Escuchemos a la Madre Teresa
Monday, October 24, 2016
Joan Crown
Según anticipaba la canonización de la Madre Teresa de Kolkata (antes Calcuta) el 4 de septiembre, recordaba su visita a los Estados Unidos, cuando ella se dirigió al Presidente Bill Clinton y al vicepresidente Al Gore y sus esposas en el Desayuno Anual de Oración en Washington, D.C.
Era el año 1994. La Madre Teresa de Calcuta se puso de pie en un taburete ante el presidente y el vicepresidente de los Estados Unidos, y apenas visible detrás del micrófono en el podio, audazmente declaró: "Cualquier país que acepta el aborto, no enseña a su gente a amar. El aborto es hoy el mayor destructor de la paz".
El presidente Clinton y el vicepresidente Gore se quedaron quietos y fríos mientras el público estallaba en un aplauso. Por desgracia, los dos líderes de nuestro país no podían hacer lo mismo debido a las políticas que apoyaban. Una de esas políticas fue el método extremo del aborto de nacimiento parcial, practicado en el último trimestre del embarazo.
Sin miedo a decir la verdad, Madre Teresa continuó: “Para mí, las naciones que han legalizado el aborto son las más pobres, le tienen miedo a un niño no nacido y el niño tiene que morir porque no quieren alimentar un niño más, educar un niño más”.
Madre Teresa les dijo que había una "guerra contra el niño" que es "asesinado por su propia madre". Aseguró que recibiría a los niños no deseados por nosotros. "Denme el niño a mí ... cualquier niño. No lo destruyan".
También señaló que el primero en proclamar la venida de Cristo en la tierra fue un niño no nacido: Juan Bautista en el vientre de su madre Isabel. "En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno" (Lucas 1:41).
La Madre Teresa imploró al pueblo de nuestro país: "Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo, ¿cómo le pediremos a los demás que no se maten unos a otros?"
En el discurso de ese día, nos enseñó que el aborto lleva a la gente a una "pobreza espiritual", la que describió como "el peor tipo de pobreza".
Los que trabajamos en el Ministerio del Respeto a la Vida sabemos cuán cierto es eso cuando servimos a través de Proyecto Raquel, nuestro programa de sanación post-aborto, a quienes han experimentado el horror que llamamos "aborto". Muchas de estas almas heridas buscan por años el valor para pedir ayuda porque son incapaces de perdonarse a sí mismas por lo que muchos consideran el pecado imperdonable.
Estos son los pobres entre nosotros – nuestro prójimo necesitado. Nosotros, la Iglesia, debemos llegar hasta ellos para ayudarles a encontrar su camino de regreso a la sanación y los sacramentos. Debemos admitir que todos hemos abortado la voluntad de Dios en algún momento de nuestras vidas, y todos debemos buscar el perdón.
Hace 22 años, la Madre Teresa le dijo a los Estados Unidos que podríamos llegar a ser un signo de la paz para el mundo entero por la manera en que optamos por tratar al niño por nacer. Eso es lo que parece faltarle a todo el mundo en nuestra búsqueda de paz.
Madre Teresa, ahora una santa, nos dijo que el aborto destruiría la paz en nuestro país. ¿Prestaremos atención ahora a su sabiduría, o continuaremos permitiendo que el aborto destruya nuestra capacidad de amar, sobre todo a los más pequeños entre nosotros?
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