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Columns | Friday, June 23, 2017

En los Encuentros de Experiencia de Dios

 

El P. Ignacio Larrañaga haciendo lo que siempre hacía: orando.

Fotógrafo: Foto tomada de internet

El P. Ignacio Larrañaga haciendo lo que siempre hacía: orando.

 

Parece que fue ayer… Revivo la escena claramente, aunque ocurrió en los ochenta. ¿1986, 1987? Me veo sentada en un salón, en Holy Rosary, nuestra parroquia en Sun Valley, California. Sister Marta nos está dando una charla acerca de la oración y menciona a un sacerdote español que recorre los países de habla hispana para enseñar a orar. Recuerdo mi frustración al pensar que, al no vivir en uno de esos países, no tendría ocasión de aprovecharme de sus enseñanzas. Pero me equivocaba.

Tiempo después, de modo providencial, me entero que ese sacerdote, el P. Ignacio Larrañaga, Capuchino, va a ofrecer un Encuentro Experiencia de Dios en el Este de Los Ángeles, en diciembre de 1988. Tras algunas peripecias, pues no me daban vacaciones para la semana del Encuentro, Dios interviene y se resuelve todo, y me voy sola a participar de lo que fue la experiencia que cambió mi vida.

Debo aclarar que desde muy joven pertenecí a la rama femenina de la Juventud Católica y era activa en mi Iglesia en Cuba. Allí conocí a quien ahora es mi esposo y con el que, desde entonces, comparto mis actividades religiosas, primero en Cuba, luego en California y ahora en Miami. Pero, a pesar de tanta actividad, mi vida de oración era superficial, me sentía vacía, sentía una ansiedad que, después descubrí que era hambre de Dios, ya que hablaba mucho de Dios, pero poco con Él. Y fue ese Encuentro lo que me permitió comenzar a saciar esa sed.

Desde el primer día de esa semana inolvidable, me fui enamorando de la doctrina de abandono que se me ofrecía y que haría que me sintiera feliz, sin importar las circunstancias que me rodearan. En un silencio absoluto, para poder escuchar la voz de Dios, fui aprendiendo y practicando distintas modalidades de oración que me han permitido profundizar en mi relación con ese Padre Amoroso que sé que me ama, sin un por qué, sin un para qué; no porque soy buena ni para que lo sea. Me ama porque sí, porque es Amor y porque es mi Padre. ¡Qué gran seguridad!

Es obvio que, al sentirme tan feliz, mi mano se levantara automáticamente cuando el Padre preguntó quién quería prepararse para compartir lo aprendido en esta semana, impartiendo Talleres de Oración y Vida (TOV). Me siento privilegiada porque, el ser Guía de TOV, me mantiene viva la experiencia de esa semana bendita.

Y no sólo eso, sino que Dios me permitió repetirla. Agradezco al Señor porque volví a participar en un Encuentro Experiencia de Dios cuando, en 1991, el P. Larrañaga nos ofreció uno en Santa Bárbara, California; en éste tuve la dicha de que participara mi esposo, que también fue flechado, y ahora trabajamos juntos en TOV, impartiendo Talleres de Oración y Vida y un Curso Matrimonial, también preparado por el P. Ignacio, lo que, reconocemos humildemente, nos sigue enriqueciendo a nosotros, al compartir esa riqueza con los hermanos.

Ahora, un poquito de historia: En 1997 estábamos preparando, en Los Ángeles, una Jornada dirigida por el P. Larrañaga. Alquilamos una Arena con capacidad para unas cinco mil personas, pero apenas unas semanas antes, sólo habíamos vendido unas 300 entradas. Nos preocupaba el no poder cubrir los enormes gastos, pero más me avergonzaba que el P. Ignacio, acostumbrado a tener audiencias de miles, se encontrara con una asistencia tan pobre.

Al enterarme de que daría un Encuentro en Baja California, tomé el avión y me inscribí en el Encuentro. Quería alertar al Padre de nuestro posible fracaso. Él, lleno de paz me consoló, diciéndome que no importaba, que lo mismo lo haría por diez que por diez mil.

Ya calmada, pude disfrutar del Encuentro, que me ayudó a ponerme en Manos de Dios y dejarle a Él el resultado; claro, después de hacer nuestro 100% de esfuerzo… Y llegó el día de la Jornada. Lloré de emoción con la oración del Libro Encuentro que el Padre escogió para la apertura de la Jornada: “¡Te di tan poco, ¡Señor Jesús, pero Tú hiciste de eso algo tan grande!”. Ese día la cola de personas esperando a comprar su boleto era larguísima y ¡al fin entraron unas cuatro mil!

El P. Ignacio sabía que no iba a ser eterno. Partió a la Casa del Padre el 28 de octubre del 2013, mientras dormía en Casa Nazaret, Guadalajara, donde estaba dando a los Guías de aquel lugar su Semana de Culminación. Él había sido previsor y, para que los Encuentro Experiencia de Dios siguieran dando sus frutos, nos dejó en herencia un grupo de Matrimonios Evangelizadores que continúan su labor. Ya no es el P. Ignacio quien lo imparte, pero sí son los mismos contenidos. Por tanto, se reciben los mismos frutos.

Aquí, en Miami, tenemos el privilegio de que se realizará un Encuentro Experiencia de Dios en Casa Manresa, del 30 de junio al 5 de julio. De todo corazón les recomiendo asistir. Si quieren más información, pueden llamar a Susana Prudencio al 786-200- 0900. Estoy orando para que sean muchos los que se aprovechen de las gracias que les esperan en este Encuentro Experiencia de Dios. ¡Paz y bien!


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