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A continuación un extracto de las palabras de Mons. Franklyn Casale durante el cierre de un foro internacional sobre la trata de personas, realizado en Roma el 18 de mayo y co-patrocinado por la universidad de St. Thomas y la Embajada de los Estados Unidos en la Santa Sede. El tema del foro era “Construir Puentes de Libertad: Colaboraciones Públicas y Privadas Para Poner Fin a la Esclavitud Moderna”. Miguel Díaz, embajador de los EE.UU. en la Santa Sede, teólogo reconocido a nivel mundial y ex alumno de la universidad de St. Thomas, inició la conferencia con su discurso de bienvenida. Roza Pati,  directora ejecutiva del Programa Intercultural de Derechos Humanos, fungió como moderadora del panel y compartió su valioso entendimiento. Los participantes discutieron el rol de los sectores públicos y privados para poner fin a la trata de personas y a la esclavitud moderna, incluyendo el papel de las organizaciones de fe, las corporaciones y la sociedad civil.
 
Hace unos años, cuando por primera vez me involucré en el asunto de la trata de personas, me sorprendió una historia que leí sobre el himno “Amazing Grace” (Sublime Gracia). Considerado por algunos como el himno más popular e interpretado con más frecuencia en el mundo angloparlante, fue escrito por John Newton, un traficante de esclavos, cuando era joven. En una noche estrellada, mientras cruzaba el Atlántico, pensó en las personas que se encontraban en las entrañas del barco, quienes serían vendidas como esclavas. De repente se dio cuenta de la atrocidad de sus acciones ante los ojos de Dios, y esa noche tuvo una conversión. Más tarde, Newton exhortó a William Wilburforce a ingresar al Parlamento para abolir la esclavitud en Gran Bretaña. En 1807, Wilburforce tuvo éxito al poner fin a la esclavitud en Gran Bretaña y en las colonias británicas. ¡Sublime gracia!

Nuestra comunidad católica ha acogido y dirigido la causa contra la trata de personas, lo que refleja nuestras bien desarrolladas enseñanzas católicas sociales. Esta conferencia ha reunido una gran diversidad de participantes en la lucha por erradicar la trata de personas. Los esfuerzos de esta poderosa coalición brindan esperanza, pues cada vez son más los países que aprueban leyes contra el tráfico de humanos. Hasta la fecha, más de 116 países han aprobado leyes para poner fin a toda clase de esclavitud moderna.

Pero la paradoja continúa: aunque a nivel mundial la trata de personas ha sido abolida oficialmente en todas las comunidades, los números de las víctimas de la esclavitud moderna aumentan a un ritmo constante. Se estima que de 700-800,000 seres humanos son víctimas de la trata de personas a través de las fronteras internacionales, y que en un momento dado hay 30 millones de víctimas a nivel mundial. Por lo general, la mayoría de las víctimas de la trata de personas se encuentran entre los 18 y 24 años de edad, con más de un millón de niños y niñas cada año.

Durante los pasados 10 años, los grupos interesados en detener el tráfico han presentado distintas propuestas para luchar contra este fenómeno. Un enfoque clave, relativamente nuevo, ha sido el uso del paradigma 3P de prevención, procesamiento (criminal) y protección (de la víctima). Pero debido a que se ha detectado un aumento en la incidencia de la esclavitud moderna, es evidente que se necesita más.  

El hecho es que la esclavitud moderna es una empresa extremadamente lucrativa. Necesitamos reconocer su irresistible atractivo económico para los traficantes, y desarrollar políticas contra el tráfico igualmente afines y lucrativas. En segundo lugar, como instituciones de enseñanza superior, defensores, gobiernos, oficiales gubernamentales, corporaciones, necesitamos invertir considerablemente en el negocio de la lucha contra la esclavitud moderna. Algunos de nosotros invertimos sin reparos en nueva tecnología, en arriesgadas carteras de acciones, y en innovadores conceptos de negocios; invirtamos ahora en nosotros mismos y en nuestro prójimo para promover la dignidad de la persona humana.

El rol de las universidades es decisivo. En los Estados Unidos, y a nivel internacional, las instituciones de enseñanza superior sirven como incubadoras, como “laboratorios de ideas”, instituciones de investigación, y clínicas para la facultad, los estudiantes y las comunidades vecinas. Con mucha frecuencia, las instituciones académicas sirven como los primeros portales para el aprendizaje y la información sobre asuntos de actualidad. En el ámbito académico pueden existir colaboraciones en varios aspectos y a nivel interdisciplinario. De la misma manera, las instituciones de enseñanza superior han desarrollado, y deben continuar haciéndolo, currículos y módulos para educar a sus estudiantes sobre la esclavitud moderna, sus raíces, causas y soluciones, ya que esta es una de las inquietudes sobre los derechos humanos en nuestros tiempos.

La universidad de St. Thomas ha sido pionera en esta lucha. Más de 250 estudiantes de leyes y otras personas trabajan con diligencia en asuntos de migración, servidumbre, y abuso. Por ejemplo, el Instituto de Derechos Humanos, establecido en 1992, procesa más de 6,000 migrantes haitianos y cubanos cada año. La mayoría de nuestras 11 clínicas de la Escuela de Leyes se orienta hacia los marginados, con lo que se ofrece a los futuros abogados experiencia práctica en ayudar a aliviar la carga de las personas que de otra manera no tendrían acceso a buenos abogados. La Escuela de Leyes ha adoptado un enfoque integral hacia los asuntos de los derechos humanos, pues estas violaciones cruzan muchos aspectos legales y sociales. St. Thomas tiene un compromiso con el estudio ambiental, y estableció recientemente un LL.M. en sostenibilidad ambiental.

Por esta razón establecimos nuestro Centro para la Justicia y el Diálogo Mundial. La instalación será parte integral de la Escuela de Leyes de la Universidad de St. Thomas, y un recurso importante que servirá a nuestros estudiantes de leyes, a la comunidad del sur de la Florida, a la nación y al mundo. El Centro alojará tres programas que fomentarán el compromiso de la universidad de St. Thomas con la justicia social: el Instituto para Leyes y Servicio Público; el Instituto para la Investigación Intercultural y de Sostenibilidad; y nuestros programas graduados en Derechos Humanos Interculturales y Sostenibilidad Ambiental, reconocidos a nivel mundial.

A través de su misión para la investigación, el Centro para la Justicia y el Diálogo Mundial ofrece un foro para el análisis riguroso, orientado por los problemas y la política, de los asuntos de importancia mundial y nacional. El Centro, diseñado principalmente para ser un “laboratorio de ideas”, identificará, estudiará y desarrollará soluciones a los asuntos apremiantes que enfrenta el planeta.

Personalmente, comprometo a quienes participan en el Centro para la Justicia y el Diálogo Mundial a continuar el trabajo sobre el problema de la trata de personas. Al utilizar nuestro tesoro de información y la erudición de nuestra talentosa facultad, involucrar a nuestros estudiantes, y reunir a líderes mundiales en el Centro, continuaremos siendo una fuerza en esta y otras áreas que afligen a la comunidad mundial. Es una larga jornada, pero nos encontramos en el camino correcto.

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