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Homilies | Saturday, January 14, 2017

Jesús no eligió a los más dignos, capacita a los elegidos

Homilía del Arzobispo Wenski en Misa con la Liga Orante

Homilía del Arzobispo Thomas Wenski en Misa en el Seminario de St. John Vianney con la Liga Orante. Sabado, 15 de enero de 2017.

“Sígueme”, Jesús dice a Levi, también conocido como Mateo. Y estas mismas palabras Jesús dirige a cada cual que él llama.  Y es Jesús que toma la iniciativa. Antes, los que querían seguir la enseñanza de un maestro elegían a la persona de la que querían convertirse en discípulos. Pero, Jesús, con esa palabra “Sígueme” muestra que es el quien elige a los que quiere tener como compañeros y discípulos  Luego, les dirá, No me han elegido ustedes a mí, sino que yo les he elegido a ustedes.” 

Cristo tiene necesidad de los hombres para llevar a cabo su proyecto de salvación. Y, al mismo tiempo, es obvio que Jesús no elige a los más capacitados, los más dignos.  Levi fue un “publicano” y como los demás discípulos fue un pecador. Fue llamado mientras recaudaba impuestos. A otros, como Pedro, Andrés, Santiago y Juan, les llamó cuando estaban pescando.  Como dijo San Juan Crisóstomo, Crisóstomo—, “pues no hay nada más detestable que el recaudador y nada más común que la pesca”  Jesús no excluye a nadie de su amistad. Precisamente mientras se encuentra sentado a la mesa en la casa de Mateo-Leví, respondiendo a los que se escandalizaban, dijo Jesús: “No necesitan médico los sanos sino los enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”

Jesús no eligió a los más dignos, los más capacitados; pero si, Jesús capacita a los elegidos.  

Cristo necesita de estos jóvenes con su entusiasmo, con su generosidad pero también Jesús, cuenta con ellos a pesar de sus faltas y defectos para el anuncio del Evangelio. Y aquí, se ve la importancia de una Liga Orante.  Para que estos jóvenes – los seminaristas que se encuentran aquí –respondan a esta llamada con el don de sus vidas a Dios y a los hermanos, Cristo necesita de sus oraciones – o mejor, ellos necesitan de sus oraciones para que así Cristo les pueda capacitar por el ministerio.

Recen que estos jóvenes abran sus corazones a Cristo y no solo ellos sino también ese sinnúmero de jóvenes que todavía está como Levi envuelto en sus quehaceres mientras Jesús pasaba. Los Mateos de nuestra época necesitan el apoyo de sus oraciones para que puedan cobrar la valentía necesaria para responder al Señor que les dice: “Sígueme”.  

Mateo responde inmediatamente a la llamada de Jesús: “Él se levantó y lo siguió”. El responde al Señor – se levantó y lo siguió.  Esto implicaba para él abandonarlo todo, en especial una fuente de ingresos segura, aunque a menudo injusta y deshonrosa. Evidentemente Mateo comprendió que la familiaridad con Jesús no le permitía seguir realizando actividades desaprobadas por Dios.

Tampoco hoy se puede admitir el apego a lo que es incompatible con el seguimiento de Jesús, como son las riquezas deshonestas. En cierta ocasión dijo tajantemente: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme” (Mt 19,21). Esto es precisamente lo que hizo Mateo: se levantó y lo siguió. En este “levantarse” se puede ver el desapego de una situación de pecado y, al mismo tiempo, la adhesión consciente a una existencia nueva, recta, en comunión con Jesús.

La liga orante existe para apoyar a estos jóvenes – aquí y afuera – para que oigan al Señor que está buscando colaboradores para dar la Buena Nueva. Ustedes los acompañan por sus oraciones.  No crean que lo que les digo es solo palabrería piadosa.  Al contrario, es cierto. Como dijo San Juan Pablo II, “cada vocación es un acontecimiento personal y original pero también un hecho comunitario y eclesial.  Nadie es llamado a ir solo.”

Gracias por sus oraciones por las vocaciones sacerdotales tenemos un buen grupo de seminaristas que, si Dios quiere, serían sus párrocos de mañana. Y gracias por sus oraciones, este mayo, si Dios quiere, voy a ordenar nueve nuevos sacerdotes para servir aquí en la arquidiócesis de Miami.

La Liga Orante sigue siendo un arma valiosa para la promoción de vocaciones aquí en esta Iglesia local. Pues, como dijo San Juan Pablo II, “Nadie es llamado a ir solo, les quiero darles gracias por haberlos acompañado por medio de este apostolado tan importante para el futuro de la Iglesia aquí en el Sur de la Florida.



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