos por lo que tenemos aquí. Es un regalo de Dios”.

 

Volver para visitar

Kevin Kim llegó a Estados Unidos de Corea en 1983. Era un joven de 16 años que comenzó la escuela secundaria en un país extranjero, que se convirtió en su nuevo hogar. “Dejamos Corea por razones políticas y por mi padre”, recordó Kim.

Al crecer, se dio cuenta de que no había muchos coreanos en el Sur de La Florida, especialmente si se compara con Nueva York o Los Ángeles. Pero con el establecimiento del apostolado coreano en la Arquidiócesis, en 1984, fue testigo de la unión y el crecimiento de la comunidad. Recientemente, empresas coreanas como Samsung y Hyundai se han establecido en el Sur de La Florida, con oficinas en El Doral, que sirven como puerta de entrada a América Latina. “A veces parece que Miami no es parte de los Estados Unidos”, dijo Kim, observando la mezcla de culturas que hay aquí. “Es una bendición ver a muchas personas diferentes”.

Kim asiste a la misión coreana St. Paul Chung Ha Sung, en West Park, y preserva su cultura coreana manteniendo una conexión con su familia en el país natal. Durante años, enviaba a sus tres hijos a Corea una vez al año, para reunirse con su familia, practicar el idioma y experimentar la cultura.

Su hija recientemente aceptó un trabajo en Corea del Sur, en el campo de la medicina deportiva. “Habla con más fluidez el idioma y habla más sobre la cultura y su familia”, dijo Kim. “Estoy muy contento”.

Stella Madu y Adama Osuji cantan una canción tradicional nigeriana después de la Misa.

Fotógrafo: MARLENE QUARONI | FC

Stella Madu y Adama Osuji cantan una canción tradicional nigeriana después de la Misa.


Comments from readers

Richard DeMaria - 01/14/2018 04:59 PM
Beautiful article with one of those photographs. It is clear that the archdiocese has made significant efforts to support migrants in their own cultures. Congratulations to whomeverIs responsible for this outgrowth of support.

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