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Statements | Thursday, September 09, 2010

Declaracion del Arzobispo Wenski

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Como arzobispo metropolitano de Miami, me uno a los líderes religiosos en el estado de la Florida, los Estados Unidos y a través del mundo, al deplorar el amenazante plan del pastor de una pequeña iglesia aconfesional para quemar copias del Corán. Como expresó el obispo Galeone, de St. Augustine, Florida, tal acción “representa un antitestimonio del mensaje del Evangelio, al engendrar miedo y odio…”

Durante el Concilio Vaticano Segundo, los obispos católicos del mundo enseñaron que  “la Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por ello, aprecian además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno” (Declaración Nostra Aetate, #3).

A través de los siglos han surgido muchas riñas y hostilidades entre cristianos y musulmanes. Hay que reconocer que las relaciones entre cristianos y musulmanes siempre han sido frágiles. Esperamos que esta amenaza aislada y reprensible de profanar el Corán, tan sagrado para los musulmanes a través del mundo, no impedirá cualquier  diálogo futuro entre musulmanes y cristianos. Si ocurriera tal profanación, a pesar de los esfuerzos de líderes religiosos y otros por disuadir a quien propone este vergonzoso acto, oramos por que prevalezcan quienes practican el mejor sentido común, y que el acto reprensible de unos pocos no culmine en represalias violentas igual de reprensibles.

Puede haber – y existe – mucha afinidad entre las tres grandes religiones del Libro, como a veces se describen al judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Los discípulos de cada una de estas religiones reclaman a Abraham como su padre en la fe. Pero tal afinidad sólo puede hallarse a través de una actitud de respeto mutuo y diálogo sincero. A través del mundo, los cristianos, los judíos y los musulmanes deben estar de acuerdo en que la religión no debe ser base para un conflicto, una guerra o cualquier otro tipo de violencia.


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