By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami
En 1 Pedro 3:15, el apóstol les dice a sus lectores: “Estad siempre preparados para dar una explicación a todo el que os pida razón de vuestra esperanza”. Pero “estar preparados” significa poseer una formación en el contenido de nuestra fe, y tal formación ha sido siempre el reto de la catequesis. A lo largo de los siglos, a la vez que se han basado en las Sagradas Escrituras como piedra angular de toda la catequesis, los pastores y los maestros de la Iglesia también han hecho uso de breves resúmenes o credos que sintetizaban la fe cristiana. Estos textos demostraron ser especialmente útiles en la instrucción de los candidatos al bautismo.El relativismo que ha impregnado gran parte de la educación pública en los Estados Unidos durante el siglo pasado, ha dado lugar a lo que algunos han llamado “analfabetismo cultural”. Tal como E.D. Hirsh señaló en “Cultural Literacy: What Every American Needs to Know” (Alfabetización cultural: Lo que todo estadounidense debe saber), un enfoque pragmático en la educación ha empobrecido a generaciones de estudiantes, que saben muy poco sobre la historia occidental, la literatura y el arte (por no hablar de la religión), que han dado forma a lo que somos como estadounidenses. Un desarrollo paralelo dentro de nuestras comunidades de fe también ha dado lugar a un “analfabetismo religioso” que nos incapacita “para dar una explicación” de la esperanza que tenemos en Cristo Jesús.
Superar este “analfabetismo religioso” —preservar la memoria de las palabras y acciones de Cristo, y trasmitir el contenido de la fe a las generaciones futuras— es el desafío más difícil de la catequesis en nuestro tiempo. Para responder a este desafío fue promulgado el Catecismo de la Iglesia Católica en 1992. En su estructura, es esencialmente una catequesis sobre el Credo. Y el próximo Año de la Fe, que el Papa Benedicto XVI ha proclamado para conmemorar el 50 aniversario del Concilio Vaticano Segundo, también se propone poner de relieve este Catecismo como uno de los frutos más importantes del Concilio.
En los 20 años transcurridos desde el Catecismo, también se han publicado tres obras importantes que sirven para hacer que el contenido de este Catecismo post Vaticano II sea más accesible a la generalidad de los católicos.
En 2005, se publicó el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica. Esta versión resumida del Catecismo de la Iglesia Católica es, en palabras del Papa Benedicto XVI, “una síntesis fiel y segura del Catecismo de la Iglesia Católica”, y “contiene, en forma concisa, todos los elementos esenciales y fundamentales de la fe de la Iglesia”. Utiliza un formato de preguntas y respuestas, familiar para cualquiera que haya sido instruido según el Catecismo de Baltimore, en amplio uso en los Estados Unidos desde 1885 hasta la década de 1960.
Desarrollado con la instrucción de los adolescentes y adultos jóvenes en mente, el Compendio debe utilizarse como una referencia normativa hacia la que profesores y catequistas refieren a sus estudiantes: en gran parte, de la misma manera que utilizan la Biblia para su instrucción. Si bien no pretende sustituir a los libros de texto religiosos actuales que, en cualquier caso, deben redactarse en conformidad con el Catecismo, está destinado a ampliarlos y a complementarlos.
En 2006, los obispos de Estados Unidos publicaron el Catecismo Católico para Adultos de los Estados Unidos. Este catecismo ha demostrado ser muy popular en muchos de nuestros programas de RCIA. El año pasado, en el Día Mundial de la Juventud en Madrid, fue presentada una versión del Catecismo para los jóvenes: YOUCAT. Todos estos recursos están disponibles en español y en muchos otros idiomas. En nuestras recientes sesiones de escucha, muchas personas expresaron la necesidad de una mejor formación en la fe. Dichos libros — si se les da un buen uso en nuestros diversos programas parroquiales— satisfarán en gran medida esa necesidad.
Estos libros, que también están disponibles en formato digital, son herramientas útiles para cualquier católico interesado en conocer mejor su fe. En cualquier caso, todos estos textos pueden ser un remedio eficaz para las personas cuya educación en la fe haya sido inadecuada o incompleta de cualquier manera. Parafraseando el libro de E. D. Hirsh, el subtítulo de estos libros podría muy bien ser: “Alfabetización religiosa: Lo que todo católico debe saber”.
