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Feature News | Wednesday, March 25, 2015

El Ministerio Betania: Un baluarte de fe ante el dolor de la muerte

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Alfonso y Ofelia Menéndez dicen que gracias al Ministerio Betania "podemos decir que hay un antes y un después en nuestro modo de encarar la muerte de nuestra hija".

Fotógrafo: RAUL LEON | LVC

Alfonso y Ofelia Menéndez dicen que gracias al Ministerio Betania "podemos decir que hay un antes y un después en nuestro modo de encarar la muerte de nuestra hija".

MIAMI | Tal vez no haya experiencia humana más dolorosa que la de perder un hijo. Para tratar de aliviar el dolor de esa experiencia, la Arquidiócesis de Miami cuenta con el Ministerio Betania, que radica en la Casa Manresa, sede, a su vez, del Centro de Espiritualidad Ignaciana.

El ministerio se inició en 1984, cuando Elaine Syfert se percató de la necesidad de dar apoyo humano y espiritual a los fieles hispanos que estaban sufriendo por la pérdida de un hijo o una hija. El grupo se llamó inicialmente Padres Unidos; después tomó otros nombres, hasta que finalmente el actual, que se refiera al poblado donde Jesús resucitó a su amigo Lázaro, el hermano de Martha y María, y donde proclamó: “Yo soy la resurrección. El que cree en mi, aunque muera, vivirá. El que vive por la fe en mi, no morirá para siempre” (Jn. 11:25-26).

El ministerio es ejercido por fieles que también han pasado por la experiencia de perder un hijo, y muchos de ellos han recibido inicialmente el apoyo de este ministerio.

De 1984 al 2013, el grupo se reunía en la parroquia St. Brendan, fiel a su propósito principal: acompañar a los padres dolientes, ofreciéndoles consuelo y esperanza desde una perspectiva de fe.

Desde el 2013, el grupo se reúne en Casa Manresa, ubicada en 12190 S.W. 56 St., Miami. Lo dirige Kary García, feligresa de la parroquia St. Timothy, con la colaboración de Norma Sierra, Ofelia Menéndez y otros fieles, que cuentan con el apoyo espiritual del P. Pedro García-Llorente, Jesuita, y la asesoría del psicólogo Juan E. Romagosa.

García comenzó a asistir al grupo tres meses después de que su hijo Jorge, de 19 años, falleciera en octubre de 1983 en un accidente de tráfico.

Joaquín del Olmo dice que gracias al Ministerio Betania recuerda más la vida de su hija que su muerte.

Fotógrafo: RAUL LEON | LVC

Joaquín del Olmo dice que gracias al Ministerio Betania recuerda más la vida de su hija que su muerte.

“Fui al grupo por curiosidad”, recuerda García, “pues quería saber cómo la gente que había perdido un hijo podía vivir con ese dolor, y me quedé en el grupo porque encontré un sentido a ese dolor, que es el de ayudar a otros que están pasando por lo mismo”.

Actualmente concurre en el Ministerio Betania un promedio de 15 a 20 personas, que se reúnen el primer miércoles de cada mes a las 7 p.m. para recibir a nuevos padres y continuar el acompañamiento de otros.

El psicologo Juan E. Romagosa ayuda a asesorar a los que asisten a las reuniones del Ministerio Betania, para que puedan "transformar la pérdida en ganancia".

Fotógrafo: RAUL LEON | LVC

El psicologo Juan E. Romagosa ayuda a asesorar a los que asisten a las reuniones del Ministerio Betania, para que puedan "transformar la pérdida en ganancia".

En cada encuentro se abordan diversos temas relacionados con los objetivos del grupo: se comparte y analiza literatura que aborde el tema de la muerte y la resurrección; hay momentos de oración y reflexión bíblica; y cada cierto tiempo se celebran Misas por los hijos difuntos, pero también se celebran los cumpleaños de los hijos vivos. Se reúnen para festejar celebrar la Navidad juntos, y celebran bodas de hijos y nietos, confeccionan canastillas para madres solteras y regalan juguetes a niños de bajos recursos, entre otras actividades.

“Encontré en Betania la posibilidad de no desperdiciar mi dolor”, indica Kary García. “Me ayudaron a comprender que la vida me ha dado otras personas por quien vivir: tengo otros hijos, tengo nietos, tengo bisnietos. Este grupo ha sido mi familia más cercana en los momentos horribles de tristeza, el hombro en el que he llorado y quienes me han dado la fortaleza que viene de Dios”.

Norma Sierra, de la parroquia St. Catherine of Siena, asiste a los encuentros del grupo desde 1998, y actualmente es su coordinadora.

“Mi único hijo se suicidó a los 17 años de edad”, dice Sierra, “y una compañera de trabajo me habló de la existencia de este grupo y me invitaron a un retiro por el Día de las Madres, y yo estaba tan destrozada que no vine”, recuerda. “Pero cuando asistí al mes siguiente me encontré con que había cuatro casos nuevos con historias peores que las mías, y al ver que no era la única madre dolida y con la gran acogida y el cariño que me dieron aquí, recibí mucho consuelo y decidí seguir asistiendo todos los meses”.

Kary García dice que "Este grupo ha sido mi familia más cercana en los momentos horribles de tristeza, el hombro en el que he llorado y quienes me han dado la fortaleza que viene de Dios".

Fotógrafo: RAUL LEON | LVC

Kary García dice que "Este grupo ha sido mi familia más cercana en los momentos horribles de tristeza, el hombro en el que he llorado y quienes me han dado la fortaleza que viene de Dios".

Norma Sierra: “Aquí uno llora, grita, se desahoga sin que te vean mal o te manden a callar”.

Fotógrafo: RAUL LEON | LVC

Norma Sierra: “Aquí uno llora, grita, se desahoga sin que te vean mal o te manden a callar”.

Junto a Sierra estaban Alfonso Menéndez y su esposa, Ofelia, ambos de la parroquia St. Kevin, que asisten a los encuentros de grupo desde que su única hija, Cristina, falleció en julio de 1998, victima de una insolación severa mientras realizaba estudios sobre el agua en los Everglades.

“En nuestra comunidad supimos de la existencia de este ministerio y nos animamos a asistir”, dice Ofelia Menéndez, “y el encontrar a otros padres que estaban viviendo la misma experiencia que nosotros nos sirvió de consuelo… Por eso podemos decir que hay un antes y un después en nuestro modo de encarar la muerte de nuestra hija”.

“Yo no tengo más familia que este grupo”, afirma Sierra. “A ellos los puedo llamar cuando quiera; puedo desahogarme en mis momentos de tristeza y me dan todo lo que uno espera de una familia consanguínea. Aquí uno llora, grita, se desahoga, sin que te vean mal o te manden a callar”.

“Gracias a Betania tenemos más fe que antes”, anota Ofelia Menéndez, “y sabemos que Dios nos tiene preparado un cielo hermoso donde nos reencontraremos con nuestra hija en la gloria del Padre”.

Otro miembro del grupo, Joaquín del Olmo, dijo: “No me atrevía a mirar la foto de mi hija difunta durante estos once años que lleva de muerta, y gracias a los encuentros de Betania aprendí a disfrutar su presencia espiritual en mi pensamiento.

“Antes la recordaba y sufría”, agregó del Olmo. “Ahora la recuerdo y siento alegría y me río de sus peripecias de niña, de los momentos que pasamos juntos; recuerdo más su vida que su muerte, y eso es gracias a Dios y a cada uno de los miembros de este grupo”.

El Dr. Romagosa, que asesora como psicólogo a los participantes de los encuentros, explicó que “tanto el P. González-Llorente como yo ofrecemos charlas con temas especiales para ellos, pues han sufrido la pérdida más grande para un ser humano, porque perder a un hijo es una cosa antinatural”.

Romagosa indicó que hay un área muy sensible para este grupo de personas, y son las fechas significativas que les recuerdan más a esos seres queridos perdidos; por ejemplo, el Día de las Madres, el Día de los Padres, el cumpleaños del hijo difunto, la Navidad, etc.

“En estas fechas”, precisó el psicólogo, “ellos necesitan más apoyo y venimos especialistas a darles charlas. Yo, como psicólogo clínico, les he hablado sobre cómo podemos transformar la pérdida en ganancia, y para ello me apoyo en la teología que ellos, como católicos poseen, en donde la muerte es una ganancia porque nos gana el cielo”.

Y precisó: “Por eso no invitamos a especialistas no creyentes, para que siempre exista esta conexión con la fe. A la persona que ha perdido un hijo le cuesta mucho salir de la depresión que esto causa, y venir aquí a compartirlo es un paso difícil, y aquí les ayudamos a ventilar las emociones”.

Miembros del Ministerio Betania se reunen los primeros miercoles del mes en el Centro de Espiritualidad Ignaciana-Casa Manresa.

Fotógrafo: RAUL LEON | LVC

Miembros del Ministerio Betania se reunen los primeros miercoles del mes en el Centro de Espiritualidad Ignaciana-Casa Manresa.


Comments from readers

Elaine M. Syfert - 03/27/2015 12:43 AM
De todos los ministerios que comenzamos en la Arquidiocesis desde el Centro de Enriquecimiento Familiar, solo quedan activos un par de ellos, y Betania siempre fue y sera el ministerio mas cerca de mi Corazon, pues como todos los otros padres de Betania, yo tambien he sufrido ese dolor. Estoy muy agradecida al liderazgo de Betania que ha podido continuar ayudando a los padres y madres de la Arquidiocesis que han pasado por este sufrimiento, a pesar de no tener un apoyo directo desde que la oficina de Vida Familiar no tiene liderazgo, aunque sabemos bien que el Espiritu Santo siempre esta presente y continua guiandoles.

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