By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami
A pesar del secularismo de nuestra época —o quizás a causa de él— muchas personas están redescubriendo un interés en la espiritualidad. Uno puede ir a casi cualquier librería comercial, y encontrar secciones completas dedicadas a este tema.
Desafortunadamente, la mayoría de lo que se vende como “lectura espiritual”, generalmente clasificada bajo la categoría de “Nueva Era”, no exige más fe o creencia que el acto de ir al cine. No todo lo que se comercializa bajo la rúbrica de “espiritualidad” es “sopa de pollo” para el alma cristiana. En realidad, gran parte de eso, si se consume indiscriminadamente o sin cuidado, puede resultar venenoso para la vida de la fe. Aunque los escritos de la Nueva Era puedan apelar seductoramente a los anhelos legítimos de la naturaleza humana, en lo fundamental se oponen a la revelación cristiana.
La espiritualidad, en nuestra tradición católica, es algo más que la autocontemplación narcisista. No se trata de una búsqueda que se absorbe en el propio ser para lograr una autorrealización que se alcanza por medio de enseñanzas o prácticas esotéricas. La invitación de la cristiandad es a mirar hacia fuera y más allá —hacia un “Nuevo Advenimiento” del Dios que nos llama a un diálogo de amor, un diálogo que nos invita a la conversión y a la sumisión a su voluntad.
Para el cristiano, la auténtica espiritualidad consiste no tanto en nuestra búsqueda de Dios como en la búsqueda de nosotros por Dios. La vida espiritual es una relación con el Dios Trino a la cual se entra por medio de nuestra participación en la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo a través del bautismo y una vida de discipulado. Esta relación personal con Dios crece por medio de su regalo gratuito de la gracia, y arroja luz sobre nuestras relaciones con el prójimo —los hombres y las mujeres que nos acompañan en la vida—, y, por supuesto, sobre nuestra relación con el mundo.
La espiritualidad de la Nueva Era —nacida como una reacción a la cultura contemporánea y, no obstante, hija suya— representa, en verdad, un nuevo desafío a la Iglesia de hoy. Sin embargo, hay poco de “nuevo” en las enseñanzas de la Nueva Era. Una declaración conjunta emitida hace unos años por el Consejo Pontificio para la Cultura y por el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, cita al Santo Padre, que advierte en contra del “regreso de antiguas ideas gnósticas bajo el disfraz de la llamada Nueva Era: No podemos hacernos la ilusión de que esto pueda llevar a una renovación de la religión. Es sólo una nueva forma de practicar el gnosticismo —esa actitud del espíritu que, en nombre de un conocimiento profundo de Dios, termina por distorsionar Su Palabra y remplazarla con palabras puramente humanas”.
Esa declaración, titulada “Jesucristo, el dador del Agua de Vida”, ofrece un análisis profundo del movimiento de la Nueva Era, y de su incompatibilidad con la doctrina y la práctica cristiana cabales. La declaración advierte específicamente contra el uso del Eneagrama, que en años recientes ha disfrutado de alguna popularidad entre grupos cristianos, y que hasta ha sido promovido por algunas comunidades religiosas católicas. El Eneagrama, un ejercicio seudosicológico basado supuestamente en el misticismo oriental, introduce la ambigüedad en la doctrina y la vida de la fe cristiana y, por lo tanto, no puede emplearse felizmente para promover el desarrollo dentro de una auténtica espiritualidad cristiana.
En Novo Milenio Ineunte, Juan Pablo II animó a las parroquias a convertirse en “auténticas escuelas de oración”. Como él dice: “quienes hemos recibido la gracia de creer en Cristo, el revelador del Padre y el Salvador del mundo, tenemos el deber de mostrar hasta qué profundidades puede conducir la relación con Cristo”. (n. 33.)
Como “Jesucristo, el dador del Agua de Vida” dice: “Para quienes van de compras a la feria de propuestas religiosas del mundo, el atractivo del cristianismo se sentirá, primero que todo, en el testimonio de los miembros de la Iglesia, en su confianza, serenidad, paciencia y gozo, y en su amor concreto por el prójimo, todo ello fruto de una fe alimentada por la auténtica oración personal”.
Comments from readers
Thank you so much for writing about this very little known, yet very important topic (new age).
Unfortunately, the *vast* majority of Catholics know little-to-nothing about New Age or the consequences of partaking in the practices associated with it. This may explain why for instance, Yoga, is being taught in schools, homes, and even churches. The schools, homes and churches range from public schools to Christian homes/schools/churches...and yes, that includes Catholic institutions (until somebody complains and it then it's banned). If you don't believe me, just google it. There's so much ignorance about this topic.
That's why I'm so very thankful for this article! The timing of it is so perfect too, because there's a GREAT "New Age" series being discussed on EWTN (Eternal Word Television Ntwk; Catholic cable channel) on a program called "Women of Grace" this very week! (2/7 - 2/9/2011)
By the way, this program can be viewed at *anytime* for FREE online. Just google: "EWTN Women of Grace 14545" and goto lhla, then click "television" to lookup show # 14545 - 14547 (I'm unable to copy the link here as external links are not permitted within comments on this site).
I missed some portions of the show myself when it aired on TV, but the little bit I saw chock full of great info! This is the type of series that would be great to have in every parish! For instance, either on a TV screen near the exit (so parishoners can watch it as they exit the church) or perhaps at a special "homily presentation". Or how about handing out transcripts of this program to every person at the ex its? I say transcripts (and not pamphlets), because I have yet to see any "good" pamphlets on this subject (believe me, I've looked...both large/small Catholic publishers).
People need to understand the serious consequences of the New Age, where (or who) it comes from, and more importantly, how to receive the grace of discernment so they can understand what offends our Lord, and then repent, confess, and share what they've learned with others who are unknowingly hurting themselves at so many levels.
Again, thank you SO much for writing about this topic.
Blessings & Peace,
La Nueva Era sigue haciendo da�o, incluso a�n dentro de nuestros dirigentes cat�licos que con poca formaci�n, no est�n atentos a un discernimiento cat�lico de nuestra fe, de una aparici�n extra�a.
Gracias por recordarnos que nuestras parroquias deben ser escuelas de oraci�n. Dios permita que podamos llegar tambi�n con la LECTIO DIVINA, que nos sugiere el Santo Padre en la Exhortaci�n Verbum Domini (N�meros 86 y 87).
Todos queremos que nuestra Iglesia en Miami refleje cada vez m�s la luz de Nuestro Se�or Jesucristo. Cuente con nosotros.
It is shocking to realize the number of would-be or likely former-Christians and Catholics and Jews who have left Judaism or Christianity for the wide net of "New Age spirituality." When you tell such a person you are a Catholic or Christian, they may say, "Oh, that's religion, not spirituality." Imagine for 2000 years we haven't been spiritual apparently.
If you take even a casual glance at the worlds of Yoga, Kirtan, Meditation, the Goddess Movement, Astrology, all the various psydo-Healing arts like Reiki, the Drum Circle Movement, Unity Church, "consciousness tribe" you will see what is happily promoted as a Pagen or Tribal culture that celebrates essentially pre-Judeo Christian thought and lifestyle.