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Columns | Wednesday, February 27, 2013

Un �instrumento en las manos del Se�or�

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El Papa Benedicto XVI, sin duda, ha sorprendido a todo el mundo este mes, al anunciar que renunciará como Papa el 28 de febrero. Incluso los más cercanos conocedores del Vaticano no estaban al tanto de su decisión, a juzgar por los comentarios de los cardenales que escucharon el anuncio, hecho en persona el 11 de febrero.

Aunque quizás es sorprendente escuchar que un Papa va a renunciar, el Papa Benedicto XVI no será, ciertamente, el primer papa que lo haga. Y tal vez esto no debería haber sido demasiado sorprendente. Cuando todavía era el cardenal Joseph Ratzinger, señaló en varias ocasiones que sus intenciones eran las de retirarse al concluir el papado de Juan Pablo II. De modo que el cardenal Ratizinger no entró al cónclave esperando ser elegido Papa; de hecho, había llegado más allá de la edad en que los obispos están obligados a presentar su renuncia. Cuando sus compañeros cardenales lo eligieron, lo aceptó como la voluntad de Dios, y dijo que iba a servir hasta que Dios le diera fuerzas para hacerlo.

Durante sus siete años como Papa, ha mantenido un programa de trabajo que cansaría a un hombre joven. A los 85 año es, obviamente, mucho más frágil de lo que era en el momento de su elección --algo que yo y otros obispos de Estados Unidos notamos durante nuestra visita ad limina a Roma, en mayo del año pasado. Los viajes, especialmente los viajes transatlánticos, no son fáciles para un hombre de su edad, y sus médicos le han aconsejado que no siga viajando. En su visita a México y Cuba, hace casi un año, se le programó mucho “tiempo de inactividad” para ayudarle a recuperarse de la fatiga propia del viaje en avión, con su alteración del horario.

Al parecer, el Papa ha estado considerando su decisión durante cierto tiempo. Algunos incluso señalaron que, en 2009, visitó la tumba del papa Celestino V, que tal vez haya sido quien sentó el precedente de que un Papa puede retirarse (1294). Al parecer —y me dicen que una foto de esto ha estado circulando por Facebook—, el Papa Benedicto XVI puso su palio— el símbolo de su autoridad como arzobispo metropolitano de Roma— sobre la tumba de Celestino.

El Papa Benedicto XVI, al tomar esta decisión “por el bien de la Iglesia”, nos ha dado un gran ejemplo de humildad —incluso considerando que el Beato Juan Pablo II demostró una gran humildad al llevar el peso del papado, a pesar de los achaques que padeció en sus últimos años. Ambos disfrutaron de una larga amistad que data de la época del Concilio Vaticano II, aunque cada uno tenía distintas personalidades: Juan Pablo era más bien un hombre extrovertido, y Benito es un introvertido.

Tal como el propio Papa Benedicto señaló al anunciar su renuncia, hay un solo Pastor Supremo: Jesucristo. Los papas de la Iglesia universal y los obispos en sus diócesis, son solo sus vicarios. Reconociendo las limitaciones que la salud y la edad le impusieron, el Papa Benedicto XVI ha dado el tradicional “aviso de dos semanas”, por así decirlo. Muy poco antes del inicio de la Cuaresma, hay tiempo suficiente, creo, para que los cardenales se reúnan, celebren un cónclave y elijan a un nuevo Vicario de Cristo, a tiempo para celebrar la Semana Santa y la Cuaresma.

En Deus Caritas Est, el Papa Benedicto XVI escribió: “Hay momentos en que el exceso de necesidades y nuestras propias limitaciones nos podrían tentar al desaliento. Pero, precisamente entonces, nos alivia el saber que, al final, somos sólo instrumentos en las manos del Señor; y este conocimiento nos libera de la presunción de pensar que sólo nosotros somos personalmente responsables de construir un mundo mejor. Con toda humildad haremos lo que podamos, y con toda humildad, confiaremos el resto al Señor. Dios es quien gobierna el mundo, no nosotros. Nosotros le ofrecemos nuestro servicio sólo en la medida en que podamos, y por el tiempo que Él nos dé fuerzas para ello. Hacer todo lo que podamos con las capacidades que tengamos, sin embargo, es la tarea que mantiene siempre activo al buen siervo de Jesucristo: ‘El amor de Cristo nos apremia’” (2 Cor 5:14).

Damos gracias a Dios por el don de este buen siervo de Jesucristo, el Papa Benedicto XVI. Oramos para que el Espíritu Santo guíe a los cardenales al elegir al nuevo Papa, para que éste sea un “instrumento en las manos del Señor” cuando se calce las sandalias del Pescador.

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