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Feature News | Thursday, April 18, 2024

Una bendición de Dios para la Iglesia y para nuestro país

Migrantes de Venezuela esperan junto a personas de otras nacionalidades, que hacen cola para ser procesados por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos en El Paso, Texas, el 4 de enero de 2023.

Fotógrafo: Courtesy OSV News/Paul Ratje, Reuters

Migrantes de Venezuela esperan junto a personas de otras nacionalidades, que hacen cola para ser procesados por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos en El Paso, Texas, el 4 de enero de 2023.

Las sucesivas oleadas migratorias de hispanos/latinos hacia los Estados Unidos han traído consigo, entre otras tantas cosas, un cambio muy significativo en el número, en la composición y en el perfil de la Iglesia Católica en los Estados Unidos. El fenómeno de la creciente y enorme presencia hispana/latina en los Estados Unidos, advertida y acogida por la Iglesia Católica, especialmente en las últimas siete décadas, pasó de las tímidas y casi clandestinas celebraciones eucarísticas en latín o “medio español”, y en los sótanos de los templos, a la celebración de encuentros nacionales del ministerio o pastoral hispana católica en esta Nación.

Hitos históricos de estos cambios son, entre otros, los siguientes años: en 1945 se establece, oficialmente, la primera oficina nacional para el ministerio hispano, y en los años 1972, 1977, 1985, 2000 y 2018, después de arduo trabajo, procesos de consultas y discernimiento fueron convocados y realizados los cinco sucesivos encuentros nacionales del ministerio hispano. Esta línea se prolonga y ratifica en el Plan Pastoral Nacional para el Ministerio Hispano/Latino, presentado en edición bilingüe (inglés y español) por el Comité de Diversidad Cultural en la Iglesia, de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, y aprobado y autorizado para su publicación por la misma Conferencia en junio de 2023.

Fruto de la ya larga trayectoria histórica de la presencia hispana/latina, de la acogida y experiencia de la Iglesia y de lo compartido y aprendido en los encuentros nacionales ya mencionados, este PLAN pretende ser una hoja de ruta, un camino, un derrotero por donde avancen las acciones de la Iglesia Católica en los Estados Unidos y de los hispanos/latinos que en ella peregrinan con su fe, en la construcción del Reinado de Dios, mediante el mandamiento del amor, para “un cielo nuevo en una tierra nueva”, es decir, para una mejor sociedad estadounidense y un mundo nuevo, más justo, más fraterno y más solidario, según los criterios del evangelio de Jesucristo.

El quinto encuentro nacional, volcado en el documento y Plan del que les hablo, siempre a la luz del Evangelio, quiso recoger la visión y la doctrina del Papa Francisco sobre la Iglesia, especialmente en el contexto del sínodo sobre la sinodalidad, además de ponerse a tono con la Iglesia católica en centro y sur América, desde las enseñanzas proclamadas por el episcopado latinoamericano en Aparecida, Brasil.

El Plan consta de cinco partes, en las que se da a conocer la visión de lo que debe ser la pastoral hispana en los Estados Unidos, y se sugieren líneas de acción que consideran a los católicos como discípulos misioneros, alimentados por la Eucaristía, enviados a anunciar el Evangelio y a dar fruto. Discípulos animados por la Palabra que —mediante el encuentro con Cristo— forman una Iglesia profética, multicultural y sinodal, que promueve la integración, la inclusión, la justicia y la misericordia. Pero, además, este Plan Pastoral Nacional señala unas prioridades pastorales a tener en cuenta en los proyectos pastorales parroquiales y diocesanos: la formación en la fe, el acompañamiento de las familias, la pastoral juvenil, la inmigración, la atención pastoral a los que se encuentran en la periferia, entre otras.

Este Plan es, evidentemente, un esfuerzo —que agradecemos— de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos por resumir experiencias, por iluminar la vida de la comunidad hispana/latina presente en los Estados Unidos con la luz del Evangelio que es Cristo mismo, pero, sobre todo, es un esfuerzo por tener un método (camino), una agenda común de líneas de acción pastoral que nos señalen la senda que todos juntos (sinodalidad) debemos recorrer.

Este Plan es también una muestra de la sensibilidad, el interés, la acogida y la preocupación que la Iglesia Católica en los Estados Unidos, como “Madre y Maestra”, ha tenido y tiene hacia los inmigrantes hispanos, y es también, al mismo tiempo, un homenaje a todos los ministros ordenados y laicos que en el transcurso de tantas décadas ha engrandecido, de tantas maneras, la presencia de la comunidad hispana/latina en esta sociedad y en la Iglesia Católica en los Estados Unidos.

Que este Plan sea herramienta de trabajo y camino para que todos —en sociedad y en comunidad eclesial— “seamos uno” (Jn 17,20- 23) en el respeto por las diferencias que, en vez de dividirnos, nos enriquecen, para que vivamos la integración y la unidad en la diversidad. Herramienta y método para que realicemos la comunión y participación fraternas que resultan del Evangelio. Plan, método e instrumento “para caminar juntos como alegres discípulos misioneros en salida, en la solidaridad y la misericordia” (Plan citado, parte 1, pág. 7), y para que, en definitiva, vivamos la “catolicidad”, es decir, la fraternidad universal querida por Jesucristo, nuestro “Camino, Verdad y Vida”, tal como lo señala el documento del Plan Pastoral Nacional, que comienza diciendo: “la presencia hispana/latina es una bendición de Dios para la Iglesia y para nuestro país”

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