El 9/11 y un encuentro con el Misterio
Monday, September 12, 2011
Father Luis A. Rivero
Recién conmemoramos el 10mo aniversario de aquel trágico 11 de septiembre de 2001. Estoy seguro que ustedes recuerdan dónde estaban y lo que hacían aquel día. Quizás se encontraban de camino a su trabajo, de regreso tras dejar a los niños en la escuela, o disfrutando una taza de café. Quizás ya habían comenzado su día y se encontraban en medio del ajetreo diario.
Recuerdo claramente, como si fuera ayer, que nos dirigíamos hacia el segundo período de la clase de Introducción al Catolicismo Romano, en el seminario escuela de St. John Vianney, cuando nos interrumpieron con las noticias sobre el primer vuelo de American Airlines que se había estrellado contra el World Trade Center. El miedo que inundó nuestros hogares y centros de trabajo era muy palpable.
Escribo este blog mientras me encuentro disfrutando un tiempo de descanso y relajamiento en la ciudad de Nueva York. Pensé que sería apropiado visitar el lugar para recordar nuevamente la tragedia y la esperanza que allí ha surgido. Mientras iba en el tren subterráneo, leía un libro y me mezclaba con cada ciudadano de Nueva York que vive y trabaja en la ciudad. (Si han viajado en el tren subterráneo de Nueva York, sabrán que casi todo el mundo se concentra en lo suyo y no habla con los demás, a menos que sea alguien a quien conoce, o un mendigo que pide dinero.)
He utilizado el sistema de trenes subterráneos en muchas ocasiones, y nunca he conversado con un extraño… hasta hoy. Mientras me dirigía al World Trade Center, Sandi interrumpió mi lectura. Preguntó con cortesía si yo era un sacerdote. Le dije que sí. Entonces me dijo que era una católica nominal. Despertó mi curiosidad; le pedí que hablara, y me contó su historia (recuerden que todo lo que ella sabía era que yo era un sacerdote; desconocía el lugar al que me dirigía o el motivo para ir hasta allí).
Sandi me contó que había trabajado en el World Trade Center. Trabajó en la segunda torre. En aquel trágico día, se encontraba en el elevador de camino al trabajo cuando, de repente, ella y lo otros pasajeros cayeron. Al llegar a la planta baja, los bomberos abrieron las puertas y les escoltaron hacia la calle. Sandi dijo que inicialmente no sabía dónde ir, pues el caos reinaba en las calles. Sin embargo, sabía que allí cerca se encontraba la iglesia de St. Peter, la que pasaba a menudo cuando se dirigía a su trabajo, y en donde ni se molestaba en entrar.
Le rogué que continuara.
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras contaba cómo sabía que se encontraría a salvo en la iglesia. Al pasar un rato de estar allí, vio a un grupo de bomberos que cargaba un cuerpo, el que colocaron frente al altar. Ella se acercó y vio que se trataba del capellán. Se enteró de que era un sacerdote católico, el Padre Mychal Judge.
Ambos estábamos en lágrimas allí, en el tren subterráneo de la ciudad de Nueva York. Había escuchado la historia, pero nunca había conocido a alguna persona que hubiese sido testigo de su belleza.
Han pasado 10 años desde aquel funesto día en el que tantos perdieron sus vidas – algunos en el trabajo, otros cuando se dirigían al mismo, muchos intentando salvar vidas, y el capellán tratando de salvar almas. Como sacerdote, no pude menos que conmoverme.
Mis amigos, yo no tenía planes de conocer a Sandi, y no tenía planes de hablar con alguna persona en el tren subterráneo mientras me dirigía hacia el World Trade Center o mientras regresaba. Sólo quería visitar el lugar y buscar inspiración para escribirles. Pero este encuentro tan fascinante e inesperado me conmovió mucho más de lo que hubiese podido imaginar.
En medio de la destrucción y del miedo, Sandi fue testigo de la belleza porque su fe despertó a través de este acontecimiento. Fue a través de este acontecimiento que el Misterio se presentó nuevamente. Les puedo decir sin duda alguna que fue a través de mi encuentro con ella en el tren subterráneo, que el Misterio – Cristo – me demostró Su rostro. El capellán que fue entregado al pie del altar, llevado por aquellos a quienes él ministraba, predicaba el Evangelio de Jesucristo más allá del final. Su muerte llevó a Sandi a un encuentro con Cristo resucitado. Como ella me dijo, en medio de las circunstancias y del caos de aquel día, él salvó su alma.
Mis amigos, este momento de gracia en el tren subterráneo de Nueva York, tan inesperado, no planificado, no solicitado, me confirma de nuevo el llamado del Señor a servirle más allá de cualquier frontera. Un encuentro con el Misterio, con Cristo, no tiene preferencia de tiempo o de espacio. Con frecuencia, Él selecciona el lugar y el tiempo más extraño para mostrar Su rostro. Como sacerdote, no podía menos que dar gracias al Señor por recordarme mi vocación para predicar el Evangelio hasta mi último respiro de vida. No puedo menos que darle gracias a Aquel que siempre me demuestra Su rostro en las distintas circunstancias de la vida, a través de una variedad de maneras.
Cuando visité la iglesia de St. Peter, cerca de la Zona Cero, el “Ground Zero”, caí de rodillas ante el Santísimo Sacramento, y le di gracias por Su amor por mí. Ahora les pregunto: ¿han vivido la experiencia de encontrarse con el Misterio?
Comments from readers
Gracias por siempre regalarnos "un despertar en Dios", en sus mensajes. He vivido momentos en mi vida que me han hecho reflexionar sobre la importancia de El en nuestro diario vivir. Todos los dias le pido a Dios por que nos regale mas sacerdotes como usted. Que el Senor siempre le guie para continuar despertando almas y llevarlas al Buen Camino.
!Que consuelo para la persona de su historia el dar con un Sacerdote y compartir su propia experiencia! Bendito sea Dios.
In Jesus & Mary
Legion de Maria
Judith Padron
Vivat Jesus
thx, Father.
God bless you always!
Gloria Mendia