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Homilies | Monday, July 06, 2015

No permanezcan en una fe personal, individualista

Esta es la homilía predicada por el Obispo Auxiliar Peter Baldacchino a los miembros de los Movimientos Apostólicos Hispanos durante la Misa de clausura del Día del Envío Misionero, celebrada el 28 de junio en el seminario de St. John Vianney, en Miami.

En el aeropuerto de Miami, ayer, el Oficial de Aduanas me dió la bienvenida diciendo: Bienvenido a un país diferente!

Hoy de verdad, los Estados Unidos, son un país diferente, en consecuencia de la trágica y equivocada decisión del Tribunal Supremo que redefinió el matrimonio, y que impone a los Estados admitir sin límites el matrimonio entre dos personas del mismo sexo.

Seré breve en este punto, pero quiero ser claro: La decisión de ayer por un panel de jueces, no elegidos por el pueblo, fue una decisión legislativa y política, que tendrá consecuencias dramáticas en todo el mundo y que puede bien comportar el fin de la sociedad como la conocemos hasta hoy.

Esta decisión se basa en presupuestos - filosóficos, antropológicos, lógicos y legales - equivocados.

El elemento biológico ha sido expulsado de la definición del matrimonio, y por lo tanto el matrimonio se reduce a una subjetividad que es pura emoción, dirigida solamente a promover el supuesto bienestar de los esposos.

Durante miles de años, el matrimonio estaba conectado inseparablemente a algo que sólo una pareja de personas de diferente sexo puede hacer: es decir, PROCREAR.

Filosóficamente, la naturaleza del  matrimonio pretende proteger una necesidad básica de la sociedad: que los niños nacidos de las relaciones sexuales puedan crecer en el único ambiente que pueda permitir un crecimiento sano, es decir, una familia con un padre y una madre comprometidos a criarlos en condiciones estables en una relación para toda la vida.

Mons. Peter Baldacchino, obispo auxiliar de Miami

Fotógrafo:

Mons. Peter Baldacchino, obispo auxiliar de Miami

Por supuesto, una pareja del mismo sexo no puede procrear.

Y después de esta decisión de anteayer, el matrimonio y los hijos, sirven exclusivamente para promover el bienestar de sus padres. Los niños se han convertido en "cosas".

Antropológicamente, la nueva definición del matrimonio es independiente del elemento bio-sexual de quien se casa.

El sexo, de acuerdo con esta antropología, ya no es un acto de donación entre un hombre y una mujer, mas únicamente una búsqueda de placer. Ya no es un regalo original de la naturaleza que el hombre y la mujer deben aceptar y llenar personalmente de sentido. El hombre niega su naturaleza.

Dado que no existe más la dualidad de lo masculino y femeninocomo algo natural que se nos ha dado, cae también la realidad de la familia como algo predeterminado, y también los hijos han perdido el lugar que hasta el momento tenían y la dignidad especial que era suya.

Del punto de vista de la lógica, la decisión se basa en premisas falsas, en considerar a los homosexuales como una "raza" que no puede ser objeto de discriminación. Es claro que no es la orientación sexual que está protegida en el caso del matrimonio, sino la capacidad que la sexualidad de un hombre y una mujer tienen para procrear.

Legalmente, nos enfrentamos con una decisión qhe no tuvo en cuenta la historia y tradición de nuestra nación.

Las consecuencias de esta decisión serán gravesy profundas.

La poligamia ya no está tan lejos. Exenciones fiscales para las instituciones católicas están en peligro. Ser católico es cada vez más objeto de burlas y discriminación. Debemos estar dispuestos a dar testimonio de la verdad a cualquier precio.

El evangelio de hoy quiere anunciar lo que es la fe. La fe es tocar a Cristo y ser sanado, para poder experimentar una vida verdadera, una vida llena, junto al Señor resucitado.

El Señor hoy está pasando entre nosotros a través de este sacramento fundamental de la Eucaristía, que incluye dos elementos. La palabra de Dios y la liturgia eucarística. La palabra de Dios no es un mero accesorio a la recepción del Cuerpo y la Sangre del Señor, es un momento clave de la liturgia que nos permite recibir la Comunión con una participación más activa y provechosa.

Por esta razón, esta palabra que acabamos de escuchar, que ahora voy a tratar de despedazar para ustedes como un pan, nos permitirá llegar a recibir el cuerpo de Jesús más dignamente.

Tocar a Cristo. Es interesante la palabra "tocar", también porque tiene relación con el árbol de la ciencia del bien y del mal. La tradición de la pintura oriental presenta Eva con las manos vendadas, cubiertas con un manto, porque ella tocó el árbol del bien y del mal. Tocar.

Bueno, el evangelio dice que había una gran multitud, tantas personas que Cristo no podía caminar, todos le empujaban, lo tocaban. Y en medio de toda esta gente una mujer tocó a Cristo. Y él se detiene. Caminaba en medio de una masa de gente, como a veces vemos en la televisión lo que sucede en Tierra Santa, y él se detiene y les pregunta: "¿Quién me ha tocado?"

Los apóstoles, que estaban tratando de alejar a la gente, dicen: "¿Cómo que alguien te ha tocado? Todos te están tocando”, pero él les contesta:

“¿Quién me ha tocado? Sí, alguien me tocó. ¿Quién me ha tocado?", dice Cristo, y se detiene.

Y una mujer, temblando, se adelanta y dice a Cristo arrojándose a sus pies: "Fui yo, sufro porque soy una mujer impura y sufro flujo de sangre".

En Israel, según Levítico, la mujer se vuelve impura si arroja sangre, porque la sangre es la vida. Ellos no pueden comer ningún alimento con sangre. Entonces la mujer, después de su período, es impura durante siete días y por esto esta mujer no podía ir al templo.

Esta mujer es una imagen del hombre, también del hombre moderno. Durante 12 años ella trató de contener la sangre que fluía constantemente y nunca había tenido éxito, y esto la hacía sufrir mucho. Hay mucha gente que hoy en día es impura, por muchas razones, por muchos pecados que cometieron y que cometen. Muchos están perdiendo la vida: a veces sin querer, a veces por los pecados de otros, a veces por sus mismos pecados.

Tal vez también nosotros somos impuros, a veces o siempre.

Tal vez muchos que vienen a la Iglesia aunque estén tocando a Cristo constantemente, nunca se curan: vienen a la iglesia, a los encuentros, en la parroquia, pero el flujo de sangre, la pérdida de vida, continúa. Los problemas no desaparecen. La vida se escapa de ellos.

No solo es necesario tocar  a Cristo. !Se necesita tocarlo con la fe!

Pero en este punto en el evangelio sucede algo aún más trágico:

En este momento el personal de la casa de Jairo informa que la niña había muerto. No hacía falta ya molestar a Jesús. La muerte es la gran barrera, y la muerte de un niño, ayer como hoy, es un gran escándalo. ¿Podrá Jesús solucionar aun el problema de la muerte, adonde ningún hombre puede pasar? Jesús escucha, mira hacia Jairo y aplica lo que acababa de presentar: saber que la fe es capaz de realizar lo que la persona cree. Y dice:“No temas. ¡Solamente ten fe!”

En casa de Jairo Jesús, viendo el alboroto de los que lloran por la muerte de la niña, dice: “La niña no ha muerto. ¡Está dormida!”  La gente se rió. Es la risa de Abrahán y de Sara, es decir, de los que no consiguen creer que para Dios nada es imposible.

Muchos han visto a Cristo en el momento de su vida en la tierra, pero la mayoría no lo reconoció y no fue sanada. Muchos le tocaron ese día, pero sólo una mujer ha sido sanada. Sólo la hija de Jairo fue resucitada.

Vete, tu fe te ha salvado.

La fe de la mujer que desde por 12 años había esperado poder entrar en el templo para dar gloria a Dios. La fe de Jairo que no duda de que Jesús podría resucitar a su hija.

Pero la fe debe ser ayudada a crecer. Como los hombres, tampoco la fe nace adulta.

El mismo Jesucristo necesita crecer en la Sagrada Familia de Nazaret, con el fin de cumplir con la misión que su Padre le había dado.

Hoy en día a todos ustedes, a todos a los que Dios ha llamado para formar parte de movimientos apostólicos, yo os exhorto a crecer en la fe. No permanezcan en una fe personal, individualista. Que vuestra fe pueda ser una fe para otros, la fe que les permitirá cumplir con la misión del cuerpo de Jesucristo presente en el mundo de hoy, su Iglesia; para que así, tocando al cuerpo de Cristo presente también en nosotros, en nuestras comunidades y parroquias, los que hoy están perdiendo la vida o que se encuentran muertos espiritualmente,puedan recobrarla y regresar a la felicidad de alabar a Dios.  AMEN.

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Comments from readers

Ana Maria Jara - 07/09/2015 01:06 PM
Excelente homilia del Obispo Peter, ayuda mucho para hablar claramente sobre la verdad del matrimonio. Gracias por publicarlo.

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